viernes, 23 de diciembre de 2016

Fuegos artificiales (I)

En los barrotes verticales
como cárcel de su cama de
hierro, danzan diablos azules

Nota del autor – La siguiente es la primera parte de una pieza literaria de ficción basada en un hecho real inspirada en la tragedia de Mesa Redonda, Lima. Se ha editado de modo que cumpla algunas exigencias de diseño para su presentación en esta página. Al cumplirse este fin de mes 15 años de esa tragedia y ante la irresponsabilidad reinante en la misma zona, el autor ha visto conveniente la publicación. Las limitaciones impuestas por el diseño de esta página, han determinado la división del relato en cuatro partes que se publicarán sucesivamente.   

Fuegos artificiales
(Cuento)

Por Luis Eduardo Podestá

Lamentablemente, las cosas han adquirido un nuevo y definitivo significado, escucha que le dicen o lee que le escriben, ya no puedo soportar más esta situación, escucha y no quiere escuchar porque sus diablos azules circulan a todo lo ancho del mundo, por debajo de la mesa donde diariamente ella le servía la comida, en los barrotes verticales como cárcel de su cama de hierro, danzan diablos azules y rojizos como exhalaciones de niebla y nunca pensé que un día podíamos llegar a este extremo en que te escriba o te diga que ya no puedo más, que la paciencia de todos estos años se acabó y que nunca, nunca, nunca, tres veces nunca, repetidas unas tras otras, pensé que todo iba a terminar de esta manera.


Y la vio de pie, en medio de la habitación entre los diablos azules, con la mirada perdida en mi cuerpo, en mis ojos que no tienen mirada sino para los diablos azules que se disfrazan y se arman con miles de rostros conocidos y desconocidos para hacerme temblar de miedo, para hacerme sentir solo, tan solo que pienso que no te encuentras allí donde te encuentras y desde donde me hablas o me escribes.

Y puedo escuchar el correr del bolígrafo sobre el papel y no me explico por qué los diablos no te hacen nada, pasan a tu lado sin rozarte, sin tocarte, sin contaminarte, y tú sigues tan pura, tierna, invisible y visible, como cuando nos amábamos, una vez ya muy lejana, tan distante que aparece distorsionada en el recuerdo y ya no sé si en realidad nos amamos o si nunca nos amamos y si solo vivimos un espejismo que se repite a cada instante y revive diferente hasta causar la duda y convertirse en una mentira más a la que me estoy acostumbrando desde cuando vinieron a alojarse aquí todos los diablos azules que ha creado el mundo...


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