Especialista
en gastronomía
del ABC
de Madrid describe
a su
gusto comida de Arequipa
Escribe
el periodista español, Carlos Maribona, especialista en gastronomía del diarioABC de Madrid, es en Arequipa, donde se puede “probar la cocina peruana más
potente y sabrosa”.
Se cocina con leña |
Maribona
visitó la Nueva Palomino de Yanahuara, La Benita de Characato y otras picanterías
de Arequipa para escribir su artículo, forjado con ojo escudriñador de visitante
preocupado por cumplir un capítulo más de su misión.
Luego
de piropear a la Blanca Ciudad y señalar que “Arequipa es una de las ciudades
más bonitas del Perú. Y es también el mejor lugar para descubrir la auténtica
cocina popular peruana”, Maribona entra en materia e informa lo que vio en las “célebres
picanterías”.
Las describe
como “establecimientos tradicionales donde se bebe chicha, una bebida fermentada
de maíz que ya tomaban los incas, y donde se come muy bien”.
Dice
luego que allí hay “platos potentes y sabrosos, en los que los ajíes picantes
juegan un papel muy importante, y que las picanteras (en su inmensa mayoría son
mujeres, aunque ahora hay algún hombre) siguen cocinando aún en fuegos de leña”.
Antigua picantería en el pincel de Núñez Ureta |
“En
estos momentos en que la cocina peruana está de moda en el mundo (…) hemos
viajado hasta Arequipa para adentrarnos en la que se considera la auténtica
cocina popular de Perú”.
“Inicialmente,
lo que ahora son picanterías se llamaban chicherías porque eran lugares donde
se vendía la chicha, una bebida de maíz fermentado, de color morado, con un
peculiar sabor entre dulce, ácido y amargo”, añade.
Prosigue
con la descripción de la chicha: “Se elabora con maíz negro germinado y molido
que se cuece varias horas y luego se fermenta durante uno o dos días. No tiene
alcohol, por lo que pueden beberlo hasta los niños, y sí muchas virtudes para
el organismo humano”.
Auténtico chupe de camarones |
Con
minuciosidad precisa que la chicha “se sirve luego en grandes vasos de los que
bebe todo el grupo. Vasos que van desde los de medio litro (llamados
doctorcitos) hasta los de litro y medio (conocidos como caporal).
Inventa
un gentilicio. “Los arequipanos (no arequipeños) dicen que la chicha es también
un alimento en sí misma ya que aplaca el hambre”.
“Por lo
general esos lugares estaban en las propias casas ya que la chicha se elaboraba
de forma artesanal por las familias. Con el tiempo, algunas de estas chicherías
empezaron a acompañar la bebida con algo de comer, casi siempre picante para
incentivar el consumo de la chicha. Y finalmente, allá por la mitad del siglo
XIX esa comida se convirtió en el principal reclamo”.
Conejo chactado listo para el diente |
Parece
que también le contaron algunos cuentos como que para el cuy chactado, “sólo
se emplean cuys machos que no se hayan reproducido” y que “también se comen
estofados, un guiso en el que se usan hembras viejas” (¡!).
Escribe
también sobre el rocoto relleno, por supuesto, con ojos de extranjero: “Otro
plato muy popular en las picanterías son los rocotos rellenos. El rocoto está
entre el tomate y el ají, de color rojo, con forma redondeada, y es muy picante”.
“Se
emplea en muchas salsas, pero en esta preparación, relleno de carne picada, con
queso fundido por encima, es como está mejor”.
Con uno basta pero mejor son dos |
No se detiene
mucho en los piqueos que Maribona llama “platos de picoteo” para iniciar un
festín de comida, “como las sarzas (una especie de salpicón o de ceviche ligero
con vinagre que se puede hacer con cualquier cosa como patitas, criadillas o
lapas), los escribanos, similares a las papas «aliñás» andaluzas pero con
rocoto, o la ocopa arequipeña con papas, aceitunas, tomate, huevo, queso frito
y salsa huacatay”.
El
periodista español no menciona la extraordinaria sarza de cabecita de chancho,
porque quizá careció del consejo adecuado.
Más adelante
menciona “los guisos, en los que el ajo y la cebolla son ingredientes básicos y
en muchos de los cuales se emplea también la chicha: estofado de cogote de res,
locro de pecho, adobo de cogote de cerdo (¡!), arroz de rabo, almendrado de
pato...”.
Verdadero adobo de cerdo |
Adobo
de cogote de cerdo… ¡increíble! Arroz de rabo, ¿no era ese chupe que llaman timpo?
Claro
que señala que “los más populares son los chupes, una especie de sopa,
especialmente el de camarones, al que también se añaden zapallo (calabaza),
queso, yuta (¿yuca?), maíz, papa amarilla o huevo entre otras cosas. Un plato
sabroso y contundente que resuelve una comida por sí solo”.
Nos
recuerda también algo que no se debe olvidar.
Las
picanterías típicas, “suelen ser locales modestos, la mayor parte de ellos con
mesas largas y bancos corridos para compartir. Abren durante todo el día, y los
más populares llegan a dar 1.500 cubiertos en fin de semana”.
“Casi
todos tienen a la vista las cocinas de leña donde reposan grandes pucheros en
los que se hacen los diferentes guisos”, agrega.
El batán y su "mano" preparan ocopas y llátanes |
“Allí
están también los batanes, instrumentos centenarios de piedra con un gran
rodillo con el que se hace al momento una salsa muy popular, conocida como
llatán, a base de maíz tostado, ajíes secados al sol y también tostados,
huacatay, cabezas de ajo y de cebolleta asadas y galletas saladas”.
Quizá
se refiere a la fórmula de la ocopa.
Pero
precisa que “las manos expertas de quienes manejan estos batanes logran una
crema muy fina, con textura de paté. Nunca emplean para elaborarla licuadoras
ni otros útiles modernos” porque “no se logra con ellos la textura y los aromas
que con el batán”.
Carlos Maribona,
desde su perspectiva ha logrado una excelente descripción y calificación de la
picantería tradicional arequipeña, que nos lleva a tiempos un tanto lejanos.
Para cualquier sed |
No es frecuente
que el periodista de un diario europeo se dé una vuelta para ver y probar por
sí mismo, qué comen y cómo preparan sus platos favoritos en esta parte del
mundo.
Y es
bueno, asimismo, que Maribona nos haya hecho recordar lo bueno de un pasado que
muchos quieren soslayar en aras de un modernismo que ha convertido en este
caso, muchas picanterías de venerable respeto en restaurantes solo aptos para
turistas.
(Fotos de ABC de Madrid y archivo)
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