Las montañas están cubiertas
de nieve debido a las lluvias
que se precipitan en verano
En otros lugares del
mundo
la nieve se derrite
en el verano
Por Luis Eduardo Podestá
En los momentos en que
comienzo a escribir esta nota me corroe el misterio de por qué las montañas de
Arequipa, Misti, Chachani y PichuPichu, tienen nieve en pleno verano, cuando en
otros lugares del mundo se derrite y causa inundaciones no pocas veces desastrosas.
Si algún especialista en cuestiones
climáticas se anima, que lo diga porque me he encontrado con personas, algunas
de ellas periodistas incrédulos que dicen “esa es foto trucada”, por no decir
con todas sus letras “es una foto mentirosa”, cuando he mostrado las montañas
que circundan a la Ciudad Blanca, cubiertas de nieve.
Como en estos días.
Pues bien, las imágenes que ilustran esta breve y desafiante nota fueron captadas a las 7.57 de la mañana de hoy, martes 7.2.2023 y pertenecen a mi consuetudinario colaborador Álvaro Javier Podestá Cuadros, quien adoptó hace casi 25 años, la decisión de residir en Arequipa. Él nació en el criollo distrito del Rímac, Lima.
Ensayo una explicación nada científica: ¿es la lluvia, el cambio climático que le da a esa ciudad situada a 2355 metros de altitud sobre el nivel del mar, a los 16 grados, 23 minutos y 56 segundos de latitud Sur y a 71 grados, 32 minutos y 5 segundos de longitud Oeste, su peculiaridad de tener nevadas en verano?
(Esas cifras indican el lugar que Arequipa ocupa en el planeta Tierra).
Durante los crudos meses del otoño-invierno, cuando la nieve cae sobre los lugares ubicados alrededor y sobre los 4.000 metros de altura, y diezma el ganado de los campesinos y a estos los enferma, en Arequipa brilla el sol pero hace un frío del carajo, que obliga a sus habitantes a usar ropas abrigadoras durante el día y a acostarse temprano por las noches.
El sol brillaba todo el año
Los niveles ultravioletas entre abril y noviembre se mantienen tan altos que las autoridades de Educación obligan a los niños y adolescentes a concurrir a clases con “prenda de cabeza” de ala ancha para cuidarse no solo de una insolación pasajera sino un eventual cáncer de piel.
Luego, lluvias tempranas, como
en el diciembre pasado, obligan a tomar precauciones para guarecerse de los
aguaceros. Y los paraguas abandonan su lugar de invierno para hacerse moda de
verano… porque llueve en esta temporada.
Recuerdo los años en que -aún no se hablaba del calentamiento global- las lluvias tenían su lugar a partir de la quincena de enero, estallaban con furia en febrero -llamado por esa causa el mes loco-, bajaban su intensidad y en abril comenzaba a brillar el sol inextinguible hasta noviembre y diciembre. Eran otros tiempos…
Ahora comenzó a llover en diciembre, en enero desencadenó su furia y aún tenemos que esperar unos días para ver si febrero será tan loco como antes o, como todo está cambiado, termine en unas pocas semanas más la estación de los aguaceros.
No queda nada más que esperar que el cielo diga su palabra.
(Imágenes de Álvaro Javier
Podestá Cuadros)
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