sábado, 2 de junio de 2018

El bardo de la “I” nos acaba de dejar

Al “Gordo” Azpilcueta le rindieron
merecidos honores en el colegio
Independencia donde estudió

No veía al “gordo” Jorge Azpilcueta, desde hacía quizá unos diez años, cuando me era propicio estar en Arequipa, donde una discreta trastienda de Palacio Viejo, propiedad de una maestra jubilada, nos asilaba algunos mediodías para beber unas cervezas.

Su ausencia deja un gran silencio
Nos reuníamos con otro personaje de la bohemia arequipeña, Marcelo Martínez, retratista de los buenos, periodista y humorista, con Jorge Azpilcueta, el bardo, y algún otro circunstancial acompañante, y reíamos tan escandalosamente, que hasta nos llamaban la atención.

Recordábamos el estreno del vals de letra de otro recordado “alfeñique”, Hélard Zavalaga Valdivia, Oh, querido colegio, y de cuya música fue autor Jorge Azpilcueta Zúñiga.

Se trata del segundo himno de nuestro colegio, estrenado el 15 de julio de 1953, aniversario del plantel, en una velada desarrollada en el Teatro Municipal, por el trío Jorge Azpilcueta, Félix Valdivia Cano y Simón Vela.

Pero el gordo de hermosa voz de barítono, ya no cantaba. Solo conversaba. No tenía guitarra y parecía que su voz se había apagado, por los años, por el mal que padecía y del cual no hablaba y que nosotros, sus acompañantes, tampoco queríamos recordar.

Los últimos años que visité Arequipa y pregunté por él a Marcos Verapinto, a Rafael Vizcardo y a otros que fueron amigos comunes, me dijeron que ya no salía a la calle porque estaba muy enfermo. 

No me decían de qué y yo me abstenía de insistir porque a los años que teníamos, todas las enfermedades son naturales y premonitorias de algo que es mejor dejar en el silencio.

Azpilcueta se había ausentado de sus círculos habituales y naturales y al parecer, su familia era su única acompañante a la que se sumaba, me dicen, la de Amador “Chalacas” Rodríguez, con quien en épocas pasadas más activas, recorrió las peñas criollas de Arequipa con las guitarras a cuestas.

Ayer, Rafael Vizcardo, condiscípulo de mi promoción, me llamó para darme la triste noticia. “El gordo Azpilcueta ha muerto”, me dijo con una tristeza que en el acto se instaló en mi pecho.

El Colegio en pleno le rindió un homenaje

Y es bueno saber que el Colegio Independencia en pleno, su director, el doctor Henry Delgado Díaz, los profesores y el alumnado a quienes se sumaron numerosos exalumnos, le hayan rendido el homenaje de su réquiem, porque lo merecía.

Duele que se haya ido, que ya sintamos su ausencia definitiva, pero su recuerdo, su voz y su devoción por el Colegio que lo educó como hombre de bien, serán perennes.

Acompáñenme con un largo silencio, por la canción ausente de aquel bardo que le cantó sin descanso a nuestro querido colegio. (Luis Eduardo Podestá).

(Imágenes del archivo de Marcos Verapinto y del autor)
www.podestaprensa.com

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