Exalumno de promoción
rebelde de la “I” exhibe
decenas de medallas
De Leonidas Gutiérrez López, exalumno de la promoción rebelde de 1951
del Colegio Nacional de la Independencia Americana de Arequipa, y ex teniente coronel de
artillería del ejército, se puede decir que fue el guerrero distinguido de tiempos
de paz que a los 85 años no halla reposo porque quiere recorre el Perú que le
falta conocer.
Muchas medallas premiaron su brillante carrera |
Cargado de medallas “que no me sirven para nada” y con las paredes de su
estudio llenas de diplomas, Leonidas padece las limitaciones propias de su edad
como todos los seres humanos, pero las olvida cuando se trata de viajar a
lugares del Perú -de Iquitos a Pucallpa en un larguísimo viaje en barco fluvial,
por ejemplo- que le darán una nueva experiencia de vida.
Gutiérrez, mi condiscípulo del Colegio de la Independencia, estuvo sometido a las represalias que la dictadura de
Manuel Odría impuso a los estudiantes que participamos en la huelga de 1950,
que intentó ser reprimida con el uso desproporcionado de la fuerza policial y
provocó la gran rebelión del pueblo de junio de aquel año.
A pesar de que los generales de la junta militar de Odría se
comprometieron solemnemente a no tomar represalias contra ninguno de los estudiantes
que participaron en la huelga de 1950, actuaron con premeditación y venganza
los años siguientes.
Con sus condiscípulos de la "I" |
Así, concluidos sus estudios en 1951, Leonidas y otros condiscípulos que
intentaron ingresar a alguno de los institutos armados, debieron esperar para
matricularse en la escuela militar recién en 1953.
Cuando lo intentaron la primera vez, en 1952, les preguntaron en qué
colegio habían estudiado la secundaria y cuando respondieron “en la I”, los
vetaron, felizmente no para siempre.
En las
guarniciones militares
Estuvo en numerosas guarniciones como oficial de artillería y concluyó
su carrera en 1984, cuando le escamoteaban el grado de coronel en cuyo cuadro
de ascensos estuvo cinco años mientras los militares de su nivel llegaban a
generales.
En San Lázaro, con camaradas de la "I" |
Cuenta que cuando hizo conocer su decisión de retirarse, un general le
recordó su brillante hoja de servicios y le preguntó muy solícito: “Leonidas,
¿por qué te retiras?”.
Le respondió: “¿Por qué? Porque me están meciendo desde hace cinco años.
Tú ya eres general y yo sigo comandante”.
Por eso mira sus condecoraciones y diplomas con cierto aire de
decepción.
Alcalde por
elección popular
En la vida civil, fue alcalde de Cerro Colorado, Arequipa, elegido por
su pueblo para una administración entre los años 1987-1989.
“Una vez estuvimos ante el despacho del entonces alcalde de Arequipa, Luis
Cáceres, y tuve el gran gusto de mandarlo a la mierda, así, con todas sus
letras, porque mientras yo hablaba presentándole mis peticiones, no me escuchaba
y fingía firmar papeles, en franco desaire a mi autoridad y a la presencia de
vecinos de Cerro Colorado”, recordó.
Con el banderín de la Promoción 51 en alto |
En octubre de 2015, Leonidas sufrió la gran pena de perder a su esposa,
María Yliana Fernán Zegarra, quien lo acompañó desde cuando fue teniente de
artillería en todas las guarniciones a que fue destinado, “desde la selva hasta
el mar”.
Hace pocas semanas, Leonidas viajó “siete días con sus noches, de
Iquitos a Pucallpa en un barco “que se bamboleaba de orilla a orilla del Amazonas
para recoger pasajeros de los pueblos ribereños”, refirió sobre su más reciente
escapada de Arequipa, donde vive.
Cuando se trata de viajar, Leonidas dice sí y se olvida de las
limitaciones de la edad, la cortedad de su vista, su deficiencia auditiva, las
intervenciones en la cadera que lo han condenado al bastón.
Uno entre la multitud |
A fines de agosto estuvo en Tacna en la tradición procesión de la
bandera que recuerda la reincorporación de esa provincia a la heredad nacional y caminó junto al gigantesco símbolo rojo y blanco hasta que el cansancio lo obligó a buscar un asiento.
Antes viajó entre los pueblos de la margen de la Costanera del Sur entre
La Punta, Mejía y Mollendo y tuvo el placer de sumergirse en las aguas del
Pacífico, aunque para hacerlo y evitar a los ladrones lo hizo con su “canguro”
a la cintura lo cual le causó la pérdida de objetos personales, dinero y deterioro
de documentos.
Pero él estuvo contento. “Los documentos se reparan, el dinero se vuelve
a tener, pero el gusto de hacer lo que haces te dura para siempre”, proclamó al
contar su aventura que solo es una de muchas de su vida de activo artillero en años de reposo. (Luis Eduardo Podestá)
(Imágenes de archivo del autor)
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