Aislado,
quizá para disfrutar a
solas
sus recuerdos, Carlos Ney
Barrionuevo
se fue sin ruido
Con
retraso, merced a mi búsqueda en archivos desordenados -quería que supieran que
sí lo conocía- encontré el homenaje de recuerdo que deseaba brindar a mi amigo,
colega e interlocutor de cien conversaciones, Carlos Ney Barrionuevo Córdova,
sobre cosas de este mundo y de los mundos que vendrán.
El periodista que difundió poesía |
En octubre
de 1993 tuve el gusto de tener ante mis ojos el libro de poemas del periodista
policial Carlos Ney Barrionuevo Córdova y la sorpresa no fue menor que mi
alegría al descubrir que en el interior de ese duro periodista se alojaba un
espíritu sensible extrañamente enternecedor.
Entonces,
fuera del periodismo formal, en el periódico “Siempre”, que contradictoriamente
tuvo breve vida, tuve la ocasión de escribir sobre la nueva cara de Carlos Ney.
Alguna
vez me contó que eso de “Ney”, fue un involuntario apelativo que su madre le
dio cuando era un niño de escuela.
-Mis
amigos me venían a buscar y ella me llamaba ¡Ney, te buscan!
A él
aparentemente, no le disgustó que en el próximo futuro, en los periódicos en
que trabajó antes de que nos conociéramos en el viejo Expreso del jirón Ica, su
nombre adoptara finalmente la placa de Carlos Ney Barrionuevo.
Carlos Ney
murió a los 91 años hace dos semanas y de inmediato me vino a la memoria la
imagen de ese periodista exultante, emocionado con las noticias que traía, que
merodeaba la mesa de redacción hasta que se aseguraba de que su noticia estaba
titulada y sería entregada a edición para publicarse al día siguiente.
Descubriendo al poeta Ney |
También
recuerdo su conversación sobre mil temas que iban casi sin transición de la
literatura a la ciencia y al esoterismo, mientras degustaba un cigarrillo y se
echaba un trago de cerveza para animar con gestos las imágenes de los relatos que
poseía y que no eran publicables.
No me
he privado de volver a leer sus poemas -solo unos cuantos porque el libro desapareció
de mi biblioteca en algún momento- y no resisto la tentación de entregarlos una
vez a lectores nuevos que, es más que posible, desconocen la vena poética de
ese mi amigo y colega que fue Ney Barrionuevo.
El
artículo y los poemas que siguen fueron, reitero publicados en el periódico
Siempre de Arequipa en diciembre de 1993.
“Los
poemas nada tardíos de un periodista veterano
“Siete
Caras de una vida
“He
disfrutado Las Siete Caras de la Muerte mas El Fracaso de Pigmalión,
de Carlos Ney Barrionuevo, -¿poeta encubierto a quien recién conozco?- periodista,
lector contumaz de todo, -ciencia ficción, ciencia pura, literatura-
bohemio,
si el sentido de la palabra es sentarse en la mesa de un bar, beber cerveza y
conversar sin mirar el reloj.
En trazos de Marcelo Martínez |
“La
primera vez que con Ney -así llamado simplemente en el Expreso de los años 60s-
bebimos de nuestra propias inclinaciones por lecturas y aficiones similares,
fue una noche de abril en que yo acababa de ingresar a la llamada ‘mesa’ del periódico.
“Vi a
Ney, a quien acababa de conocer dos horas antes, rondar la mesa, para saber la
suerte de las informaciones policiales que había traído durante el día.
“Al
final, esa era una ronda inútil, pues sabía que todo -o casi todo, lo cual era
una suerte loca en un periódico donde el espacio era lo más preciado que existía-
iba a ser publicado y, además, bajo su firma.
“-¿A
qué hora sales?- me preguntó directamente.
“-A las
once- le respondí.
“-Para
que vayamos a tomar un trago- replicó.
“-Ya,
pues.
“Y el
trato quedó cerrado. A las once y media -porque uno sabe a qué hora entra en un
periódico, pero jamás sabe a qué hora va a salir- abandonamos el local del jirón
Ica y nos fuimos a un bar de buena muerte llamado La Llegada, a una cuadra del
Parque Universitario.
