Cuando Perú perdió un
presidente y el mundo
ganó un gran escritor
Nota - Este artículo fue publicado
en la página editorial del diario
oficial El Peruano el miércoles
27 de octubre de 2010.
El domingo en que Mario Vargas Llosa fue derrotado en las urnas por una ciudadanía que más creyó –o quería creer– en las mentiras de su rival que en las desnudas verdades que él proclamaba en los mítines de la campaña electoral de 1990, yo estaba de turno en la Associated Press, donde trabajaba como redactor en español.
Esa tarde, el gringo director-gerente de la agencia, Monty Hayes, se acercó a mi escritorio y me preguntó qué pasaba.
-Mario Vargas Llosa ha perdido las elecciones-, le respondí.
Después de un momento de silencio, con la mano en la barbilla, el gringo movió la cabeza y comentó:
-Bueno… El Perú se ha perdido un buen presidente, pero creo que el mundo ha recuperado un escritor.
Junto a un diario peruano del día en que ganó el Nóbel
Me viene a la memoria este episodio, porque acabo de leer, entre todo lo que se ha publicado sobre Vargas Llosa, un extenso texto sobre los catorce minutos posteriores a que el escritor recibiera el primer aviso de que había ganado el Premio Nóbel de Literatura 2010 y que se negaba a creer hasta no tener una confirmación adecuada y firme. ¡No le fuera a pasar lo que a Alberto Moravia a quien le jugaron una broma terrible años atrás con el mismo tema, al hacerle creer que había ganado el Nóbel!
Catorce minutos después llegó la confirmación y sus hijos, Morgana en Lima, Gonzalo en viaje por el caribe hacia Haití y Álvaro en Washington y sus nietos, se enteraban
de que al abuelo de 74 años acababa de ganar el más alto galardón que la humanidad le otorga a un hombre que supo hacer de la literatura la razón fundamental de su vida.
Luego vinieron las publicaciones de los diarios españoles y del mundo. El periodismo ibérico disfrutaba al indicar que fue un premio al idioma español ya que en esa lengua ha escrito originalmente Vargas Llosa todas sus creaciones.
Todos los medios del mundo decían que ganó el Nóbel de Literatura de 2010 el escritor peruano-español, debido a que agregó a su nacionalidad la española, cuando los esbirros del dictador que hoy cumple sentencia de cárcel, lo amenazaron con quitarle su condición de peruano. Y un bromista arequipeño me dijo telefónicamente al comentar la premiación que Vargas Llosa disfrutaba de triple nacionalidades porque era peruano-español-arequipeño, por haber nacido en Arequipa, la madrugada del domingo 28 de marzo de 1936.
Algo que conmueve en aquel magnífico reportaje de Juan Cruz en El País, de España, es la mención al abuelo con quien sus nietos hacen lo que quieren, es decir, el escritor mundialmente famoso, renuncia a su solemnidad para enternecerse y jugar con los hijos de sus hijos.
Pero todo no queda ahí: Juan Cruz escribe cómo Vargas Llosa se solazaba con los guargüeros que alguien le hizo llegar: “Estaba feliz, era un premio para el Nobel. Los guargüeros son como unos pestiños (dulces) rellenos; tienen la apariencia de algunas pastas italianas, y saben a dulce de leche. En ese sabor está su infancia, Arequipa entera”.
Vargas Llosa dijo a Cruz que Fujimori no lo venció en las elecciones, sino el pueblo del Perú y por eso se sentía triste. Escribió después El pez en el agua y se entregó a la literatura con en esa furia y fervor –ha dicho que 'La escritura es una venganza...un desquite de la vida'– y se situó en esa esquina del paraíso que abandonó por un momento en el afán de cambiar la vida de su país.
¡Qué suerte tuvimos de que perdiera las elecciones y, como dijo el gringo Hayes, recuperáramos al escritor!
Luis Eduardo Podestá
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