Los Andes de Argentina publicó
artículo sobre lo que significa
estar en la Arequipa de hoy
Nota del editor –El diario Los Andes de Argentina publicó el
artículo que se reproduce a continuación, porque es una nueva forma de lo que un
extranjero ve al visitar la Ciudad Blanca, desde el sabor de un pisco al atardecer
hasta el “pan de Ripacha” del barrio de San Lázaro y sus monumentos
históricos, algunos de ellos convertidos en bancos y restaurantes pero conservados como cuando fueron
construidos.
En las faldas del imponente volcán Misti, Arequipa es una
urbe pujante, mitad antigua -fue fundada en 1540- y la otra mitad moderna. De
hecho es la segunda en importancia del Perú. Los servicios para el turista han
crecido en ambos sentidos.
Es Patrimonio de la Humanidad |
Sin embargo, el viajero seguramente persiga el estilo
arequipeño de construcciones blancas de piedra volcánica sillar y una
gastronomía muy particular, propia hasta el tuétano. La tierra de Mario Vargas
Llosa tiene mucho para ofrecer. Aquí un avance.
¿Qué ver?
Su centro histórico fue declarado por Unesco, Patrimonio
Cultural de la Humanidad, y es el que muestra el estilo citadino de varios
siglos. La Plaza de Armas es el punto de partida para el turista. Como siempre
estos espacios de la América toda eran el centro neurálgico de cada nueva
ciudad, y esta no es la excepción. Bellas arcadas -blancas por supuesto- dan la
cara a la calle y a la plaza desde las veredas vecinas.
Los portales alojaban a la Municipalidad |
Los famosos portales de Arequipa, como se los conoce, que
antes eran el Cabildo, ahora son un paseo hermoso. En la explanada junto con
vegetación hay fuentes ornamentadas, siempre blancas. Pero es la Catedral la
que domina desde 1656.
La piedra volcánica utilizada en casi todos los edificios
centenarios muestra un claro estilo neo renacentista. Varios incendios y un
terremoto la dañaron pero fue restaurada primero en 1868 y en otras ocasiones
en menor magnitud siempre conservando su esencia. Como las imponentes torres de
28 metros de altura; cabe señalar que una cayó en el terremoto de 2001.
Otra iglesia que hay que ver es la de la Compañía de Jesús.
Fue erigida por los jesuitas en el siglo XVII. Las pinturas de la sacristía a
la que llaman la Capilla Sixtina de Arequipa, son un verdadero tesoro pues fue
pintada por los indígenas influenciados por las imágenes de santos y demonios
de aquellos días; francamente impacta. Los más de 60 lienzos de la escuela
cusqueña son muestra de aquellos días, de la cosmovisión impuesta y de una sencillez
abrumadora. El altar, con su revestimiento de oro y el púlpito, otras joyas del
ayer.
Claustros de Santa Catalina |
Seguramente quien llega a la urbe ya oyó hablar del Convento
de Santa Catalina de Siena, que data de de 1580. La bellísima construcción
-considerada la edificación religiosa más importante del país- presenta muy
bien la época en la que fue levantada.
Una especie de mini ciudad amurallada con diversas estancias
divididas por callejuelas, pero también hay pasadizos y plazas internas. Es
menester hacer la visita guiada para trasladarse sin pasaporte a esos días de
monjas de clausura de familias bien. Coloridos muros, patios y rejas hermosas
dan paso a la pinacoteca con exquisitas obras cusqueñas y quiteñas. También
pueden encontrar el claustro de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo que fue
beatificada por el papa Juan Pablo II en 1985.
Si tiene poco tiempo en la ciudad bajo ningún punto de vista
podrá perderse el Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa
María, ya que es donde se encuentra la Dama de Ampato, la momia que data de
antes de la conquista en un estado de conservación sorprendente. Conocida
popularmente como Juanita, la momia fue hallada en 1995 en la cumbre del volcán
Ampato de 6.288 metros de altura.
Juanita, sacrificada en su adolescencia |
Son muchos los estudios en torno a la bella. Estiman que
tenía entre 12 y 14 años y fue sacrificada aproximadamente hacia 1466 durante
el gobierno de Túpac Yupanqui. Según los rituales de aquellos días la joven fue
preparada antes de ser entregada.
Se le dio de beber y comer ciertas hierbas que la dejaron en
un estado de inconsciencia para que no sufriera el rigor de la muerte. Vestía
hermosas prendas y junto a ella se hallaron ofrendas en cerámica, oro y plata.
El ajuar, como se lo conoce, ya que cada alma debía viajar con sus cosas para comenzar
en la nueva vida. En el trayecto se puede aprender sobre las creencias, modo de
vida cotidiano, social, religioso del gran imperio Inca y de sus territorios
anexos.
Luego, como siempre, la recomendación es perderse por las
callejuelas, detenerse quizá por algún pisco al atardecer y admirar las
tonalidades que tiñen el blanco reinante en los muros. El turista atento
observará edificios del siglo XVII y XVIII restaurados, algunos que fueran
palacetes hoy son bancos o restaurantes y no ocultan la opulencia de antaño.
Viejo Barrio de San Lázaro |
Un ejemplo que recomienda el guía local es el Palacio
Goyeneche ahora propiedad del Banco Central de Reserva del Perú que alberga
lienzos de la escuela cusqueña y esculturas de la escuela granadina. Otra
recomendación es dirigirse hacia la casona de los muros más anchos, como haría en San
Petersburgo. Esta se encuentra en Santa Catalina y San Agustín.
Por el barrio de San Lázaro de sillar blanco, geranios rojos
en las ventanas y adoquinado negro, los
callejones abundan y cada uno con su leyenda: el del Violín, el de la Bayoneta
o el de los Cristales, para empezar. Por allí hay que probar el pan de Ripacha
con caldillo como para dar fuerzas en el inicio de la jornada.
Dan ganas de quedarse, siempre. Como habría dicho Mayta
Cápac a los suyos cuando vio el valle entre volcanes. “Ari, quepay” que en
lengua quechua significa “sí, quedémonos aquí”. (Diario Los Andes, Mendoza, Argentina).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario