mascarilla que no lo
es porque no
impide ver el movimiento
de los labios
La pareja
hispano-italiana integrada por Álvaro González Romero-Domínguez y Simona Lacagnina
se encontraba en Sicilia, cuando la sorprendió la cuarentena por la aparición
del coronavirus y ante la avalancha de mascarillas tapabocas en todo el mundo
decidió aportar algo novedoso en la lucha contra el covid-19.
Simona y Álvaro los creadores de Cliu |
"Queríamos
aportar de alguna manera nuestro granito de arena a la situación", le dijo
González a la Deutsche Welle (DW) desde Palermo, donde reside con su socia, la
diseñadora Simona Lacagnina.
La DW
informó que ambos “han creado una mascarilla inteligente capaz de
autodesinfectarse, medir la calidad del aire y alertar de focos cercanos de
coronavirus”.
Además,
señaló que esta mascarilla “no esconde la sonrisa y se desinfecta sola”.
Han
denominado Cliu a su invento y “se basa en tres pilares: inclusividad,
sostenibilidad y tecnología”.
“En
primer lugar, quisieron desarrollar un producto inclusivo porque, recuerda
González, ‘las personas con problemas auditivos están acostumbradas a leer los
labios de los otros cuando hablan’. Una pantalla transparente con sistema
antivaho pretende acabar con esta barrera a la comunicación que, en realidad,
se ha convertido en el día a día de gran parte de la población mundial”.
Para poder ver la
sonrisa ajena
"Lo
estamos viviendo en primera persona", explicó González. "Una simple
sonrisa queda escondida detrás de la mascarilla, no se transmite".
Clío permitiré ver tu sonrisa |
La
mascarilla Cliu, además, dijo la DW, “es reutilizable, y además utiliza filtros
‘antimicrobianos y bioactivos, es decir, que no son dañinos para el medio
ambiente una vez que termine su ciclo de vida’".
También “es
desmontable y cada uno de sus materiales es reciclable. Al mismo tiempo",
puntualiza el diseñador español, "los materiales son biomédicos,
antialérgicos y certificados".
González
le dijo a la DW que “leímos en un artículo que dentro de poco tiempo habría más
mascarillas desechables en el mar que medusas" y allí nació su
preocupación.
El
español cuenta que han tenido numerosos mecenas de "prácticamente todos
los países de Latinoamérica, sobre todo de México, Perú y Colombia".
Informó,
asimismo, que “México, Perú y Colombia son los países latinoamericanos en los
que ha despertado mayor interés el proyecto de Cliu”.
González
anunció que “la primera oleada de mascarillas inteligentes llegará pues en poco
más de dos meses a compradores de más de 65 países. Muchas de ellas aterrizarán
en América Latina, que este mes de julio se ha convertido en el foco global de
la pandemia”.
“Los
siguientes en tener acceso a Cliu serán unas 20.000 personas que han reservado
el producto desde la página web del proyecto. Más adelante”, explica González,
"tenemos previsto un e-commerce para que, una vez estemos más
estructurados, podamos empezar a vender a nivel internacional".
Precisó
que entre las ventajas del Cliu se encuentra “el elemento tecnológico (que)
consiste en la capacidad de la mascarilla de medir la calidad del aire, la
contaminación y los focos de coronavirus activos a su alrededor, entre otras
cosas”.
Dijo luego
que “la versión premium incluye unos micrófonos y una serie de algoritmos para
medir la calidad de la respiración y la frecuencia cardíaca” del usuario.
"Esto
ayudaría a la hora de prevenir enfermedades respiratorias y es especialmente
bueno para personas con alergia, por ejemplo, o inmunodeficiencia", apunta
González.
(Imágenes
de DW)
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