Hallan fósil de insecto
que vivió hace 46
millones de años
El mosquito murió inmediatamente después de comer y en su
estómago se han encontrado restos de hemoglobina y otros componentes de
material genético aún por identificar, según un estudio publicado en la
revista científica 'PNAS' (Proceedings of the Nacional Academy of Sciences) de los Estados Unidos. Se trata de la primera muestra fósil de insectos de esta
familia con estas características.
Es un milagro de conservación |
Se trata de un mosquito hembra fosilizado que habría
vivido en la mitad del Eoceno, y es la primera muestra fósil de insectos de esta
familia con estas características, publicó el diario El Mundo de España en su
sección científica.
El equipo de investigadores del Museo de Historia Natural
de Londres que lo ha estudiado, dijo que el mosquito vivió hace 46 millones de
años.
Los científicos señalan que debieron ocurri muchos
fenómenos favorables a la fosilización y converger todos ellos: "[El
mosquito hembra] succionó la sangre, se cayó al agua (en algún lago) hasta
hundirse, y poco después el cuerpo quedó atrapado en un sedimento anaeróbico. Y
en todo el proceso, su débil no estómago no resultó dañado", explicaron.
En este caso, el fósil se preservó en esquisto, un tipo
de roca sedimentaria, al noroeste del estado de Montana (EEUU).
El doctor Dale Greenwalt, del equipo investigador, añadió
que "sin duda alguna, hay muchas probabilidades de que el fósil contenga
otros elementos, pero no sabemos qué pueden ser". También se ha encontrado
hierro en el fósil en cantidades muy elevadas.
14 mil especies se alimentan de sangre |
Añadió que 14.000 especies de los insectos de la
actualidad se alimentan de sangre, son hematófagos, pero existe un número muy
exiguo de fósiles encontrados con sangre. Sólo se tienen cuatro que muestren un
evidencia directa, pero nunca se había encontrado uno perteneciente a la
familia de los mosquitos.
Este ejemplar es uno de los primeros en el que los
científicos han sido capaces de localizar moléculas de hemoglobina en el
intestino de un insecto fosilizado.
El descubrimiento abre el debate sobre si la hemoglobina
u otras moléculas genéticas complejas, como el ADN, pueden conservarse en
largos periodos de tiempo.
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