Panetones y chocolatadas
no son de nuestro ambiente
Hay que desear que la vieja tradición navideña de las ensaladas que pintaban en glorioso tecnicolor las mesas hogareñas de antaño, no desaparezca a cambio de la subsistencia de la creciente presencia de los panetones y las chocolatadas propias del viejo mundo.
Mesas coloridas por la variedad de ensaladas
Me preguntó mi nieta Alejandra (14 años): ¿No estamos alienados por tomar en pleno verano chocolate caliente con panetones llenos de pasas y frutas secas? Me obligó a una reflexión que me hizo derivar la conversación hacia las nochebuenas de antaño, donde reinaban las ensaladas.
No puedo olvidar aquellas mesas de mediados del siglo pasado, preparadas con esmero, que pintaban las nochebuenas con las ensaladas de lechuga, de palta, papa con picaduras de zanahoria, de liccha o berros, de betarragas, de pallares blancos y otras que la imaginación ponía al alcance de nosotros para acompañar un pavo o una pierna de cordero asado.
Aunque podía justificarse una taza de chocolate caliente en las ciudades por sobre los 3 000 metros de altura, –Arequipa entre ellas, que no quiere ser de sierra sino de cuesta– donde el clima del verano es frío y de lluvias glaciales, lo normal era que la comida central de la nochebuena fueran las ensaladas, en costumbre tradicionalmente consolidada.
La lechuga se adornaba con otros vegetales
Aún hoy, a despecho de la inmensa publicidad por la chocolatada –hay organismos oficiales que las organizan con mucho bombo y lo hace hasta el palacio de gobierno– miles de amas de casa, como mi sobrina Narda viuda de Ortega, con quien hablé esta tarde, mantienen viva la tradición.
Ensalada donde el personaje es el arroz
“Estoy preparando, tío”, me dijo, “ensaladas de liccha, de betarraga con vainitas, de pallares, de palta, de papa con zanahoria y un puré de camote para acompañar al pavo”.
Pero Narda añade que también se pueden hacer mil clases de ensaladas con manzana en rodajitas, apio, coliflor y adornarse con cuanto ingrediente nos puede brindar la naturaleza desde un jardín… o desde el mercado simplemente.
La costumbre de la chocolatada parece una aberración en las ciudades de la costa donde el calor del verano ya se halla entronizado en sus primeros furores por lo menos con temperaturas de 23 grados centígrados.
La manzana es obligada en las ensaladas navideñas
En ellas debíamos hacer un esfuerzo por recuperar la tradición de las comidas frescas en la nochebuena, es decir, de las ensaladas a que nos acostumbraron nuestros mayores y que poco a poco están corriendo hacia el olvido, en provecho de chocolatadas y panetones, justificables solo en la vieja Europa y los países del hemisferio norte, donde a estas horas debe estar nevando con el frío glacial habitual a la estación.
Pero no aquí donde en este momento tenemos 22 grados centígrados a las 5.20 de la tarde.
¿No le parece? Salvo mejor parecer porque sobre gustos y colores...
¡Feliz Navidad a todos!
Luis Eduardo Podestá
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