“Tomamos
cuatro botellas de ron con cocacola y limón. Pero lo significativo no fue la
tremenda borrachera que nos dimos sino la conversación que anudamos,
entre
medianoche y seis de una brumosa mañana en que me di el lujo de llevar a su
casa a uno de los más conspicuos bebedores de la redacción y quien, con toda
seguridad -siempre he tenido esa sospecha- habla sido encomendado para darme el
bautismo de alcohol en mi primer día de trabajo.
Gran lector de amplia conversación |
“Hablamos
de Isaac Asimov, de la poesía de Vallejo, de ciencia-ficción y astronomía, de
la evolución de la humanidad, de los viajes espaciales y del tiempo que
ocupaban y de por qué diez años en el cosmos podrían equivaler a 300 años de la
vida en la Tierra, de la escasa lectura de que disfrutan los peruanos, del
precio de los libros y de lo difícil que era publicar algo.
“Creo
que entonces -como ahora- ambos teníamos iguales aficiones por perpetrar poesía
y lo hacíamos en silencio, cuando retornábamos a nuestras casas y nos
arrebujábamos en esa soledad deseada todo el día.
“Y creo
que él en ese tiempo hacía lo mismo, que yo, sobre todo cuando nuestra llegada
a casa había sido precedida por unas horas de ‘bohemia’.
“Ver su
libro de carátula rojinegra precisamente el 1 de octubre pasado, cuando se
celebraba el Día del Periodista, me conmovió profundamente. Había llegado Ney a
lo que muchos queríamos llegar: parir un libro.
Conversación con el Premio Nobel de Literatura 2010 |
“Creo
que no ha sido cosa fácil, sobre todo aquí, donde el libro es artículo de lujo
y un lujo que muchos autores no pueden darse ni dar a sus lectores.
“Es
posible que aparte de nada fácil, el parto tampoco haya dejado de ser doloroso
para Ney, porque describe el inicio, al éxtasis y la lejanía de un amor.
“Esa
tarde, en el segundo piso de la Federación de Periodistas, frente a las
cervezas de las celebraciones, dijimos que era el fruto de un amor de los 60
pero nunca dijimos que por ello dejaba de ser bello y magnífico.
“Ismael
Pinto, comentarista y respetado crítico literario y amigo común, dice en su ‘a
modo de prólogo’ que ya Ney hablaba de publicar algo en 1992 y que no se trata
de una recopilación o de una selección de poemas sino de un ‘poema largo’ con
varios títulos.
“Eso
es. Un poema en que -me parece sin dármelas de critico ni analista literario ni
sicológico- Ney nos entrega un tramo muy recóndito y sentido de una etapa de su
vida, en que sus celos y su ansia de vivir lo hacen acercarse a la muerte que
es, en resumen, la solución y el comienzo de la eternidad.
La "Catedral" de la Conversación |
“Su
ternura, gozo y esperanza se tornan en la víspera de un drama de frustración y
dice en su Poema Tercero:
“En la caja de Pandora / también están
mis celos / Jamás la abran. / Desatarán iras infernales. / Los celos míos son /
como los antiguos ladridos / que los lobos y las sierpes hicieron suyos. / Sé
que, liberados, me aniquilarán”.
“Y
halla consuelo en la espera:
"Por eso, me entretengo, / pensando
sin pensar, de martes a martes / cuando ella no llega”.
“Y
concluye:
"La distancia se hace, de ese modo,
/ larga y plácida; / borra los espejismos y los infiernos / que, residuales, / habitan
en mi pecho".
“Me
gustó especialmente el Poema Sexto -nunca me atreveré a
decir que una obra de arte es buena o mala- así como me gustaron todos los de Las
Siete Caras… porque diseña un sentimiento común de todas -o casi todas-
las historias de amor:
"Yo sé que te Irás un día / Sin
abrazos / Sin despedidas / Sin ningún adiós".
