lunes, 5 de febrero de 2018

Recordando a los fundadores de un diario

Ocho trabajadores que hicieron
realidad el diario Correo de
Arequipa reciben medalla de oro

No todos los días se funda un diario y menos aún fuera de la capital del país, con todos los adelantos de una época que hoy ha quedado atrás y que conmueve al evocarlos hoy, un tiempo como el 2018 del siglo XXI, tan veloz y tan lleno de tecnologías.

Fundadores de Correo de Arequipa
Al evocarse los 55 años de la salida del primen ejemplar del diario Correo deArequipa, directivos de Empresa Periodística Nacional S.A. (Epensa) recordaron aquel 28 de enero de 1953 en que el tabloide del logotipo rojo saliera a la calle.

En recuerdo de aquel momento de la historia del periodismo de la Ciudad Blanca, fueron distinguidos con diploma y medalla de oro de la Municipalidad Provincial de Arequipa, los periodistas Luis Eduardo Podestá Núñez, Carlos Zúñiga Alemán, Juan Salas Ocharan, Darío Pariente Guzmán, Jorge Esquivel Góngora, y los trabajadores José Álvarez, Alipio Guzmán Canazas y Germán Paredes Bejarano, el último de los cuales estuvo ausente.

También recibieron la distinción Estenio Zúñiga del Carpio, Noé Carpio Toranzo, Alfredo Barbachán Espinoza, Henry Guillén, y Ronald Torres.

La editora general, Mónica Cáceres, ofreció el saludo de bienvenida a los invitados, la editora Nery Alemán Puma dio la lectura a una reseña histórica del diario, y el director de Correo de la macrorregión sur Héctor Mayhuire Rodríguez cerró la ceremonia con un discurso por el aniversario.

Un genio entre nosotros

Raúl Villarán Pasquel, considerado genio del periodismo por haber creado periódicos exitosos como Última Hora, Expreso, la cadena de Correo y, más adelante Ojo, estuvo presente en los días previos al lanzamiento de Correo, cuando dirigió numerosas ediciones cero en la primera sede del diario mistiano en la calle La Merced 535.

Raúl Villarán, el "rey de los tabloides"
Para aquel acontecimiento, hubo gran despliegue de personal. Llegó a Arequipa el estado mayor de la cadena junto a Villarán.

Formaban parte de ese equipo el destacado experiodista de La Prensa, José González Málaga, nombrado director del nuevo diario, el editorialista Mario Castro Arenas y Guillermo Thorndike, para reforzar el área informativa y editorial, y varios especialistas para talleres, circulación, administración y publicidad.

Villarán se propuso darle a Arequipa un diario ágil, un tanto alejado de la seriedad de El Pueblo y de los periódicos que llegaban de Lima.

Debía privilegiar y así nos lo dijo a Jorge Hani Legunda, jefe de redacción y a mí, jefe de informaciones, lo interesante sobre lo importante, textos cortos, mucha información gráfica y lenguaje sencillo, que estuviera al alcance de todas las inteligencias.

Hani y yo abogábamos por un tratamiento localista de las informaciones, porque conocíamos el carácter del lector arequipeño.

José González Málaga, el primer director

Pero Villarán afirmaba que “el lector de Arequipa no es distinto a los del resto del mundo”.

¡Y llegó el día! El 28 de enero de 1963 se tiraron 25 mil ejemplares que varias camionetas distribuyeron gratuitamente al público en los lugares de mayor concentración de gente.

Sin embargo, no se alcanzó el éxito que se esperaba y hubo gran desconsuelo entre la familia del hijo recién nacido, tanto los jefes de Lima como los periodistas de Arequipa.

El cuarto día, después de una siesta en la dirección del periódico, Villarán nos llamó a Hani y a mí.

-¡Ahí les dejo su periódico! Hagan lo que quieran con él. Yo regreso a Lima.

Los demás jefes regresaron a la central de la cadena en Lima uno tras otro.

El que más duró fue Guillermo Thorndike a quien le dimos un almuerzo de despedida en un restaurante camino del aeropuerto.

Por qué ocurrió en Arequipa lo que no pasó en Tacna, Huancayo ni Piura, donde las ediciones tuvieron éxito económico por su alta circulación, es un misterio que pocos se animaron a investigar.

Pero el desafío estaba lanzado

Correo inició una era de progreso en el periodismo escrito. Recuerdo que en mi anterior periódico, El Pueblo, se contrataba un fotógrafo para que cubriera determinadas misiones y que no existía taller de fotograbado.

Benito Guzmán (centro), con diploma periodístico
El fotograbador, señor Roberto Arismendi, también solicitado las veces que se le necesitaba, usaba un primus -cocina a querosene, para quienes no lo sepan- y la luz del sol para hacer los clichés que se utilizarían en la próxima edición.

Correo trajo un taller de fotograbado, dirigido por Ángel Colombo, a quien apodamos desde el primer día, el “chueco”, porque lo era.

También teníamos un taller de fotografía, con dos reporteros gráficos, que aprendieron las artes del revelado de películas y la impresión de las imágenes en papel, Benito Guzmán Canazas, ya desaparecido, y Jorge Esquivel, “Esquivelito”.

La ruidosa Covadonga

Los ruidosos talleres donde reinaba la rotativa apodada “la Covadonga” no sé por qué razón, eran gobernados por José Montoya Romero, “Pihuicho”, regente o jefe de talleres y cuyo apodo nunca supe cómo se originó porque como ustedes sabrán, el pihuicho es un pequeño lorito de la selva de hermoso plumaje.

