Argentinos
describen
lo que
les costó llegar
a pie a
MachuPicchu
Nota
del editor: La siguiente es una información difundida el 2 de julio por el Portal RíoNegro, de Neuquén, Argentina y relata la aventura de 30 argentinos para llegar
a MachuPicchu, Cusco, Perú, a pie, por el Camino del Inca. Se han conservado el
texto y las imágenes en la versión del Portal. Sin embargo para los efectos de
una mayor agilidad en la lectura y diseño de esta página se ha dividido y
modificado el orden de algunos párrafos.
Machu Picchu:
cinco días en el camino del Inca
por
Dardo Gobbi (*) y Jeremy Cruz Arroyo
Fotos de Dardo Gobbi
Tres
semanas atrás, treinta viajeros del Alto Valle cruzaron montañas y cerros,
recorrieron tesoros arqueológicos y durmieron en campamentos entre las nubes.
¿El premio? El mejor: llegar a Machu Picchu.
Al comienzo del Camino del Inca |
El
Camino del Inca es una forma diferente de llegar a Machu Picchu. Es acercarse
hacia la mítica ciudadela y disfrutar del recorrido en la montaña.
La
travesía empieza en un pueblito llamado Piscacucho (5 esquinas), a 2.800 msnm.
Hasta allí llegamos en micro.
Luego
de abastecernos de abundante agua, víveres y hacer unos km más, nos encontramos
con nuestros porteadores y el resto del equipo que nos
acompañaría en la travesía.
Nos
colocamos nuestras mochilas e iniciamos la caminata. Nos registramos en
Piscacucho, puesto de control que regula el ingreso a Inca trail. Aquí comenzó
nuestra aventura.
Willca Racay, contemplada el primer día |
Willca
Racay (construcción sagrada). La contemplamos en el primer día de caminata
desde el gran mirador Llactapata.
Día 1
Distancia
de camino: 12 kms. Altura
de inicio: 2.800 m. Punto más alto: 3.100 m.
Altura
de campamento descanso: 3.000 m.
Este
primer día fue relativamente liviano. Caminamos por un valle, siempre teniendo
al lado el río Vilcanota o Urubamba.
Después
de dos horas y media de recorrido, llegamos a la comunidad de Meskay. Allí nos
esperaba un mini campamento junto a un delicioso almuerzo autóctono.
Luego
de almorzar nuestros primeros platos típicos, alejándonos del valle del río
Urubamba, retomamos la caminata.
El sol
nos castigaba con dureza. En unos minutos, luego de cruzar el río Cusichaca,
comenzó una sección muy empinada que nos llevó al gran mirador de Llactapata,
donde encontramos nuestro primer sitio arqueológico: Willca Racay (construcción
sagrada).
Junto a
vegetación poco común para nuestros ojos patagónicos, desde este lugar pudimos
ver otros sitios arqueológicos que nos invitaron a sacar las cámaras de
nuestras mochilas.
Después
de dos horas de recorrido y varios litros de agua consumidos, rodeados de flora
que solo crece a esa altura, llegamos a la comunidad agrícola más grande del
camino inca: Wayllabamba.
Allí
nos esperaba un nuevo campamento. Pasaríamos nuestra primera noche a 3.000
msnm.
El primer campamento para almorzar |
Día 2
Distancia
de camino: 8 km. Altura
de inicio: 3.000 m. Punto
más alto: 4.230 m. Altura
de campamento de descanso: 3.600 m.
Un té
de hojas de coca nos despertó por la mañana. Luego de preparar nuestras
mochilas, nos zambullimos en un suculento desayuno. Era el primer paso para una
jornada muy dura.
Una
empinada caminata de unas cinco horas nos hizo ganar 1.200 m de elevación. Nos
llevó al punto más alto de la travesía: el paso Warmwañusca. Un regular camino
empedrado y escalinatas, también de piedra, todo un regocijo para los ojos.
Saliendo
de Wayllabamba a una hora y media de camino sinuoso encontramos Ayapata
(cementerio). Allí realizamos el primer descanso del día. Luego caminaríamos
durante dos horas por un bosque de alta montaña rodeado de árboles polileptis.
Llegamos
a Llulluchapampa. Un paraíso a 3.800 msnm. Parada para comer algo, reunir al
grupo y controlar que todo marche bien, en especial saber cómo reaccionábamos
al mal de altura.
Comenzamos
a caminar y todo nuestro alrededor nos sorprendía. El “mal de altura” a algunos
nos afectaba más que a otros. Dolores de cabeza, agitación, vómitos, en algunos
casos eran los síntomas de comenzar un ascenso que llegaría a los 4.200 msnm.
Caminar
lento, respirar diferente, mascar hojas o caramelos de coca fueron una
constante. Finalmente, todos logramos adaptarnos y llegar a cada punto de
ascenso.
