jueves, 30 de septiembre de 2021

El "Padre Eterno" hubiera cumplido hoy 94 años

 Respetado hombre de
prensa vivió sus últimos
años en Arequipa

 

Su esposa lo siguió

tres meses después

 

Por Luis Eduardo Podestá

 

Permítanme, colegas, recordar hoy, víspera del Día del Periodista, nuestro día, a un periodista a quien me unieron lazos de amistad imperecedera y camaradería, fallecido el año pasado y quien hoy hubiera celebrado 94 años de fructífera existencia.


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Víctor Salas Bartra, a quien llamamos con cariño “Padre Eterno”, por su imagen de barba cana y su sonrisa siempre abierta a la amistad, fue arrebatado por la muerte el 12 de julio de 2020 y tres meses después lo siguió su esposa María Teresa Barboza Boüillón.

 

Con Víctor Salas nos conocimos en 1958, un día como hoy, durante un congreso de la Federación de Periodistas del Perú, celebrado en la ciudad de Piura.

 

Entonces yo era redactor del diario El Pueblo y formé parte de la delegación de Arequipa junto al ya también fallecido José Antonio Valdez Pallete, entonces editorialista de ese diario y otros dos colegas dirigentes del Centro Federado de la Ciudad Blanca.

 

En un congreso de hace 63 años

 

Nos tropezamos con Víctor Salas, por así decirlo,  en el borde de la piscina del club de empleados de la International Petroleum Company en Tumbes, que ofrecía una recepción a los representantes del periodismo peruano reunidos en el congreso de Piura.

 

Nos dijimos salud con un vaso de whisky y comenzamos a intercambiar impresiones sobre nuestra presencia y los fines de la cita.


Con César Terán, y Olgger y Luis Podestá



Víctor venía, también acompañado por otros colegas, representando al Centro Federado de Periodistas de Puno.

 

Allí nació nuestra amistad y nunca hemos dejado de cultivarla, a pesar de que nuestras labores se han desarrollado en ciudades diferentes.

 

Cuando trabajaba en la Associated Press (AP) convertí a Salas Bartra en un corresponsal voluntario, porque lo llamaba a su oficina o su casa cuando necesitaba completar los datos para una información, como las periódicas pero sorpresivas inundaciones que provocaba el lago Titicaca sobre todo en las épocas de lluvias.

 

Corresponsal de varios medios

 

Él nunca se negaba a proporcionar los datos que le pedían sobre los acontecimientos de la región donde vivía y donde fundó una casa comercial que se especializó en la importación de instrumentos de música, “para satisfacer las ansias musicales a que son adictos los puneños”, dijo.


Aficionado activo a la fotografía



Además, era alcalde de la provincia de Puno, “nombrado a dedo”, decía sonriente, por el gobierno militar de Juan Velasco, lo cual no le impidió participar, con una pierna enyesada, a la cabeza de una demostración de protesta contra el régimen.

 

Justificaba su actitud en el hecho de que la policía y el ejército, llamados para disolver las protestas ciudadanas, “no se atreverían a actuar con violencia si veían al alcalde junto a los manifestantes”. Y así evitó lo que hubiera podido devenir en un baño de sangre.

 

En la Cofradía del Palacio

 

En Lima nos encontrábamos con él y otros colegas con quienes seríamos más adelante miembros de la Cofradía del Palacio, en un bar del centro para disfrutar de un cebiche y unas cervezas y hablar de los endémicos males gremiales que afectaban al periodismo.

 

La Cofradía lo distinguió hace tres años con un diploma que le fue entregado en su residencia de Arequipa, por el Presidente Vitalicio de la institución, quien viajó a esa ciudad especialmente para el acto de homenaje al distinguido periodista.


La Cofradía del Palacio captada por el "Padre Eterno"

 

Con César Terán Vega, editor del diario La República, visitábamos con relativa frecuencia la oficina del “Padre Eterno”, apodo que el impresor Apolinar Ventura le aplicó cuando una noche lo vio entrar sorpresivamente en sus talleres.

 

Víctor Salas era un personaje infaltable en los congresos de la Federación, cuando era una entidad que se regía por los principios democráticos que sus fundadores y otros distinguidos dirigentes le habían impreso para hacer de ella el respetado organismo gremial que fue.


Dedicado a la lectura 



Recuerdo que al iniciarse los congresos, Víctor Salas pedía la palabra e invocaba a los participantes a actuar con alegría durante el desarrollo de la cita, para evitar las palabras fuera de tono, que dieran motivo a resentimientos dañinos para la marcha institucional.

 

Así era el Padre Eterno, a quien hoy recordarán sus familiares con un oficio religioso en Arequipa, ciudad donde residió gran parte de su vida -sobre todo en su madurez, porque en su juventud vivió en Puno- y a quien algunos periodistas que lo conocieron como el hombre bueno que era, lo recordaremos también en otros lugares del Perú.

 

(Imágenes de archivo del autor)

www.podestaprensa.com

1 comentario:

sasa dijo...

Querido Luis Eduardo, una excelente memoria de mi padre. Que se nos adelantó en todo por esta tierra. Su amistad me encanta y la atesoro como mía. Gracias por el cariño y el tiempo compartido.