Agencia Deutsche Welle
enfoca el muro entre
Pamplona y Casuarinas
Nota del Editor – La siguiente información ha sido elaborada
por la agencia alemán Deutsche Welle y toca el que ha llamado “muro de la
vergüenza” que separa Pamplona, donde viven los pobres, y Casuarinas, residencia
de pudientes. El informe fue preparado por Jurriaan van Eerten y difundido hoy lunes
15 de mayo de 2017. Las imágenes son de Deutsche Welle y capturas de un video
sobre el tema.
El muro de la vergüenza de Lima
Desde Perú reporta Jurriaan van Eerten
Un muro divide dos áreas de la capital peruana:
una rica y la otra extremadamente pobre.
Es un reflejo de los contrastes socioeconómicos de Lima.
Claudia Luna relata con cierto orgullo cómo ella y muchos
otros migrantes se las arreglaron para quedarse en el lugar, aunque la Policía
trató en varias ocasiones de expulsarlos.
Barrios separados |
"Todas estas colinas estaban vacías cuando llegamos”,
dijo Luna a DW.
"Ahora, poco a poco, nos vamos asentando. A pesar de
que la policía vino quemando todo. Para nosotros, es la única forma de tener un
techo sobre nuestras cabezas”.
Lo que comenzó con unas pocas tiendas de campaña en la
ladera de la colina, acabó convirtiéndose en una hilera de casas de madera con
tejados de chapa ondulada. Las escaleras son de cemento y hay cables para la
electricidad.
Con el tiempo, estas casas serán reconstruidas con
ladrillo y esta nueva parte de la ciudad quedará conectada con el sistema de
aguas de Lima.
Este es un ejemplo de cómo la capital peruana ha crecido a
partir de la migración procedente de las áreas rurales, que alcanzó su apogeo
durante el conflicto con el grupo terrorista Sendero Luminoso.
Pamplona, hija de una invasión |
Fueron llamadas "las invasiones”. La gente reclamaba
al principio terrenos de forma ilegal. Una vez construidas sus casas, estas
quedaban unidas a la vecindad.
La municipalidad acababa otorgando documentos oficiales
por sus tierras, a menudo como forma de ganar el voto de estos nuevos
propietarios en las siguientes elecciones.
Pero en Pamplona Alta, la "invasión” de este
"pueblo joven” ha llegado literalmente a su límite: los habitantes del
vecino y acaudalado barrio de Casuarinas, al otro lado de la colina, han
erigido un muro de 10 kilómetros.
Gloria Rosa Ávila Cuadras, de 52 años, vivió en el "pueblo joven” durante un
año antes del muro. La mujer trabaja en el lado rico como limpiadora por 200
dólares al mes.
Por culpa del muro, le toca caminar casi dos horas hasta
llegar al trabajo, porque no puede llegar hasta allí paseando colina abajo en
quince minutos. No es la única.
Aquí el terreno cuesta caro |
Como ella, muchas otras personas de este lado del muro
trabajan en la zona rica como guardas, fontaneros o niñeras.
"Somos peruanos, igual que ellos”, dice la mujer a
DW. "¿Por qué andan dividiéndonos? No todos los que vivimos aquí somos
criminales. A este muro lo llamamos muro
de la vergüenza”.
Corrupción
Al otro lado del muro, el precio por un metro cuadrado de
vivienda alcanza los dos mil dólares. Para poder acceder al lugar, hay que
mostrar un documento de identificación a los guardas apostados en la puerta del
muro.
En el barrio viven antiguos políticos de alto rango y
directores de banco. Sus casas tienen piscina, aunque el agua escasea en esta
área.
Agua para las piscinas |
Flavio Salvetti, de 55 años, creció en Casuarinas. Siempre
le gustó ascender por la colina. Después fue testigo de cómo las
"invasiones” fueron poblando la ladera del otro lado, reclamando la
tierra.
Más adelante, los ocupantes fueron llegando de forma
organizada, lo que hizo más difícil expulsarlos. Salvetti no cree que el muro
sirva para quedar a salvo de los delincuentes.
Bandas criminales han alquilado casas en Casuarinas para
tener acceso fácil a las otras viviendas de la vecindad.
"Imagínese cómo sería sin muro”, dice Salvetti a DW,
mientras contempla la magnífica vista de la ciudad que se admira desde su casa.
Sobre el nombre "muro de la vergüenza”, también tiene
una opinión: "Creo que la auténtica vergüenza es la de nuestros Gobiernos
pasados. Esto es el resultado de décadas de corrupción. En lugar de dar
educación y posibilidades a los pobres, han robado el dinero. El resultado es
que estos migrantes no saben respetar la propiedad”.
Flavio Salvetti cree que el muro es necesario para que los
migrantes no sigan reclamando tierras.
Divisiones simbólicas
José Sánchez es el líder de la comunidad de Pamplona Alta.
Sánchez está de acuerdo con Salvetti en que el problema reside en los
políticos, porque no hay una distribución justa de la riqueza mineral de Perú.
El agua les cuesta un ojo de la cara |
"Trabajamos por salarios ínfimos, con los que es
imposible sobrevivir, mientras que al otro lado la gente gana diez veces más”,
dice a DW. "A nosotros la municipalidad nos ha abandonado. Vivimos en otro
mundo”, se lamenta.
El profesor Pablo Vega, que imparte clases de arquitectura
en la Universidad Católica de Lima, dice a DW que la división de la capital no
es algo nuevo.
Ya en el siglo XVII, un muro trató de mantener alejados a
los piratas de la ciudad portuaria de Callao. Estuvo en pie dos siglos.
"Son muros simbólicos”, dice Vega. "El antiguo muro dio a Lima un
aire de grandeza”.
Vega se muestra escéptico ante posibles soluciones para
los contrastes socioeconómicos que marcan la ciudad y la urbanización caótica
resultado de las "invasiones”.
De un lado del muro |
En 2010, el Gobierno presentó un plan urbanístico para los
próximos 20 años en Lima, pero poco se ha puesto en marcha hasta el momento.
Vega cree que la falta de planificación y regulación
conduce a una urbanización desmesurada en áreas de alto riesgo, como colinas
escarpadas y orillas de los ríos.
"Los recientes deslaves demuestran que debemos hacer
algo al respecto”, dice Vega.
"Muchos afectados tenían casas en lugares donde nunca
debieron haberse erigido. Ahora ya sabemos a qué puede conducir esto”,
concluye.
(Imágenes:
fotos y captura de video de DW)
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