A su lado trabajaban el “Gato” José Álvarez, a quien tuve el gusto de abrazar hace un par de años, en su casa de Mariano Melgar y en la ceremonia del viernes 26 de enero, hace poquísimos días. 


"Elena.. no" Juan Salas, tercero de la izquierda, fundador
Como máquinas auxiliares estaban los linotipos, enormes armatostes de más de dos metros de alto y por lo menos uno de ancho, donde se elaboraban los lingotes de plomo, provenientes de un crisol donde el plomo hervía a no sé cuántos grados centígrados de calor.

De allí salían los mencionados lingotes que es, como si dijéramos en lenguaje de hoy, los renglones de texto, en plomo que quemaba los dedos si alguien se atrevía a tocarlos a mano desnuda.

Una hermana de los linotipos era la Ludlow, que también trabajaba con plomo hirviente pero de donde salían las grandes letras de los titulares. A quienes trabajaban en estas tituladoras los llamaban los ludistas, una especialidad de los viejos talleres tipográficos.

Quien mal anda…

El jefe de esa sección era un limeño a quien llamaré Arévalo, porque su nombre se me escapó de la memoria. Era una magnífica persona, afable y siempre dispuesta a la broma, a quien sus compañeros del taller anunciaban un mal fin porque como tenía una pierna de palo, decían, “quien mal anda mal acaba”.

En la bulliciosa redacción nos alojábamos unos diez redactores de la primera etapa.

Hani, primer jefe de redacción
A Jorge Hani, el jefe de redacción, le decíamos “el chascoso” porque, ustedes ya lo saben, no parecía usar peine.

Uno de los redactores de locales que casi nunca estaba a la hora de ver el cuadro de comisiones era Carlos Meneses Cornejo, a quien nosotros no le pusimos la chapa de “el inglés”, sino el propio Raúl Villarán.

Ocurre que deseamos tenerlo con nosotros por su calidad de redactor, pero él trabajaba en La Comercial desde hacía varios años y aceptamos sus condiciones.

Se presentaba a veces al mediodía, a veces por las tardes, con su material, impecable. No había necesidad de corregirlo o voltearlo.

Una noche Villarán salía de la dirección y lo vio conversando con Jorge Hani en la redacción. Me llamó y me preguntó “¿quién ese inglés?”. Al “inglés”, que vestía un gabán beige y una gorra típicamente británica, probablemente para hacer frente al frío de la noche, solo le faltaba una pipa para parecerse a Sherlock Holmes.

Le expliqué a Villarán de quién se trataba y quedó satisfecho y Carlos Meneses se quedó como “el inglés” de nuestra redacción.

La primera familia

Trajimos de El Pueblo a Juan Salas Ocharan, “Elena… no”, a quien alguno de los llegados de Lima bautizó como “volkswagen con bocina de tractor”, debido a su profunda voz.

En policiales debo recordar a Gustavo Salas Morales, “el chicle”, apodado así por sus contactos en los clubes exclusivos, donde se originaba buen material periodístico.

Salas Morales dirigió durante varios años el diario Correo de Tacna y murió de un tumor cerebral a finales de la década de los 60s.

El “chino” Edilberto Guzmán, de locales, estudiante de derecho, nos arrancaba sonrisas porque comenzaba casi todas sus notas como si se tratara de un texto judicial: “Considerando que… etc.”.

Darío Pariente, redactor de locales, a quien encontraba por el centro de la ciudad, cada vez que estaba en Arequipa y con quien tuvimos el viernes 27 una evocadora conversación sobre el viejo Correo.

En la jefatura de deportes, desde los meses en que hacíamos ediciones cero, actuaba Carlos Zúñiga Alemán, quien tuvo como virtual jefe temporal a Francisco Landa, traído de Lima para reforzar esa sección.

Guillermo Thorndike, del equipo limeño
Más tarde, se sumaría a la sección deportes, Alejandro Avendaño, a quien sin serlo llamaban el “tuerto”, quien hacía bromas sobre su condición de bizco, tenía una chica que se llamaba Iris y un día pidió permiso para ir a Lima con el fin, dijo, de que le "alinearan las luces”.

Yo no me libré del bravo ingenio de mis colegas. Me decían “el ogro”, no sé por qué.

Éramos como se observa, una gran familia, donde abundaban las bromas y donde llegado el momento de trabajar solo se escuchaba el antiguo y nostálgico teclear de las máquinas de escribir.

Hoy, según he visto en algunas redacciones, reina un silencio de iglesia, donde de vez en cuando se alzan la cabeza y la voz de unos seres humanos, por sobre las brillantes pantallas de las computadoras.

Como yo también me he entregado a mi tarea en una computadora con la que converso todos los días durante varias horas, dedicado a la lectura de periódicos y noticias de todo el mundo al alcance de un click, y también a escribir periodismo y literatura, no podría decir que “todo tiempo pasado fue mejor” pero a la luz de los años y recuerdos... sí parece serlo. (Luis Eduardo Podestá)

(Imágenes de Correo y archivo)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena remenbranza... es un recordar que nos permite voler a vivir aquellos años... y las chapas son ahora "rechapas" al citarlas muy buenas!
SDaludos
Nexmi

Rafael Vizcardo dijo...

Mis felicitaciones por haber sido condecorado con la medalla de oro por el diario el Correo de Arequipa.