No puede tomarse de otro modo
la decisión de no autorizar la
construcción del estadio del Cristal
La decisión de la Municipalidad del Rímac de vetar la
construcción del estadio del club Sporting Cristal en ese distrito, sede del
club, huele a rendición frente a los presuntos desórdenes que pudieran
ocasionar probables “barras bravas” y a otras razones que la autoridad debía
explicar.
Estadio del Cristal para 25 mil espectadores |
El asunto no solo era deportivo sino de desarrollo
distrital. Una construcción de ese nivel, hubiera favorecido el crecimiento económico
del Rímac, que harto lo necesita y hubiera valorizado todo el barrio en que
hubiera ubicado el centro deportivo.
Por lo demás, hubiera ofrecido la oportunidad de la práctica
de los deportes, no solo el fútbol y el volleybol en que el club tiene cifrado
su actual empeño, sino otras disciplinas al servicio de la juventud distrital
en riesgo, como en todas partes, de entregarse a prácticas dañinas, como las
drogas o la delincuencia.
Tiene una hermosa alameda descuidada |
Como razones el Concejo municipal del alcalde Enrique
Peramás solo ha ofrecido el argumento de que "en los últimos días se han
suscitado hechos de violencia provocados por las barras bravas". No ha
dado mayor explicación, según lo anota un informe periodístico del diario La
República.
Que se sepa, sí hay permisos y licencias para casinos y
otros establecimientos similares, pero para lo que hubiera sido la catedral
rimense del deporte, no.
Algo que se muestra con satisfacción |
Vale la pena preguntarse qué razones verdaderas son las que
han inclinado la balanza en contra del proyecto de un organismo deportivo como el club
Sporting Cristal, al que medios de comunicación califican y respetan como “uno
de los clubes más serios del país”.
Habrá que esperar de la Municipalidad del Rímac y su
alcalde, una explicación y la exposición de razones más contundentes que
aquella de la existencia de presuntas barras bravas, que en el caso del
distrito siempre serán menores que las de otros dos clubs que conocemos y cuyos
desmanes hay que lamentar. Luis Eduardo Podestá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario