lunes, 22 de agosto de 2011
La resurrección de Santa Bárbara
Buscan título de Patrimonio
de la Humanidad para mina
con ciudad subterránea
Buena noticia para Huancavelica, una de las más deprimidas regiones del Perú, en cuyo subsuelo se encontraron los minerales que hicieron la riqueza de España durante la Colonia y la tragedia de miles de peruanos esclavizados en los socavones de sus minas.
Aviso de llegada
La doctora Victoria Contreras Lacho, directora regional de Cultura, informó que en setiembre se completa la absolución de observaciones que interpuso la UNESCO a la petición para declarar a la famosa mina Santa Bárbara, una de las maravillas del mundo, en Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Hace varios años, un equipo de investigadores peruanos y extranjeros, entre ellos, el doctor Enrique Orche, profesor e investigador de la Universidad de Vigo, España, elaboró un programa de investigación del Patrimonio Cultural y Minero de Huancavelica con el fin de convertir a esta importante Región en un polo turístico minero internacional.
Resto de instalaciones
Se trataba de proporcionar a Huancavelica las condiciones que poseen muchos antiguos centros mineros de Europa y otros lugares del mundo, que han sido habilitados como puntos de rutas turísticas.
A 4,200 metros de altura sobre el nivel del mar y a unos 25 kilómetros de la ciudad de Huancavelica, cerca de la mina, se encuentra el pueblo fantasma de Santa Bárbara, que solo efectúa una tradicional y bulliciosa fiesta patronal, con fuegos artificiales, misa y masiva asistencia popular, en su aniversario, el 8 de diciembre, día de la Asunción de Virgen.
Semana Santa en pueblo abandonado
Ese pueblo abandonado está en trance de recuperación. La doctora Contreras dijo que en 2009 se desarrolló en la placita del pueblo, una festividad de Semana Santa, coordinada con la diócesis y la Comunidad Campesina, que incluyó procesión y los ritos tradicionales de la fecha.
Bienvenida al pueblo fantasma
En este momento, añadió la doctora Contreras, se elabora un registro de bienes de la iglesia del pueblo, donde se han encontrado, invalorables esculturas de hace más de 400 años.
El interés mundial que despierta Santa Bárbara, radica en que en sus galerías hay una ciudad subterránea considerada hace siglos una maravilla del mundo porque tiene calles, talleres, tres capillas donde se oficiaban misas, y hasta una plaza de toros, describen los historiadores.
Durante la Colonia, los socavones alojaron a cientos de trabajadores esclavizados. Cuenta la leyenda que muchas madres nativas deformaban a propósito las manos o piernas de sus hijos al nacer, a fin de que no fueran declarados aptos para el trabajo en Santa Bárbara, también llamada ‘la mina de la muerte’ de donde no salía jamás quien entrara a trabajar en ella.
La tragedia nunca estuvo ausente en Santa Bárbara. La historia señala que en 1786 “dentro de sus socavones murieron más de 200 personas, entre indios y españoles, al derrumbarse los portales del Brocal hasta la punta de Nombre de Dios”. Añade que “por la alta toxicidad del mercurio, la mina de Santa Bárbara tuvo uno de los índices de mortalidad más elevados de toda América”.
Mucho potencial minero
La mano de obra eran los peruanos de la región: “Los españoles capturaban a los nativos de la zona, siendo forzados al trabajo y llevados encadenados, sus familias los acompañaban hasta la mina Santa Bárbara y en presencia del sacerdote en la única Iglesia colonial que existe se hacía un misa de defunción pero en cuerpo presente (antes de morir) como si fuera de difuntos porque sabían que nunca más volverían a ver la luz después de entrar a lo más profundo del socavón”.
“Algunas mamás, para no ver morir a sus hijos (como esclavos de la mina) tomaban medidas drásticas como el de cercenar la mano o crearles algún tipo enfermedad y así no ser llevados a la mina de la muerte”, cuenta la historia.
La mina fue uno de los más importantes complejos industriales, y sus métodos de explotación eran los más modernos del mundo. Atraía a mineros y aventureros y su importancia fue tal que “los virreyes hacían viajes a ese lugar para dar órdenes personalmente y por ello se la denominaba ‘preciosa alhaja’ de la Corona Española”.
Nota – Una versión de este artículo fue publicada en el diario El Peruano el lunes 22 de agosto de 2011.
Luis Eduardo Podestá
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