domingo, 17 de octubre de 2010

La ingeniosa María y Varguitas





Lo mejor (s.e u o.) que he leído
entre cientos de artículos
sobre Nóbel propios y ajenos


Con la venia de la mesa y si usted quiere con perdón de la palabra, he vacilado mucho en glosar aquí, unos párrafos del más ingenioso artículo que acabo de leer acerca de nuestro Premio Nóbel y otros de la historia.
En estos días que se convierten en semanas y pronto serán meses, periodistas, escritores, críticos y criticones, literatos y políticos, de todos los pelajes y de todos los idiomas, se han lanzado al ruedo en una competencia afiebrada a comentar o simplemente meter la cuchara para decir su palabra escrita o sonora en el asunto Mario Vargas Llosa, Premio Nóbel 2010. (¡Hasta yo, modesto servidor y albañil de la pluma me atrevo!).

Pues bien, entre todo lo leído desde aquel bendito jueves 6 en que todos amanecimos premiados, acabo de pasar los ojos sobre el artículo publicado en SUR.es por la señora, señorita, dama, escritora, periodista
María Teresa Lezcano y me quedé tan gratamente impresionado que a riesgo de aparecer como un plagiario ante mis colegas que no perdonan nada, les voy a entregar parte de la pieza o comentario más ingenioso, repito, que ha caído ante mis ojos en los últimos días.

La doctora (debe serlo y si no lo es merece serlo) María Teresa Lezcano, hace un comentario sobre quienes ganaron el premio Nóbel de Literatura desde sus orígenes. En otra ocasión –con más ganas que hoy domingo 17– les contaré algo sobre el inventor de la dinamita y otros explosivos. Pero hoy quiero dedicar este podestecuenta a lo que ha escrito la sin par María Teresa acaba de regalarnos:

“Cuando Mario Vargas Llosa ya daba fe de que, como El Paraíso estaba en la otra esquina y 'Lituma en los Andes' y que, por más que mantuviera 'Conversaciones en la catedral' haciendo el 'Elogio de la madrastra', en 'La ciudad y los perros' de Estocolmo nunca sería premiado a menos que llegaran 'Pantaleón y las visitadoras' y proclamaran 'La guerra del fin del mundo', ha resultado que, gracias a una de esas 'Travesuras de la niña mala' sueca, también llamada Academia, el hombre que soñaba con 'La tentación de lo imposible' ha entrado en la ilustre 'Casa Verde' con los 'Cuadernos de Don Rigoberto' bajo el brazo y, sonriendo en 'La suntuosa abundancia' dentaria como si se hallara en plena 'Fiesta del chivo', ha declarado el advenimiento de 'La orgía perpetua' literaria, léase: la posteridad.

“Y es en este momento cuando a mí me asaltan algunas dudas y me pregunto y les pregunto: ¿Cómo ha tratado la inmortalidad literaria a sus nobelados y a veces novelados miembros? Cuánto dura la posteridad? ¿Cuándo empieza? ¿Han sido algunos vivos –en el buen sentido de la palabra– literariamente inmortales antes de ser fiambres excelsos? ¿Es la posteridad permanente en sus afectos o más voluble que 'El lenguaje de la pasión'? '¿Quién mató a Palomino Molero?' Intentaremos analizar juntos estas cuestiones, exceptuando, obviamente, la última, que sólo podrán dilucidar si leen la correspondiente obra del recién laureado escritor.

“Desde 1901, año en que el poeta parnasiano Sully Prudhomme inauguró el cumplimiento testamentario del explosivo sueco Albert Bernhard Nobel, hasta el pasado siete de octubre, fecha en que 'El pez en el agua' ha recibido el galardón más codiciado de las Letras, han transcurrido 110 años y se han entregado 104 premios Nobel de Literatura –las dos guerras mundiales sumaron seis años de absentismo académico–, cuyos beneficiarios se han ido enfrentando a la perseguida inmortalidad creativa de maneras muy dispares.

El flamante Nóbel Mario Vargas Llosa

Y hora intervengo yo para decirles que como entregarles aquí más texto de la honorable María Teresa, sería un abuso de confianza, me quedo ahí. No quiero privarlos tampoco de leer el artículo completo de puño y sabiduría de doña María Teresa.

Luis Eduardo Podestá


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