Periodista descubre que en la
conocida entidad estatal los
que “trabajan” no saben hacerlo
Nota del editor - Habituado a leer las novedades del Perú
a través de diarios e intervenciones en
la red de mis colegas periodistas, me encontré con la siguiente sabrosa y
reveladora nota de cómo “trabajan” algunas dependencias públicas cuya misión
parece, precisamente, la de impulsar el decaído desarrollo del país en un
momento tan crítico como el actual. La información estaba en el muro de mi gran
amigo Pedro Ortiz Barnuevo, con quien me unen viejos lazos de camaradería desde
los tiempos del diario Correo que navegaba el proceloso mar de la dictadura de
Velasco Alvaradoy parte de la siguiente era de la “devolución de los diarios (confiscados) a sus legítimos dueños”. La profesionalidad de Ortiz deja fuera de
toda duda cualquier exageración en su información, porque él se caracteriza por
su respeto a la objetividad y su gran sentido de observación. No deja de ser, sin embargo, un crítico vitriólico
de lo que ve mal. Y esto es lo que encontró cuando fue como un ciudadano común
a reclamar información en la pomposamente (¿y engañadora?) Corporación Financiera
de Desarrollo (Cofide) – Luis Eduardo Podestá desde Múnich, Alemania.
Cofide no quiere a las MYPES
Por Pedro Ortiz Barnuevo
El viernes 29 de setiembre a las 10 am., fui a COFIDE (Corporación
Financiera de Desarrollo) para saber lo que necesita un pequeño empresario que
quiera formalizarse.
El vigilante me dijo de arranque que antes daban
información, pero que ya no y me dio un volante con la dirección de una oficina
“aquí nomás, junto al Banco de Crédito”.
Volantes de engañadora sonrisa |
“Hacemos todos los trámites por ti”, leí en el
encabezado y vi que se trataba de un negocio particular, así que volví a la
carga e insistí con el vigilante.
Las lujosas oficinas del CENTRO DE DESARROLLO
EMPRESARIAL DE COFIDE en la zona más cara de San isidro, estaban vacías a esa
hora.
En uno de los casi veinte cubículos, cada uno equipado
con una moderna computadora, había un empleado solitario, mientras en otro, un
señor conversaba con una señorita.
-“Con ella tiene que hablar, así que espere un
momento”-, me dijo el vigilante.
Pasaban los minutos y la charla de la pareja
continuaba, de modo que me acerqué y me quedé mirando, hasta que la
conversadora me vio y salió a atenderme.
-“Mira– me dijo la señorita, tuteándome en prima– ya
no damos ese servicio, así que anda a esta oficina (la del volante) …”
Así cualquiera "trabaja" |
Le pedí que me comunique con el jefe del Centro de
Desarrollo Empresarial de Cofide y no quiso, hasta que le mencioné mi condición
de periodista, no sin antes dejarla helada con un aclare por la conchudez del
tuteo.
Al fondo a la derecha de los cubículos, una señora
(digo, por la edad) escribía en una computadora, pero levantó la cabeza para
atenderme y me dijo que la información podía verla en la web.
- “Es más, –me dijo – puede verla aquí…”, e hizo el
intento de colocarme frente a una computadora.
Argüí que no era mi dominio y le pedí que me imprima
la información, que yo pagaría las copias.
Se negó y volvió a negarse, hasta que le hice ver la
gravedad de la situación, ya que en una oficina del Estado se repartían
volantes de un negocio particular ¿a cambio de una comisión?
Finalmente me dio una copia de un folleto de 38
páginas correspondiente al “Manual de usuario del sistema de intermediación
digital (SID-SUNARP) que solo de verlo me dio pereza, así que insistí en que me
dé una hojita con los requisitos para formalizar una pequeña empresa.
-“Ahí está todo, léalo…”-, me respondió en tono de
despedida.
El folleto es una farragosa sucesión de indicaciones
que desanimaría a cualquier empresario que quisiera optar por la formalidad.
Cuando salía, cogí del mostrador de informes un
volante de Cofide que reposaba junto al de la empresa particular, que
pomposamente dice : FORTALECIENDO A LA MYPE, DESARROLLAMOS AL PERÚ –
Consultorios gratuitos, previa cita.
(Los empleados de Cofide son los mejor pagados del
Estado, junto a los del Banco Central de Reserva, de la Sunat y de la
Superintendencia de Banca y Seguros)
(Pedro Ortiz Barnuevo).
(Imagen del autor y de archivo)
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