Tampoco
quería que nacieran
niños
en la sierra para que
no se
convirtieran en terroristas
Nota
del editor- El artículo que sigue pertenece a la periodista y escritora peruana
radicada en España, Gabriela Wiener y fue publicado en El diario de España y
reproducido en otras publicaciones peninsulares como El Tambor.es, revista
digital de La Gomera. Lo reproducimos aquí porque aporta mucho a la historia de
lo que hizo el gobierno del exdictador japonés Alberto Fujimori y constituye un llamado a la protesta y rechazo contra el ilegal indulto concedido por el gobierno
pusilánime de Pedro Pablo Kuczynski. Wiener nos recuerda los múltiples crímenes
contra los derechos humanos en el Perú de Fujimori, quien fue calificado como
el octavo presidente más corrupto del mundo por la organización Transparencia
Internacional.
En libertad el dictador que se
cebó contra las mujeres del Perú
La autora |
por
Gabriela Wiener
Está
fuera de la cárcel el jefe que accionó ese aberrante mecanismo de control
demográfico diseñado décadas antes por el primer mundo para el tercero y para
ser aplicado como política de Estado por gobiernos afines al FMI y al Banco
Mundial, violentando los cuerpos de las mujeres.
Está en
la calle quien dio la orden de despojar a tantas de su derecho fundamental,
tratándolas como si fueran cifras en una estadística, dejando atrás heridas
abiertas, tierras baldías, territorios yermos.
El que
mandó a torturar a su esposa.
El que
dejó sin justicia a miles de víctimas de violación.
El que
hizo secuestrar y maltratar a sus propias agentes de inteligencia.
El
cabecilla de una banda que mandaba sobres bombas a mujeres periodistas y dejaba
dinamita en la puerta de las casas de activistas feministas.
El que
desconoció el dolor de las madres que buscaban a sus hijos muertos.
Alberto
Fujimori está libre. El actual presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski
(PPK), acaba de soltarlo, en lo que ha sido a todas luces un canje político
disfrazado de indulto humanitario.
PPK y su vínculo con Odebrecht
Días
atrás, la revelación de los vínculos entre una empresa propiedad de PPK y la
empresa constructora y corrupta Oderbrecht, durante la época en que el primero
era ministro de economía, lo puso al filo de la vacancia presidencial por
incapacidad moral, pero a última hora el Congreso, mayoritariamente
fujimorista, decidió la votación a favor de la permanencia del presidente.
Lo que
pocos sabían es que PPK se quedaba porque había negociado con ellos debajo de
la mesa la libertad y el perdón del reo más famoso del Perú.
Más de 300 mil mujeres "operadas" |
El
indulto humanitario para el ex dictador viene con derecho de gracia, eso quiere
decir que Fujimori –quien ayer publicaba un video en sus redes sin rastro de
padecer una enfermedad terminal– ha sido exculpado también de los procesos que
tiene abiertos y juicios pendientes, como el de las esterilizaciones forzadas,
una de las violaciones de derechos más graves en la historia peruana cometida
contra las mujeres, que continuaba en investigación fiscal y ahora podría
quedar impune, salvo que prosperen los recursos de nulidad.
Yerma en los Andes
Entre
1995 y 2000, los años más duros de la dictadura de Alberto Fujimori, se estima
que fueron esterilizadas contra su voluntad 331.600 mujeres indígenas en el
Perú.
Esto
es, que muchas veces mediante engaños, otras recurriendo directamente a la
violencia, cientos de miles de mujeres no solo se vieron privadas de su derecho
a concebir sino que han arrastrado durante años las secuelas psicológicas del
abuso al que fueron sometidas e incluso el estigma que las persiguió en sus
lugares de origen, casi siempre pueblos de los Andes, donde el dictador y sus
cómplices se creían con más derecho a aplicar su “Programa Nacional de Planificación
Familiar”.
Mujeres en una lucha que no es escuchada |
¿Cómo
se llevaba a cabo este programa? Según informes de Amnistía Internacional
algunas de las prácticas iban desde imponer a los médicos un sistema de cuotas
o “metas numéricas” para la práctica de estos procedimientos (además de “estímulos”
si cumplían las metas), la amenaza de practicarles abortos a las mujeres
embarazadas si no accedían a ligarse las trompas, campañas engañosas en las que
se ofrecía la ligadura como cualquier otro método anticonceptivo no permanente, el secuestro, el chantaje a los maridos para
que firmasen “autorizaciones” o el uso de la fuerza.
El presidente que nos odiaba
Alberto
Fujimori demostró, durante todo su gobierno, su misoginia radical y una
dinámica perversa en su relación con las mujeres.
La hijita que la remplazó |
Fue el
único presidente del mundo que acudió a la Conferencia Mundial de Mujeres en
Beijing en 1995, pero luego de ofrecerse como un defensor de la causa femenina,
puso en marcha el programa de control de la natalidad en los Andes.
