viernes, 14 de mayo de 2010

Nuestra coraza atmosférica se debilita

Hueco en la capa de ozono
fue descubierto hace 25 años
… y sigue creciendo




En este mayo se cumple un cuarto de siglo del descubrimiento de una gran amenaza que nos envió el cielo, y que dio origen a la suscripción de un protocolo para adoptar determinadas reglas de conducta humana, que no han sido cumplidas. Y la amenaza sigue creciendo.


Joe Farman, Brian Gardiner y Jonathan Shanklin, los descubridores



En mayo de 1985 los científicos Joe Farman, Brian Gardiner y Jonathan Shanklin publicaron una información que puso los pelos de punta a los pobladores de este mundo cuando informaron que sobre la región Ártica se existía un agujero en la capa de ozono que continuaría agrandándose si no se adoptaban medidas de carácter global.

La capa de ozono que rodea a la tierra es la coraza que protege a todos los seres
vivos del planeta Tierra de la radiación solar ultravioleta, fuente de casos de cáncer de piel. Origina también alteraciones en la genética de plantas y animales.

El equipo de científicos advirtió que el agujero descubierto en el Ártico podría seguir creciendo si no se adoptaban medidas. Y el hueco siguió creciendo.

Ante la seriedad de la amenaza, los ambientalistas se movilizaron y su lucha dio como resultado la suscripción del Protocolo de Montreal, mediante el cual se prohibía el uso de sustancias químicas como los clorofluorocarbonados (CFC) que, se había comprobado, eran los responsables del fenómeno.

Los CFC son una síntesis integrada por átomos de carbono, cloro y flúor, cuyas propiedades químicas tienen una enorme variedad de aplicaciones en la industria.
Intervienen en la fabricación de refrigeradoras domésticas, el aire acondicionado, la producción de plásticos, de propelentes como los distintos aerosoles, de cosméticos, insecticidas, pinturas, en la industria electrónica. Habría que preguntarse más bien, en qué no se emplean.

Los clorofluocarbonados son inertes en la baja atmósfera y tienen una vida de varias décadas, pero cuando ascienden a la estratósfera pierden su estabilidad química, reaccionan ante la presencia del ozono y lo consumen. Eso es lo que ha ocurrido en la capa de ozono y su deterioro desde que el hombre comenzó a utilizar el compuesto.

Los científicos señalan tajantemente que “el aporte de los CFC al calentamiento global o efecto invernadero es significativo” y que en la década de los años 80 su contribución era del 25 %. Ahora es muchísimo más.

La comunidad científica se comprometió a encontrar nuevas sustancias que los remplazaran, pero el daño ya estaba hecho y hoy se estima que para que la capa de ozono llegue a su estado original, deberán pasar por los menos unos cien años.

En el aniversario de su descubrimiento, Jonathan Shanklin publicó algunas reflexiones sobre el agujero en la capa de ozono y dijo que “lo que podemos aprender es lo rápido que puede cambiar nuestro planeta. Dada la velocidad con la que la humanidad puede afectarlo, ser precavidos es el camino más seguro hacia la prosperidad”.

Por su parte, otro de los descubridores del agujero, Joe Farman, hablando con BBC Ciencia, criticó el hecho de que los gobiernos hayan prohibido las sustancias que destruyen la capa de ozono pero que permitan que sean remplazadas por los gases que crean efecto invernadero.

Dijo que “los gobiernos no aprendieron la lección, que tienen que actuar rápidamente y con decisión ante amenazas globales sobre el medio ambiente como el cambio climático”.

Aporte de contaminación de América latina


Según la Administración de Información Energética (EIA), los cuatro países que arrojan más emisiones tóxicas a la atmósfera son China (6,284 millones de toneladas anuales), Estados Unidos (6,007 millones de toneladas), Rusia (1,672 millones de toneladas) e India (1,401 millones de toneladas), producto de sus actividades industriales que no desean disminuir,

Estamos advertidos.

Luis Eduardo Podestá

(Con datos de EIA. BBC Ciencia e internet)

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