Los
aficionados lo recibieron
con
una silbatina homérica en
coliseo
de Arequipa en 1997
El
cierre de los XVII Juegos Bolivarianos Trujillo 2013, me trae a la memoria un incidente
antidictatorial que quizá marcó un peldaño en la declinación del gobierno de la
década oscura. Y he recordado ese asunto porque la clausura de esta edición de los
Juegos en la ciudad de Trujillo se realizó con
todos los honores y en el mejor de los ambientes.
Los Juegos de Trujillo... con todos los honores |
El
incidente a que me refiero ocurrió en la ceremonia de apertura de los XIII Juegos Bolivarianos Arequipa 1997 el 17 de octubre de ese año y quien escribe
estas líneas trabajaba en la jefatura de edición del diario La República,
edición del sur.
Visto
que el exdictador se desespera por hablar no solo por teléfono y por usar las
redes sociales en una suerte de campaña política permanente, vale recordar la
tarde de aquel día en que el entonces dictador Alberto Fujimori enmudeció en
siete idiomas y la sonrisa con que entró al Coliseo Arequipa se le congeló ante
miles de aficionados al deporte.
En
efecto, apareció sonriente en escena e intentó mandarse un discurso. Pero en
cuanto el locutor anunció que el presidente bla bla bla iba a declarar
inaugurados los Juegos, arrancó una silbatina de dimensiones homéricas.
Asustado como pollo en corral ajeno (Foto Caretas) |
Los
funcionarios que lo acompañaban no sabían qué hacer y solo atinaban a mirar a
todos lados, como si con esa mirada intentaran acallar el prolongado abucheo.
Al
dictador no le quedó otra que decir ante el micrófono “declaro inaugurados
estos juegos…” y si planeaba decir algo más se le ahogó en la
garganta. Dio media vuelta y salió del coliseo. De inmediato se fue al aeropuerto
y regresó a Lima.
La
revista Caretas publicó una información sobre el asunto con el título “Rechiflan
y Requintan” y anotaba más adelante que “fue la intervención oratórica más corta
del septenato fujimorista: ‘Hoy 17 de octubre de 1997 declaro inaugurados los
XIII Juegos Deportivos Bolivarianos’, dijo apenas audible y en medio de la ya
estruendosa rechifla que recibió el Presidente de la República en Arequipa”.
Solo
han pasado 16 años de aquel incidente, pero ante el riesgo de que se pierda en
la memoria colectiva, lo hago presente porque entraña un homenaje a la rebeldía
de aquellos ciudadanos que supieron repudiar en su momento a en la persona
misma del responsable de ella a la más oprobiosa dictadura del siglo pasado.
Y
creo que el recuerdo de aquella tarde puede servir también de lección para
quienes tratan hoy por desconocimiento de la historia reciente, por conveniencia
personal o política o simplemente por nostalgia desearían reentronizar las
viejas prácticas del hoy paciente japonés, preso por delitos contra los
derechos humanos y corrupción. (Luis Eduardo Podestá).
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