Lo derrotó una diabetes que
sufría
desde hace 22 años y que lo
tenía
en permanente tratamiento
Derrotado sin dolor ni
sufrimiento, por una diabetes que lo tenía en tratamiento desde hacía 22 años,
anoche, a las diez, murió el periodista Juan Salas Ocharan a los 82 años de edad,
comunicó telefónicamente su hija MiIagros Salas Fernández.
Milagros dijo que Juan Salas
sería velado en la Casa del Periodista, la sede del Colegio de Periodistas,
filial de Arequipa, que él gestionó y obtuvo desde su cargo de decano de la
Orden.
Yo recuerdo a Juan -Juanito lo llamaban con cariño sus amigos, pero sus colegas lo llamábamos “el-Ena” para no decirle enano por su baja estatura y alguna vez dijeron que era un “Volkswagen con bocina de tractor” debido a su voz profunda- y él se vengaba también aplicando o difundiendo apodos de sus amigos y conocidos.
Me sorprendió la noticia -ofrecida telefónicamente primero por Bernardino Rodríguez y luego por Milagros- porque siempre lo vi sano, contento de vivir, dispuesto a salir de paseo a cualquier distrito, como aquel que hicimos hace unos años a Pocsi, sin ningún fin periodístico.
Simplemente fuimos allá, acompañados por mi hijo Álvaro, porque queríamos ver las montañas que circundan Arequipa desde una perspectiva diferente.
El chiquillo con uniforme de la I
Conocí a Juan Salas una tarde de 1958, cuando regresaba de una misión, y lo encontré en la redacción de El Pueblo con su uniforme pardo distintivo del Colegio Nacional de la Independencia.
Conversaba con el jefe Juan José Barriga, quien me lo presentó. “Se llama Juan Salas Ocharan y trabajará unas horas en el periódico en “cualquier cosa” me dijo el jefe.
En efecto, Juan entraba
como practicante a la sección deportiva del diario y así comenzó su carrera,
nunca interrumpida, que prosiguió pocos años después en el recién fundado diario
Correo, adonde lo llevé a trabajar.
Me ausenté de Arequipa cuando me ofrecieron trabajo en el viejo Expreso del jirón Ica, dirigido por Guillermo Cortez Núñez y perdí de vista a Juan Salas, pero cada vez que viajaba a Arequipa, nos encontrábamos para conversar sobre mil cosas diferentes, con predilección sobre los colegas.
Algunos ya habían muerto y cuando ello se producía, Juan Salas me la comunicaba por teléfono. Otros estaban en distintos lugares trabajando en periódicos o en otras ocupaciones, los demás se habían retirado…
Juan Salas estaba al tanto de todo y me lo comunicaba con el ágil lenguaje que manejaba.
Alguna vez me hizo participar de una tragedia que lo tocó gravemente, cuando una de sus tres hijas, la menor, Graciela, fue asesinada por el portero del edificio donde trabajaba. Le sobreviven dos hijas, Milagros y Rocío.
Un periodista precoz
Leo en una nota del periodista Lino Mamani que Juan fue llamado a colaborar en el diario El Pueblo, cuando tenía 17 años y que desde entonces “no cambió a otro oficio”.
Mamani añade que Salas “estuvo
cinco años en la casa editora (El Pueblo) y fue “jalado” para el recién creado
diario Correo, en 1962”.
“Fue en esa casa editora donde pasó 28 años como jefe de informaciones, director interino, pero sobre todo (vivió) inmensas anécdotas producto del día a día, sufrió la dictadura de Juan Velasco Alvarado”, destaca Mamani, quien recuerda que Juan Salas “también dirigió los vespertinos El Mirador, Sur, laboró en Arequipa Al Día, y acabó su carrera el 2007”.
Hasta entonces había completado 50 años de acentuada labor y hemos tenido pocas ocasiones de encontrarnos.
Hace unos años, con ocasión del aniversario del diario Correo, recibimos un homenaje de la empresa editora junto a otros fundadores del periódico. Entonces tuvimos ocasión de estar unos momentos juntos, recordando el pasado.
La entrega de un diploma de la Cofradía del Palacio -que agrupa a periodistas que alguna vez tuvieron como fuente el Palacio de Gobierno-, al veterano colega Víctor Salas Bartra, fue otra ocasión de encontrarnos y la aprovechamos.
Han sido escasas la veces que nos encontramos en Arequipa, pero siempre nos llamábamos por teléfono en fechas familiares para saludarnos, chismear acerca de los colegas y la política imperante en la Ciudad Blanca, comentarios que trataba con el ameno lenguaje en que traducía su amor y apego a la vida.
Por todos aquellos días en que dabas rienda suelta a tu buen humor incontenible, y hacías llevaderas las jornadas periodísticas ¡salud, Juan Salas Ocharan! Paz en tu tumba.
(Imágenes del archivo del
autor)
www.podestaprensa,com
2 comentarios:
Gracias por ser amigo de mi papá Sr. Podestá y esta bella nota
Rocío Salas Fernández
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