"Fuiste tierna y salvaje / cada vez
que mi amor te atrapó / bajo las sábanas y frazadas / que ocultaron el frenesí del
sexo / y apagaron la gloria de los quejidos / que el tiempo cuajó en horas
petrificadas"
"Porque el por qué de los por qué /
no servirán de constatación ni de lacre / para cerrar la carta del adiós".
Distinguido por el gremio junto a colega Marcoz |
“Quienes
conocen a los periodistas y su trabajo cotidiano, su aparente encanallamiento
frente a la canallada de una sociedad que se mata también
cotidianamente mientras habla de paz y de concordia, no podrán menos que
mostrarse desengañados -por lo menos incrédulos- ante la ternura
desencadenada por un periodista policial como Ney Barrionuevo, que estuvo más
de 40 años en contacto con lo peor de los acontecimientos de una ciudad, como
Lima, que se ha convertido en una selva.
“Bueno
es saber que dentro de una aparente cáscara de cinismo e indiferencia, no estaba
oculto ni muerto el ser humano ni su capacidad de enternecerse por el amor, de
sentir el dolor de las despedidas cuando ellas son -quizá- definitivas.
“Y a
quienes no nos atrevíamos a entrar en el mundo de los libros con sentimientos
que creemos deben permanecer para solo nosotros, egoístamente, Las
Siete Caras... nos estimulan y nos invitan a salir a la calle y a
difundir literatura y poesía como si cumpliéramos una misión periodística, una vez
más.
Junto a su joven pupilo Mario Vargas Llosa en La Crónica |
“Todo
ello nos lo hace sentir Ney con su primer libro, que ojalá no sea el último, porque
abre la caja de Pandora de la humanidad en su más primitivo, eterno, hermoso sentimiento
que es capaz de mover montañas y de convertir en dioses a los hombres.
“Por
todo ello, gracias Ney, hermano”.
“Junto
a ese comentario, publiqué dos de sus poemas:
Poema Segundo
Ese
rostro tuyo parece labrado
en
piedra y refleja luces del Sol
y Luna
andina cuando te inclinas para
escribir
esa carta que diriges a quien
está
frente a ti, contemplándote
Tu
corazón es un misterio
Y no
hay palabra para nombrar
ese
instante detenido
Tienes
la actitud
de una
niña que se interroga y
ensaya
respuestas caprichosas
en el
examen de fin de año
Yo
proyecto, entonces
tu infancia
y tu
futuro.
Porque
eres
la
constancia
Y
porque eres lo concreto
y
porque soy el Nigromante
que
desperdigó sus elíxires
en un
desafío a Dios y a la vida.
Sé que
has amado
a otros
hombres
y a todos
les has
dado tu amor
y,
generosa, tu ternura
Mujer,
mujer,
has
encendido estrellas
al
tenebroso ocaso mío
Y sé
que tratas de hacerme sentir
hombre
infinito
en la
hora en que, enfermo por el tiempo,
recorro
la última estación
en
busca de la senda que me lleve a heladas
regiones
donde no crezcan árboles ni pájaros
Jamás
pienses
que soy
un desesperado.
Aún
guardo ramos de ternura y de alegría
para
quienes de mí nunca dudaron
Y sé
que tu amor es cruel
y que
tiene carburantes letales
que me
harán sucumbir
en la
hora en que, anhelantes,
nos
abracemos en unión insólita
a la
que temo como un condenado.
Lo felicitó cuando se enteró de que escribía poesía |
Poema séptimo
Yo aquí,
solitario, miro el cielo
y veo
resplandecer un astro único
¿Es el
Sol? Me pregunto
Y una
niña que pasa por la calle
me
responde: Sí, es el Sol. ¿Es usted ciego?
No hay
respuesta
ni
tiempo de darle las
gracias
a la pequeña:
iHelena
ya se fue!
Carlos
Ney: que estas palabras, las tuyas y las mías un poco a destiempo quizá, sean
mi homenaje a tu memoria, a los días y noches que anudaron nuestra amistad
frente a una mesa con botellas, sobre la cual entregabas tu palabra
modestamente sabia para que un día como hoy la recordemos. (Luis Eduardo Podestá).
(Imágenes captura de AméricaTV, de La República y archivo del autor)
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