“A
Fujimori en realidad no le importaban las mujeres –cuenta hoy Rocío Silva
Santisteban, ex directora de la Coordinadora de Derechos Humanos en el Perú–
sino el dinero que el Banco Mundial había ofrecido a cambio de un decidido
apoyo del Gobierno a la política de control poblacional.
Esa política
se entroncaba con el famoso Plan Verde de los militares: controlar a la
población indígena, rural y pobre para evitar la proliferación de
“terroristas”.
Las
esterilizaciones forzadas son la punta de lanza de ese plan. “En ese proceso
usó también a algunas ONG que trabajaban con colectivos de mujeres y que
gestionaron el programa.
Ensañamiento contra las más pobres |
Se
hizo, explica Ana María Vidal, Secretaria Ejecutiva Adjunta de la Coordinadora,
“en el marco de una política de salud pública, y utilizó como fachada un
discurso de reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos para luego
enviar a cientos de médicos por las regiones más pobres del país con la orden
de esterilizar”.
“No es bueno para las mujeres”
Muchas
feministas se opusieron duramente, como la abogada Gina Vargas, que acuñó la
frase: “Lo que no es bueno para la democracia no es bueno para las mujeres”.
Otra
activista feminista histórica, Giulia Tamayo, publicó el informe “Nada
Personal”, denunciando las ligaduras de trompas ilegales y al poco tiempo el
grupo Colina –el comando paramilitar de Fujimori y Montesinos– le colocó una
bomba en la puerta de su casa y tuvo que refugiarse en España.
Las
agresiones sexuales también fueron banalizadas durante esos años, y aunque el
Estado les entregó muchos años después del Gobierno de Fujimori un certificado
de víctimas a las 5 mil mujeres violadas, también en su mayoría indígenas –lo
que prueba el cariz doblemente discriminatorio de estas prácticas violentas–,
que se atrevieron a denunciar (deben ser muchísimas más), solo hay una
sentencia en el poder judicial en la que se sanciona al violador, el de una
mujer identificada como "MMM". Las demás nunca fueron juzgadas.
Canallesca teoría sobre violación y aborto |
Esto
ocurre en el mismo país en que la ley de violencia de género sirve para poco,
donde siete de cada diez mujeres han sufrido agresiones, en el que el aborto
sigue siendo ilegal, incluso en caso de violación y en donde el Arzobispo de
Lima, Juan Luis Cipriani es capaz de declarar que “los abortos no se deben a
que han abusado de las niñas sino a que la mujer se pone como en un escaparate
provocando”.
Las Geishas
En otro
despliegue de falsa empatía, Fujimori creó también el primer Ministerio de la
Mujer de la historia del Perú, pero nació con sello clientelista y manipulador.
La
primera ministra, Luisa Cuculiza, era una señora autoritaria y
ultraconservadora.
Fujimori
se caracterizó por rodearse de mujeres que apañaban sus latrocinios, que lo
defendían en los medios, todas desfeminizadas, cómplices.
Inventó la "autotortura" de las víctimas |
Les
llamaban “las martas”, entre ellas estaba la congresista Marta Chávez, de verbo
violento y endemoniado, y Marta Hildebrandt, presidenta de la Academia de la
Lengua en el Perú y presidenta del Congreso de la época, quien llegó a decir en
una entrevista que ella estaba “a favor del autoritarismo, no de la autoridad”.
Otra,
Luz Salgado, fue hasta hace poco, presidenta del actual Congreso.
En esta
especie de “fiesta del Chivo” a la peruana, Fujimori ejerció idéntica
influencia en las periodistas que cubrían Palacio de Gobierno, a quienes se les
llamó las “geishas del japonés” y que fueron inmortalizadas en videos que las
muestran dándose baños en las pozas de aguas termales que le encantaban al
presidente y en una cama de hotel en Londres con el entonces todopoderoso
Fujimori.
Su
principal animadora y groupie en la televisión fue la inefable presentadora
Laura Bozzo, que acabó en arresto domiciliario por comprobarse que había
sostenido reuniones con Vladimiro Montesinos con el fin de hacer campaña por el
fujimorismo en sus programas.
Incondicionaleas del dictador |
“Las
mujeres autoritarias y/o genuflexas ante el poder del patriarca marcaron el
estilo de su Gobierno", afirma Silva Santisteban.
La esposa torturada
Dejamos
de verla por un tiempo y cuando reapareció su salud estaba muy deteriorada,
necesitaba de silla de ruedas y no podía hablar con claridad.
Una de
las primeras denuncias impunes de una mujer contra Alberto Fujimori fue la de
su esposa, la entonces primera dama Susana Higuchi.
Ella
denunció haber sufrido secuestro y tortura en el sótano del Servicio de
Inteligencia del Ejército, con constantes sesiones de electroshocks para evitar
que hablara de lo que estaba pasando dentro del Gobierno. Incluso llegó a
enseñar sus quemaduras.
