fáciles, baratos y cómodos
Sin quererla ni buscarla tuve hoy temprano, una instructiva conversación con un chofer de taxi, quien me comunicó exaltado y aparentemente feliz, que “mañana es mi último día de casado y lo voy a celebrar”.
Llevado por mi natural curiosidad le pregunté cómo iba a producirse ese su nuevo estado y me respondió: “Me divorcio. Ahora divorciarse es fácil, barato y rápido, porque el trámite se puede realizar en cualquier municipalidad”.
Luego me contó lo ocurrido. Tenía 37 años de matrimonio, dos hijos ya mayores y casados y 17 años de separación de su esposa, con quien, de mutuo acuerdo, habían decidido formalizar su soledad con un divorcio legal.
Primer acto
“Quisimos divorciarnos antes”, me contó, “pero cuando hice una indagación previa ante un abogado, me dijo que la broma me costaría mínimo 1,500 dólares y máximo 2,200 dólares, a lo que había que agregar un mar de trámites legales, que demorarían unos tres años por lo menos”.
Todo eso desanimó a la pareja, que dejó pasar los meses y los años.
Con la nueva ley del divorcio, el asunto es expeditivo.
“Sólo he gastado 151 soles”, prosiguió, “en papeleo: En el Reniec le dan una partida de matrimonio por 15 soles, el papeleo en la Municipalidad cuesta 86 soles y otros 50 en trámites diversos y menos de dos meses”.
Segundo acto
Entre los trámites solicitados por las autoridades municipales, ahora en capacidad de divorciar a la gente, se encuentran solo, según el taxista, tres declaraciones juradas de lo más sencillas: en una se afirma que no hay hijos menores ni afectados por alguna enfermedad que los convierta en dependientes, la otra, que no existen bienes en común y la tercera, que ambos viven en el mismo domicilio.
Tercer acto
Cuando le pregunté en qué municipalidad había logrado cristalizar lo que había deseado hacía tantos años respondió:
“En la municipalidad del Rímac, que es la misma donde me casé hace 37 años”.
Luis Eduardo Podestá
(Ilustraciones de Mordillo en Siete Días, Argentina - 1970)
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