Unas 25 mil personas
llevan el noble apellido
Cháves de la Rosa
Hay por lo menos 25 mil
hombres o mujeres en el mundo que llevan el apellido Chaves de la Rosa,
distinguido y recordado obispo de Arequipa, fundador del que un día fue el
Orfelinato Chaves de la Rosa, situado en la siempre verde avenida Goyeneche, recordó
un reciente informe periodístico.
Esta era la residencia de los huerfanitos |
En la escuela fiscal
962 donde estudié, llamada también Manuel Muñoz Nájar, había en todas las
secciones alguien que apellidaba Chaves de la Rosa y señalaba como domicilio un
edificio que parecía un palacio francés del siglo XIX sobre la entonces aristocrática
avenida Goyeneche.
Todos iban bien vestiditos, aseados y uniformados: camisa celeste, pantalones azules cortos, medias que les
cubrían las piernas hasta casi las rodillas. Llegaban todos juntos muy
puntuales unos minutos antes de las ocho, y se dirigían a sus secciones en la
formación habitual en el patio y luego a sus aulas.
El obispo que legó su nombre |
A la salida se encontraban
en la puerta, los más grandes protegían y organizaban a los pequeños y, también
en formación, regresaban a su residencia.
Algunos de ellos
llevaban apellidos diferentes, pero una gran mayoría era Chaves de la Rosa y un
día que me extrañé y, con la ingenuidad de la infancia le pregunté a mi madre
por qué había tantos niños Chaves de la Rosa, me contestó que primero, nunca
volviera a hacer esa pregunta a nadie, dentro ni fuera del colegio y, segundo, llevaban
ese nombre porque habían perdido a sus padres, lo cual, fuera de disfraces o
disimulos, era la verdad.
Ahora ya no lo llaman
orfelinato. Se llama Centro de Atención Residencial “Cháves de la Rosa”, es
administrado por la Sociedad de Beneficencia Pública de Arequipa desde 1981 y
me entero por un diario de esa ciudad que hay por lo menos, fuera del antiguo
orfanato y corriendo suerte por el mundo, unos 25 mil hombres y mujeres,
criados en ese establecimiento durante ¡sorpréndase!, los últimos 225 años, pues
fue fundado por en 1788 por el obispo Pedro José Chaves de la Rosa Galván y Amado.
De acuerdo con esas
versiones, la Beneficencia atiende a los niños con un personal profesional y
técnico que cumple sus obligaciones con cariño, lo que me trae al recuerdo el
tiempo de mi primaria, cuando muchos de nosotros solo comíamos una o dos veces
al día y los Chaves de la Rosa tenían sus tres comidas de reglamento y siempre
estaban rozagantes de salud.
Se obligaron a cuidar de los niños |
En aquellos años, el Chaves de la Rosa era administrado
por monjas de San Vicente de Paul, algunas de ellas de procedencia francesa,
que educaban a sus niños de acuerdo con los dictados de la religión católica y
les ofrecían toda la atención para satisfacer sus necesidades, incluida la
educación en la escuela Muñoz Nájar.
Muchos de los egresados de la escuela emigraron luego al
exclusivo colegio regentado por los hermanos de La Salle, vecino a nuestra
escuela. Otros se matricularon en lo que fue escuela de artes y oficios de los
Salesianos, en la calle San Pedro y otros, a pesar del riesgo que entrañaba un examen
de admisión, ingresamos en el Colegio Nacional de la Independencia Americana.
Leo en el diario El Pueblo de Arequipa que el albergue
tiene 68 niños, de los cuales 19 fueron bautizados la semana pasada y que, a
diferencia de otros tiempos, la adopción de muchos de los chicos Chaves de la
Rosa es muy difícil. ¿No será que los trámites ahora son más engorrosos que en
el pasado?
Bueno es comprobar que esta bicentenaria institución, a
despecho de los nombres que se le han aplicado, continúa la misión que se
propuso el obispo Pedro José Cháves de la Rosa Galván y Amado, quien al comprobar
que muchos niños eran arrojados a la calle de aquella Arequipa de hace más de
dos siglos, se conmovió y se propuso levantar una residencia decente para los huérfanos.
Su herencia permanece y es de esperar que, se llame como se
llame, continúe al servicio de los niños desamparados y no solo les brinde casa
y comida sino hasta el apellido que lucirán por el mundo como todo ser humano
de respeto.
3 comentarios:
Yo estudié en el Colegio Particular Cháves de la Rosa, que en un principio era San Vicente de Paúl, y efectivamente recuerdo que cuando niña, veía a los internos que salían del colegio en filita y bien limpios, se dirigían al colegio Muñoz Najar. Las internas estudiaban con nosotros, en nuestras aulas, no había distinción alguna.
Buenas tardes. mi nombre es consuelo yo fui interna por diez años yo mi hermana. mi era 101 el de mi hermana112;que linda vida la q que pasamos en el orfelinato chavez de la rosa la navidad hasta la proxima.
Mi padre,fue educado en el Orfelinato con su hermana 5 años mayor,llegaron al quedar huérfanos de Padre,las hermanas de la congregación San Vicente de Paul le dieron asistencia Medica y los internaron en 1920,culminaron sus estudios en 1938 y nunca se olvido de sus hermanos menores y los apoyo con un techo seguro y alimentacion hasta que puedan solventarse sus gastos, mi Padre les ofrecia vivienda en lima. Tuve la dicha de conocer a sus hermanos de crianza y conservo algunos recuerdos y su corazon de jesu's de 1938,mi Padre siempre fue solidario con su projimo,guardo hermosos recuerdos de su infancia y adolecencia y tuve el privilegio de conocer a sus amigos de promocio'n .
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