en la Guerra Civil española
en la antesala de la santidad
Para la comunidad periodística debe resultar extraño, por decir lo menos, que un colega periodista haya sido beatificado por el Vaticano, tan meticuloso en estas aprobaciones, y hoy se encuentra en la antesala de la santidad, convertido en el primer hombre de prensa que alcanza ese nivel previo a los altares.
El ya beato Manuel Lozano Garrido, llamado Lolo, hizo el milagro de salvarle la vida a un niño a quien la ciencia médica había desahuciado y, caminó en los peligrosos senderos de la Guerra Civil española, en el bando republicano, cuyos miembros la pegaban de ateos y comunistas, y repartía hostias clandestinamente entre sus compañeros cuando querían comulgar.
Los periodistas que he conocido en mi vida –que no puede llamarse corta– han sido, con escasas excepciones que no deben llenar ni los dedos de una mano, eran –son–maldicientes, neurasténicos a la hora de los cierres, llenos de malas intenciones contra aquellos que les niegan información, sobre todo cuando publicarlas depende su pan o su prestigio, amigos de la bohemia traducida en una sesión de cantina para despejar ese enrarecimiento en que dicen queda el cerebro a las tres de la mañana después de culminar una edición particularmente conflictiva.
El colega beato Lolo que un día será santo
Pero Lolo, nacido en Linares, en la misma región en que combatió al franquismo –cuyos sucesores de hoy se rasgan las vestiduras ante la perspectiva de que haya que abrir tumbas comunes para conocer la verdad de sus crímenes– era un hombre pacífico y a juzgar por la foto que nos ha entregado un despacho de la BBC Mundo, realmente tenía una cara de ángel.
El Arcángel y San Judas
Hasta la aparición de Lolo, los periodistas peruanos teníamos en nuestros altares, como nuestros guías al arcángel San Gabriel, de quien decimos que es el primer periodista de la historia porque le informó a María Santísima que sería madre de Jesús.
También nos inclinamos por San Judas Tadeo, el santo de los imposibles como uno de los precursores del periodismo, por haber recorrido el mundo, rozando todos los peligros imaginables de una época cruel y descreída, para llevar el mensaje de Cristo a las sociedades que necesitaban la esperanza y la doctrina para llegar a la gloria.
Ahora el Vaticano ha confirmado la beatificación de Manuel Lozano Garrido tras verificar por lo menos un milagro del periodista.
Lolo vivía en Linares, provincia de Jaén al sur de España, donde “una comunidad de ancianos y enfermos reza todas las noches para que los periodistas no caigan en el sensacionalismo. Lo aprendieron de Manuel Lozano Garrido, nacido en 1920 y muerto en 1971, el primer "periodista milagroso" de España, informa el despacho.
La ceremonia de beatificación, como tenía que ser, se llevó a efecto en Linares, en la provincia de Jaén, cuya población no cabía en sí de orgullo y devoción. “En sus calles se podían ver rosarios, llaveros y camisas con el rostro del periodista”, añade la BBC.
Don Rafael Higueras, presidente de la Asociación de Amigos de Lolo, que ha batallado para que mi colega Lolo sea beatificado ha descrito como lo hubiera hecho un buen jefe de redacción la vida del beato: "era un ciego que veía mucho y un paralítico que volaba”.
A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en la invalidez y la ceguera, Lolo nunca perdió su bien humor y se dio maña para escribir nueve libros y más de 300 reportajes, informó Higueras.
Lolo escribió “Las estrella se ven de noche” un libro que lo convirtió en finalista del premio Nadal de novela. El tema del libro es su propia experiencia en el campo de batalla, en una provincia de Andalucía “desangrada por las incoherencias de la Guerra Civil”.
"Es una historia muy autobiográfica. Lolo peleó del lado republicano pero era muy religioso. En esa época las iglesias estaban cerradas y un cura le pidió que diera la comunión clandestinamente", refirió Higueras.
Por hacerlo lo encarcelaron. Solo tenía 16 años, se introducía en los socavones mineros y recorría las montañas de Linares, donde las dos fuerzas combatían, para llevar consuelo a heridos y enfermos. Higueras dice que “allí comenzaron su vocación periodística y su artritis”.
"Después de la guerra se dedicó a atender a los presos y a los mineros. Lolo escribía sobre el bajo salario de los mineros, sobre la justicia social", agrega Higueras.
Al servicio de la verdad
Publicaba sus notas en medios como el desaparecido diario Ya, las revistas Telva y Vida Nueva. Fundó en 1956 la revista Sinaí para enfermos pero "a las autoridades franquistas no les gustaba el tono de sus artículos y lo censuraron muchas veces”, dijo Higueras, quien recuerda que Lolo se definía como "un periodista cristiano que estaba al servicio de la verdad".
Le dictaba sus crónicas a su sobrina Luci
Higueras cuenta que conoció a Lolo en la última etapa de su vida, cuando ya no podía escribir y dictaba sus artículos a su sobrina Luci o a una grabadora. Recuerda que “Lolo se había convertido en un amasijo de huesos aferrado a un crucifijo, el mismo que fue utilizado como prueba del milagro que exigía el Vaticano para aprobar la beatificación”.
El milagro que inclinó la balanza para su beatificación ante el Vaticano, ocurrió después de su muerte. Un niño de Linares cayó enfermo de peritonitis y fue trasladado a Madrid, donde los médicos le cortaron veinte centímetros de intestino pero se agravó tanto que sus padres solo esperaban su muerte.
Entonces la hermana de Lolo llevó el mismo crucifijo que este sostuvo en sus manos al morir y se lo dejó al niño. "En menos de una semana estaba curado", prosigue Rafael Higueras.
"El niño ahora es arbitro internacional de tenis", comenta Higueras, quien fue alumno de Lolo, y tenía que escuchar ocho o nueve horas de grabación cuando el ahora beato se sentía con ánimos de hacer periodismo.
Manuel Lozano no se casó pero tenía una novia quien se fue al Canadá como misionera y formó parte de una red de corresponsales misioneros integrada por antiguos alumnos del beato.
Ahora los grupos de oración que siguieron a Lolo mantienen la tradición y en sus rezos incluyen una oración que él escribió cuando ya estaba postrado en su cama a causa de la ceguera y la artritis.
La oración es una herencia para la buena prensa: "Que no los tiente la prensa de colores ‘negra’, ‘amarilla’, ‘rosa’. (Que) Un periodismo al sol, claro y limpio sea tu guía".
Luis Eduardo Podestá
(Con datos de la BBC mundo y la prensa española)
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