ve la
ciudadanía el negativo
desempeño
de su Congreso
No se
extrañen del calificativo de negativo aplicado a nuestra representación
parlamentaria que ya tiene dos años en su palacio legislativo y no ha hecho su
trabajo y se ha dedicado más bien, a blindar -léase proteger, socapar-, solo por
el mérito del compadrazgo, a compinches que han cometido faltas o delitos.
Cuando les da la gana dejan sin quórum la sesión |
El
comentario se sustenta en los resultados de la encuesta desarrollada por el
Instituto de Estudios Peruanos (IEP) que materializa la opinión de los peruanos
frente a su mal llamado Poder Legislativo.
El
Congreso, al que muchos llaman Kongreso por razones que han saltado a la vista
como que es el feudo de la “señora K”, solo tiene un 10 por ciento de
aprobación, probablemente de peruanos desinformados o que le deben un taper o
una frazadita a la familia K.
Pero un
84 por ciento desaprueba lo que ha hecho -mejor podría decirse lo que no ha
hecho- el Congreso, que olvidó su principal misión que es legislar para mejorar
la vida de aquellos a quienes dice representar.
Lo extraordinario
pero no extraño de esta consulta, es que el 70 por ciento de ciudadanos consultados
reclama el cierre -sí, el cierre- del Congreso, porque no le sirve para nada.
Respuesta del Perú que debe tomarse en cuenta |
“Estos
datos acompañan a otro, inédito, de que el 70% respaldaría un eventual cierre
del Congreso por el presidente Martín Vizcarra, un apoyo que en el sur llega al
78%. En esa línea de razonamiento, el 55% cree que el cierre del Congreso
mejoraría la situación política, una sensación que aumenta en Lima (57%), el
norte (63%) y el sur (62%)”, dice la nota editorial.
El diario
añade que “esta percepción no es gratuita o casual. El Parlamento cosecha lo
que ha sembrado los dos últimos años. El rechazo masivo ha sido logrado a
pulso, y a él tributan el obstruccionismo al Ejecutivo, las investigaciones
amañadas –como el de la Comisión Lava Jato– la protección a los funcionarios
denunciados y el blindaje a los congresistas pillados con las manos en la masa
o bajo cargos graves, como Edwin Donayre o Héctor Becerril”.
Y cuánto
pagamos los peruanos para que calienten el asiento los 130 congresistas, de los
cuales se salvan muy pocos que sí se preocupan por mantener, por lo menos el
equilibrio entre esa mayoría desprestigiada llamada fujiaprista que solo trabaja
para defender sus propios intereses.
Llevan agua para su molino |
Al hacerse
cargo del puesto, cada congresista tiene S/ 15,600 por gastos de instalación,
que deberían cobrar solo los que llegan de provincias, pero el Perú generoso lo
otorga a todos aunque ya estén instalados en Lima.
“Los
peruanos gastamos en un congresista son S/ 312,888. Esto significará S/
40'675.440 por los 130”, dijo un informe de prensa hace unos meses.
Acá no
acaba todo. Porque el congresista no llega solo. Necesita un “equipo”. Tiene
derecho a dos asesores, un técnico, un asistente, un auxiliar y un coordinador con
derecho a un sueldo y a dos gratificaciones, escolaridad anual por S/ 4,000 y
una asignación diaria de S/ 36 para alimentación (a excepción del coordinador).
Así, pues,
“el despacho de cada congresista cuesta anualmente S/ 492,730, lo que
multiplicado por los 130 resultan generosísimos S/ 64'054,900 por trabajar para
sí mismos y no para el país.
Debíamos
tener el derecho de despedirlos, pero se duda que hagan una ley que nos dé esa facultad
a nosotros, sus empleadores. (Luis Eduardo
Podestá)
(Imágenes
del Congreso y La República)
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