Continuamos.
Dos horas más tarde llegamos a un escenario abierto de puna andina. Habíamos
llegado a la cima del paso de montaña Warmiwañusca (mujer muerta). Nuestro
objetivo más alto, 4.230 metros.
Emoción,
fotos, hidratación y descanso. Continuamos nuestros pasos bajando por una
vereda empedrada durante dos largas horas, hasta llegar a nuestro segundo
campamento: Pacaymayu (río escondido), a 3.600 m.
Seis viajeras en "espesa tundra" a 4 mil metros |
Día 3
Distancia
de camino: 8 km. Altura
de inicio: 3.600 m. Punto
más alto: 4.000 m. Altura
de campamento de descanso: 3.600 m.
Nos
encantaba despertarnos cuando amanecía. Seguían té, desarme y desayuno
abundante; ya eran rituales para nosotros.
Empezamos
a caminar temprano. A la hora de hacerlo por el camino sagrado de los Incas,
llegamos a una construcción conocida como Runcuracay (construcción oval) a
3.750 m. Un lugar ceremonial y astronómico.
Mientras
observaba el cambio en el paisaje, nos introducimos en una espesa tundra de
montaña hasta arribar al punto más alto de esa jornada: 4.000 msnm.
Luego
de casi dos horas, una gran bajada escalonada terminaría en nuestro campamento
con un delicioso almuerzo calórico en Chaquicocha (Laguna seca).
Después
continuamos por pleno bosque de nubes. Hora y media de recorrido. Humedad,
helechos, musgos, enredaderas, árboles frondosos nos acompañaron hasta los
3.600 msnm, el campamento llamado Phuyupatamarca (el sitio sobre las nubes).
Dormir entre las nubes la tercera noche |
Día 4
Distancia
de camino: 12 km. Altura
de inicio: 3.600m. Punto
más alto: 3.600m.
Viajar
en esta época del año a Perú tiene eso, un día espléndido en las montañas, el
aire puro y fresco. Todavía nos quedaba el último tramo.
Desarme
del campamento. Té de coca, desayuno y a descender hasta Intipata (altar del
sol). Bajamos unos 1.000 m entre gran variedad de ecosistemas y vegetación.
Mirábamos
hacia atrás y lo recorrido era impensado. Habíamos cruzado montañas y cerros
durante días y noches. Un último esfuerzo nos hizo llegar al Inti Punco a 2.700
m. La Puerta del Sol, un lugar difícil de describir.
De allí
vimos toda la Ciudadela de Machu Picchu. Caminamos hacia ella. Ese día
descendimos hasta un pueblito entre montañas: Aguas Calientes (o Machu Picchu
pueblo). Allí pasaríamos la noche y descansaríamos en un muy deseado hotel.
Día 5
Desayunamos
y subimos otra vez a la montaña. Ahora sí, recorreríamos toda la ciudadela de
Machu Picchu, con la tranquilidad y dedicación que se merece. Un momento para
disfrutar y reflexionar.
Estábamos
seguros de algo: nunca olvidaremos esta forma de conocer los orígenes de
América Latina.
¡Machu Picchu a la vista! |
El
momento más esperado, en el cuarto día: la visión de Machu Picchu
desde la Puerta del Sol.
Porteadores
llevan bolsos y equipos
Se
llevan el gran mérito: transportan gran parte del equipo utilizado en los
cuatro días de la travesía. Carpas, utensillos, colchonetas, comida y hasta 6
kg de indumentaria de cada caminante, un total de 30 kilos sobre sus espaldas.
No faltó en nuestro grupo la admiración y los cuestionamientos éticos y morales
por su sacrificio.
Porteadores, los héroes de la jornada |
Algunos
hablan castellano, otros solo quichua. Son una fuente de mitos, leyendas,
tradiciones, voluntad y servicio inagotables. El último día de campamento
realizamos una ceremonia de despedida, agradeciendo todo lo compartido y vivido
con ellos.
Coca
contra el soroche
El mal
de altura (o soroche) marea, baja la presión, nos obliga a ser más lentos.
Algunos se descomponen, a otros les duele la cabeza y al exigirse físicamente
casi todos se agitan.
Desde
que uno llega al aeropuerto de Cusco es recibido con hojas de coca. Luego las
ofrecen en todos lados de manera ambulante. También en supermercados, farmacias
y puestos de golosinas venden caramelos de coca. Al llegar a cada hotel, en la
recepción hay termos de los que uno puede servirse y tomar su té de coca.
En hojas
para mascar, caramelos o en té, la coca está presente como una medicina y como
un elemento cultural.
(*)
Dardo Gobbi es docente de la Universidad Nacional del Comahue.
(Imágenes de Río Negro - Pies de página de www.podestaprensa.com)
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