Ahora no se podría, pero
lo hizo en 1913 el flamante
correo de Estados Unidos
Enviar del Perú a Europa un documento cuyo peso no exceda
los 20 gramos, le costará cuesta 15 soles centavos más centavos menos (5.7 dólares aproximadamente), lo que en
estos tiempos es inusual por decir lo menos, pues gran parte de la sociedad
actual, prefiere los correos electrónicos que son gratuitos y llegan en
segundos de un lado a otro del mundo.
Sus ladrillos llegaron por correo |
También se pueden enviar documentos y hasta libros debidamente
procesados por programas de computadora que en físico costarían un ojo de la
cara. Recuerdo que alguna vez quise enviar un manuscrito a España, de unas 300
páginas en papel bond tamaño A-4 y tuve que decirle a la empleada del mostrador mejor vuelvo otro día porque el precio parecía el de un pasaje aéreo.
Pues bien, todo esto viene a raíz de lo que acaba de
publicar el diario ABC de Madrid, sobre lo barato que era el correo en sus
gloriosos momentos iniciales, por lo menos en los Estados Unidos de principios
de siglo.
Pero mejor lea usted la sabrosa nota publicada por ABC que
lo recogió a su vez del blog Diario del viajero, cuyo texto me permito entregarle:
En 1913, el bajo precio de los envíos postales animó a un
empresario a emplear el correo postal para enviar los ladrillos con los que se
construiría el Banco de Vernal
Pony express, capítulo emblemático del correo de EU |
La implantación del servicio postal supuso un gran avance
para muchas localidades rurales, ya que les permitía recibir toda clase de
objetos a precios reducidos. Este sistema de transporte era tan eficiente que
un hombre de negocios decidió aprovecharlo para enviar un edificio completo.
“Tal y como leemos en el blog Diario del viajero, en 1913
el empresario W.H. Coltharp había empezado a construir un edificio en Vernal,
una pequeña ciudad de Utah, que debía acoger la sede del banco local. Gracias a
sus contactos, Coltharp compró una partida de ladrillos a muy buen precio en la
“Salt Lake Pressed Brick Company” una compañía dedicada a los materiales de
construcción situada a unos 193 kilómetros de Vernal.
“Cuando el empresario quiso transportar los ladrillos,
descubrió que los descuentos que ofrecía el recién inaugurado Servicio Postal
de Estados Unidos hacían que fuera mucho más barato enviarlos poco a poco a
través del correo postal que utilizando otros medios más convencionales.
“Ni corto ni perezoso, Coltharp decidió mandar los 80.000
los ladrillos que darían forma a su edificio por correo, siempre atendiéndose a
la normativa que regía el servicio. Para ello tuvo que embalarlos
cuidadosamente en cajas de peso inferior a veintidós kilos y no pudo enviar más
de cuarenta cajas al mismo tiempo.
Típico cartero con su bolsa de correspondencia |
“La ruta que siguieron los ladrillos fue la marcada por
las líneas de correo postal y no el camino más corto. Así, todas las cajas
fueron trasladadas desde Salt Lake City hasta Mark (Colorado) a través del
ferrocarril de Denver y el río Grande. De Denver, los paquetes se trasladaron
hasta Watson en otro ferrocarril de vía estrecha. Y, finalmente, de Watson
llegaron a Vernal en vagones de mercancías convencionales. En total, los
ladrillos recorrieron unos 650 kilómetros, más del triple de la distancia que
separaba Salt Lake City y Vernal.
“Gracias a esta audaz idea, la sede del Banco de Vernal
se construyó por debajo del presupuesto previsto. Sin embargo, la compañía
postal decidió cambiar la normativa de envíos para evitar que se repitiese una
situación similar.
“En la actualidad, este edificio, que ostenta el récord
de ser el mayor objeto enviado por correo de la historia, sigue en pie y acoge
una de las oficinas del Zion’s Bank.
De todo esto se puede desprender que a quien madruga Dios
le ayuda, porque los demás usuarios del correo norteamericano, no volvieron a
tener una oportunidad como la del ingenioso W.H. Coltharp.
(De ABC y blog Diario del viajero).
1 comentario:
Gracias por la información
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