Torturada por su esposo |
Los
medios comprados por el aparato propagandístico de la dictadura se encargaron
de desprestigiarla, de hacerla pasar por loca y así lograron acallarla.
El
fujimorismo necesitaba su silencio, luego supimos por qué: Fujimori en esos
días habría dado la orden para las matanzas de los nueve estudiantes y un
profesor de la Universidad La Cantuta y la de los 15 habitantes de una quinta
de Barrios Altos, incluyendo a un niño de 8 años.
Crímenes
de lesa humanidad. Sería condenado a 25 años de prisión por homicidio
calificado con alevosía, lesiones graves y secuestro agravado.
Era,
además, un gran corrupto: a Vladimiro Montesinos, su asesor de inteligencia, le
entregó a espuertas los fondos del Estado para corromper a jueces, militares,
congresistas, periodistas, comprando las líneas editoriales de periódicos y
canales de televisión, por lo que le cayeron otros seis años más.
T |
Trabajo sucio por su encargo |
Compró
a la prensa amarilla, desde donde difamó a sus rivales políticos y sumaron seis
años más de prisión.
Por
todos estos casos estaba sentenciado cuando PPK lo indultó. También por
desaparecer los videos que grabó el propio asesor y que probaban sus fechorías.
Y le quedaban un buen puñado de casos por juzgar.
El de
Higuchi, como el de las esterilizaciones forzadas sigue abierto y podría
quedarse sin sentencia si el indulto sigue adelante.
Ante la
comisión congresal que investigó el caso de la exprimera dama años después, su
propia hija, Keiko Fujimori, fue la primera en negar la tortura.
Luego
de ver a su madre expulsada del Palacio de Gobierno aceptó convertirse en la
hija-Primera Dama de Fujimori.
Hoy es
la candidata del partido fujimorista, líder de la oposición, la que perdió la
presidencia en las dos últimas elecciones, primero ante Humala y después ante
PPK, pero no acepta que no es presidenta.
Es otra
de las investigadas en el caso de Oderbrecht por recibir millonarias sumas para
sus campañas y por ello en las últimas semanas hemos vuelto a ver las viejas
maniobras de los fujimoristas: persecución política a fiscales y
amedrentamiento del Tribunal Constitucional.
En el
año 2000, Alberto Fujimori huyó a Japón y renunció a la presidencia del Perú
vía fax, ante la evidencia de los casos de corrupción de su Gobierno.
Allí
fue protegido por una poderosa empresaria hotelera, Satomi Kataoka, conocida
por sus vínculos con el fascismo japonés, y con quien, ya divorciado de
Higuchi, se casó como parte de su estrategia de inmunidad.
Quiso
empezar una nueva vida junto a ella, postulando a diputado, haciendo valer su
nacionalidad japonesa que siempre había negado, pero no pudo evitar su
extradición en septiembre de 2007.
Al poco
tiempo de ser encarcelado, perdieron el vínculo. Una vez más instrumentalizaba
a una mujer para sus oscuros fines.
Mujeres de batalla
Tampoco
parece que vaya a pagar por los crímenes contra las agentes de inteligencia
Mariella Barreto, asesinada y descuartizada; y Leonor la Rosa, superviviente de
tortura, solo porque sabían demasiado de las prácticas ilegales de los comandos
que estaban a la orden de Montesinos y Fujimori.
Leonor La Rosa, otra víctima |
Todas
fueron clave en el desenmascaramiento del régimen. Hubo heroínas también en los
medios.
La
periodista Melissa Alfaro, jefa de informaciones del semanario Cambio, que cada
tanto presentaba informes para atizar al Gobierno, abrió el sobre bomba que el
servicio de inteligencia había enviado a nombre de su director y murió en el
acto.
Pero
sin duda, las mujeres que más guerra han dado y siguen dando contra el tirano
son las madres y hermanas e hijas, los familiares de las víctimas.
Para que sus crímenes no queden impunes |
Ayer,
la madre del niño asesinado en Barrios Altos, Rosa Rojas, rodeada de la gente
que protestaba contra la medida y contra las explicaciones de PPK –que intenta
apuntalar una falsa campaña de “reconciliación nacional”–, clamaba:
“No es
fácil decir pasemos la página, que tengamos un nuevo comienzo. Yo traje al
mundo a mi hijo y aún no lo puedo olvidar. Hoy él tendría 35 años y aquí estoy.
Seguiré luchando hasta el último día. Se burló de mi dolor. Un dolor que hasta
ahora tengo en el alma. No puedo olvidar a mi hijo especialmente hoy que es
Navidad. Estoy en la calle cuando debería estar en casa con mi familia. No es
justo que PPK haga esto”, dijo.
Los
años de lucha por mantener la memoria y aplacar el dolor de miles de mujeres
que aún esperan justicia no pueden quedar impunes.
(Imágenes
de la prensa peruana e internet)
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