¡Qué caray! Miraflores,
mi tierra querida,
nunca pasará pa’l olvido
Nota del editor - El
profesor Isidro Zárate Santillana (*), lamentablemente ya desaparecido, fue un poeta costumbrista, cultor del folklore arequipeño. Nació y vivió en el distrito de Miraflores,
Arequipa. Tuvo una enorme producción poética de difícil ortografía como se
comprobará en esta página. El poema loncco Las picanterías miraflorinas que
sigue, fue entregado en original al editor de esta página y publicado en el
número doble 14-15 de la revista Mistinoticias en agosto de 2000. Lo entrego nuevamente
en esta ocasión, cuando Arequipa cumple 473 años de fundación española, como un
homenaje a la ciudad y una evocación de la modesta imagen de Isidro Zárate
Santillana. (L. E. Podestá).
Isidro Zárate Santillana
Las picanterías miraflorinas
¡Qué caray!
Miraflores, mi tierra
querida,
nunca pasará pa’l olvido
porque siempre te’i de tener
presente
ya seya en las güenas como
también en las malas
recordando tus rondas, tus
callecitas,
como la Tacna y Moquegua, de
las chupinderas, pué,
la Puno de las matavacas, la
Calle Grande.
Picantería-Vinatea Reinoso |
¡Qué caray!
Y más mejor toavía, tus
ricas picanterías
¡Pucha!
Onde se regunían, como
hermanos, propios y estraños
pa’ sonccar pué chicha del
cogoillo puro
circulando en tuíta la mesa
el vaso del cariño
¡llenito!
con las frutillas del amor
¡Salú, comadre!.. ¡Salú, compadre!
¡Le pago hasta los portales!
¡Le pago vaso lleno!
¡Y que venga otra cantidá!
¡Señora picantera!
¡Mandi’usté a la hacedora
con otro vaso’i chicha!
¡Saqui’usté el escribano!
¡Con su rocoto relleno!
Y así era pué, se armaba la
fiesta en un tris…
Los ciegos tocaban su quena
en la puerta’i la chichería
y se ganaban su bebe ¡qué
caracho!
Apenitas dentraban nuevos
conventuales
soccadores de la güena
chicha
se servían el bebe en vaso
chico
luego se sientaban a la mesa
onde ya´staba rociáu
tremendo cerro’i mote caliente,
ahí mesmito te servían los
picantes en platos talacllas
de porcelana floriáus…
Cinco platos con su vaso’i
chicha
apenitas te costaba un sol
de nueve décimos.
¡Ese ají de lacayote
con su queso liga liga!
Ahí pué, si vieras a la
picantería de mi tierra,
Miraflores, por si acaso,
apenitas dentraba un
conventual quemándose,
quemándose las manos pelaba
una tremenda papota
chiguateña
y la llajuaba bien rico con
llatan de rocotos,
pero con rocotos de huerta…
¡Pa’l abreganas pué!
li´alcanzaban pa’ que coma
y el conventual diciendo au,
au, au…
pediya otro vaso’i chicha y
encima el rico estofau.
Dispués de varias
sonccaderas de chicha,
la gente si’alegraba y hasta
los troncos de la ramada
pareciya que se ponían a
brincotear.
Dispués saliyan los loritos
adornados con su cau-cau,
esos conejos chactáus con su
chaquena encima,
cada conventual agarraba su
conejo
y ¡pa’dentro, se dijo!..
por gusto ponían cuchillo y
trinche.
En mi tierra Miraflores había
señoras trejas
preparando conejo chactáu,
entre ellas, pué, mi comadre
Lucía, “la piquito’i chocca”, pué,
la hija de la Benedicta,
alma bendita,
tan güena que era la
Benedicta,
rico preparaba el chactáu
con sus ricas papas,
pa’luego remojarlo con chicha
nata-nata,
y luego se asientaba con el
rico resacáu,
anís Nájar, por si’ancaso.
La picantería miraflorina
era como mi mama
porque me esperaba con sus
brazos callentitos,
me daba la mejor comida,
bajiando los platos
con el cariñoso rescoldo de
sus cconchas.
¡Esa chicha!
De puro maíz culle, con
güiñapo bien aderezáu
con ñusatac del amor.
Y no faltaba la güeña
música.
Ahi estaba el ciego Pedro
que tocaba su acordión.
También estaba el “Choccray”
Salas con su bigüela,
hermoso y güen regalo de su
agüela, alma bendita,
el “Pancahuino” Timoteyo
Valdivia con su chillador.
Y ‘onde se quedan don Cleto
Chávez y el Bernaco Sánchez,
bien armáus con su requinto,
sus guitarras y charangos.
Tampoco faltaba mi tata José Zárate Flores
qui’arrancaba lindas notas a
su bandolina,
más qui’seya pa’su gasto
como deciya.
lo mesmo que don Víctor
Dávalos,
el tata de los Dávalos,
pué.
Tuititos jormaban alegre
reguñón,
con los “Chanccas”, los
“Quipus”, don Juan Poyós
y hasta la mesma “Chabela”
que cantaba al son de la
guitarra picantera.
Así era, pué, la vida en las
picanterías
del “Puerto Arturo”, “La Guasamayo”,
“La Clara Barriga”, “La
Polanco”,
“La Salas”, “La Donata”, “La
Rosa y Claveles”,
“La Bombo Roto”, “La Rayito
de Sol”,
“El Submarino”, “La Miya
Polonia”, “La Mundial”.
¡Esa “Miya Polonia”, frente
al parque Azángaro,
onde el mesmo Sanchi’Cerro
tonccoriaba sus cogollos
y picanteaba rico en chugas
de barro y cuchara’i palo.
¡Qué caray!
Nuestras picanterías eran
rincones de gran bohemia,
onde se impulsaba al hombre
a ser güeno,
y más que todo a ser creador
de belleza.
Salú, salú, compadrito, salú, comadrita.
Comadrita Casimira, saqui’usté
otra cantidá
y pago’i comprometo, salú
con todos mis amigos…
¡Ahura sí que s’i armó la fiesta!
¡Que baile la hacedora con
el Pinchairo menestril!..
¡Que baile el doctor Pencca!
¡Que baile la “Chabela” con
el dueño del santo!
¡Y tuitos digan puccllay,
puccllay, puccllay!
¡Hoy diya no hay trabajo!
¡Y que viva Miraflores,
carajo!
¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
ja, ja!
(*) El apellido materno de Isidro Zárate es Santillana, no Sandoval como erróneamente apareció en esta página anteriormente.
1 comentario:
Muchas gracias don Luis, por la valiosa información que comparte sobre la historia y cultura de Arequipa. Ha sido un feliz descubrimiento esta ágina. Valoro mucho su esfuerzo y trabajo. Muchos éxitos. Un abrazo desde Lima. Alejandra Guajardo
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