Para que no ocurra lo del
asteroide de Tungusca
Para conjurar el peligro de que ocurra un desgraciado suceso como el de Tungusca, Siberia, Rusia, el 30 de junio de 1908, científicos la Universidad de Strathclyde en Glasgow, Escocia, están empeñados en construir una estrategia, cuyo núcleo principal es el empleo de un cañones láser instalados en satélites artificiales que perseguirán al cuerpo extraño, al mejor estilo de los filmes de ciencia ficción.
Estallido sobre Tungusca: 30 megatones
Según lo acaba de difundir el portal de ciencia y tecnología Solociencia, el equipo de ingenieros de Strathclyde, estudia una “técnica innovadora basada en rayos láser, que podría cambiar radicalmente la aún primitiva, tecnología de desvío de asteroides” que podrían estar en eventual camino a un choque contra la Tierra.
Los científicos estiman que es posible, frente a un asteroide peligroso, utilizar un grupo de satélites “relativamente pequeños” que, equipados con cañones láser alimentados con energía solar, cual una escuadrilla aérea, volarían en formación y dispararían sobre el cuerpo intruso, rayos láser perfectamente coordinados.
El portal científico dice que “esta estrategia constituye una alternativa más ventajosa que los métodos diseñados hasta ahora, basados en el uso de una gran (y poco maniobrable) nave espacial”.
Massimiliano Vasile, director de la estrategia
El equipo está dirigido por científico Massimiliano Vasile, que ha diseñado ya la formación de satélites “capaces de volar en formación junto a un asteroide de tamaño pequeño o mediano y disparar sus láseres contra él a corta distancia”.
El informe añade que “una flotilla de pequeñas y ágiles naves, cada una equipada con un láser de alta eficiencia, es mucho más factible que una sola y gran nave que lleve un cañón láser de potencia colosal”.
“Este sistema es modular”, describe Solociencia, “para desviar a un asteroide más grande bastaría añadir algunas naves extra a la flotilla. Además, si una de ellas falla, las demás pueden continuar, a diferencia de la situación con una única y gran nave.
El 30 de junio de 1908, a las 7 y 17 minutos de la tarde, un bólido que estalló como un artefacto nuclear de 30 megatones, sobre Tunguska, arrasó con la naturaleza del lugar y alrededor de esa explosión se tejieron varias teorías, entre ellas, que se trató de un cometa de hielo, porque no se encontraron fragmentos de él.
Según estudios posteriores, el intruso estelar habría tenido tenido un diámetro de 80 metros y estalló en el aire ya que produjo ningún cráter en el suelo.
Estaciones sismográficas del mundo entero captaron la explosión y en Inglaterra se observaron variaciones en la presión atmosférica.
Miles de árboles arrasados por la explosión
Sin embargo, se produjo un gigantesco incendio y miles de árcoles fueron derribados en un área de más de 2000 kilómetros cuadrados, se destruyeron las ventanas de ciudades a relativa cercanía y testigos dijeron que las personas fueron derribadas por la onda expansiva hasta una distancia de 400 kilómetros del lugar de la explosión.
En extensas áreas de Rusia y Europa oriental, las noches siguientes al 30 de junio, eran tan claras que se podía leer horas después de la puesta del sol.
Los expertos creen que un cuerpo de tal naturaleza podría caer eventualmente sobre la tierra y por ello, se realizan estudios muy serios para utilizar la tecnología del siglo XXI para evitar que una desgracia como la de Tungusca sea posible en el futuro cercano.
Luis Eduardo Podestá
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