Al “Gordo” Azpilcueta le
rindieron
merecidos honores en el
colegio
Independencia donde estudió
No veía
al “gordo” Jorge Azpilcueta, desde hacía quizá unos diez años, cuando me era
propicio estar en Arequipa, donde una discreta trastienda de Palacio Viejo, propiedad de una maestra jubilada, nos asilaba algunos mediodías para beber unas
cervezas.
Su ausencia deja un gran silencio |
Nos
reuníamos con otro personaje de la bohemia arequipeña, Marcelo Martínez,
retratista de los buenos, periodista y humorista, con Jorge Azpilcueta, el
bardo, y algún otro circunstancial acompañante, y reíamos tan escandalosamente,
que hasta nos llamaban la atención.
Recordábamos
el estreno del vals de letra de otro recordado “alfeñique”, Hélard
Zavalaga Valdivia, Oh, querido colegio, y de cuya música fue autor Jorge Azpilcueta Zúñiga.
Se trata del segundo himno de nuestro colegio, estrenado el 15 de julio de 1953, aniversario del plantel, en una velada desarrollada en el Teatro Municipal, por el trío Jorge Azpilcueta, Félix Valdivia Cano y Simón Vela.
Se trata del segundo himno de nuestro colegio, estrenado el 15 de julio de 1953, aniversario del plantel, en una velada desarrollada en el Teatro Municipal, por el trío Jorge Azpilcueta, Félix Valdivia Cano y Simón Vela.
Pero el
gordo de hermosa voz de barítono, ya no cantaba. Solo conversaba. No tenía
guitarra y parecía que su voz se había apagado, por los años, por el mal que
padecía y del cual no hablaba y que nosotros, sus acompañantes, tampoco
queríamos recordar.
Los
últimos años que visité Arequipa y pregunté por él a Marcos Verapinto, a Rafael
Vizcardo y a otros que fueron amigos comunes, me dijeron que ya no salía a la
calle porque estaba muy enfermo.
No me
decían de qué y yo me abstenía de insistir porque a los años que teníamos, todas
las enfermedades son naturales y premonitorias de algo que es mejor dejar en el
silencio.
Azpilcueta se
había ausentado de sus círculos habituales y naturales y al parecer, su familia
era su única acompañante a la que se sumaba, me dicen, la de Amador “Chalacas”
Rodríguez, con quien en épocas pasadas más activas, recorrió las peñas criollas de
Arequipa con las guitarras a cuestas.
Ayer,
Rafael Vizcardo, condiscípulo de mi promoción, me llamó para darme la triste
noticia. “El gordo Azpilcueta ha muerto”, me dijo con una tristeza que en el
acto se instaló en mi pecho.
El Colegio en pleno le rindió un homenaje |
Y es
bueno saber que el Colegio Independencia en pleno, su director, el doctor Henry Delgado Díaz,
los profesores y el alumnado a quienes se sumaron numerosos exalumnos, le hayan
rendido el homenaje de su réquiem, porque lo merecía.
Duele
que se haya ido, que ya sintamos su ausencia definitiva, pero su recuerdo, su voz
y su devoción por el Colegio que lo educó como hombre de bien, serán perennes.
Acompáñenme
con un largo silencio, por la canción ausente de aquel bardo que le cantó sin
descanso a nuestro querido colegio. (Luis Eduardo Podestá).
(Imágenes
del archivo de Marcos Verapinto y del autor)
www.podestaprensa.com
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