con todas las armas de que
los gobiernos disponen
Hace unos veinte años, el premio Nóbel de Economía, Milton Friedman y el de literatura, Gabriel García Márquez, uno alineado políticamente en lo que llamaríamos derecha y el otro en el extremo opuesto del espectro, se enfrentaban a la “doctrina” del entonces presidente Ronald Reagan, empeñado en una guerra contra las drogas, según el esquema tradicional.
Gabriel García Márquez, su hijo Gonzalo y su esposa Mercedes
Podría decirse que el esquema tradicional se mantiene. Los Estados Unidos “ayudan” en la guerra antinarcóticos a los países productores, pero en su propio territorio –para no hablar aún de Europa y los países desarrollados– el consumo es perseguido con guantes de seda.
El esquema tradicional de la guerra contra las drogas en los países productores, léase Perú, Colombia, Bolivia, consiste en quemar los sembríos de coca, esporádicas y violentas incursiones policiales en las que se incendian laboratorios, se requisa toda la droga que se encuentra y se vuelcan los insumos químicos sobre la tierra con la natural contaminación de los ríos cercanos.
Ahora, en coincidencia con el planteamiento de Friedman y con la posición de García Márquez, nuestro novelista Mario Vargas Llosa ha propuesto una nueva forma, más inteligente de combate a las drogas.
Fernando Savater en la misma trinchera
Como siempre, se han alzado voces moralistas y “éticas” en contra, es decir, se repite la historia. Cuando Friedman y García Márquez formularon sus propuestas, “ninguna de ambas iniciativas fue bien acogida, pero ahora las cosas han cambiado drásticamente”, dice un editorial de Los Tiempos, de Bolivia.
También asumió una posición similar “con la lucidez que le caracteriza (Fenando) Savater (y) nadie los ha escuchado, ni a ellos ni a los afectados”, dice José Luis Sánchez-Tosal, en un comentario publicado hoy domingo en La Voz de Salamanca, España.
Mario Vargas Llosa, en otra guerra del fin de las mafias
Claro que las cosas y los tiempos han cambiado. No por nada, los Estados Unidos están apoyando la lucha antidrogas según su esquema, ¡ya hace 50 años! sin ningún resultado práctico, sobre todo para los países involucrados que han visto crecer la corrupción provocada por el ingente poder económico de las mafias que controlan hoy hasta a movimientos terroristas a los que alimentan con dinero y armas, en algunos casos –lo ha dicho Vargas Llosa– mejores y más efectivas que las que los gobiernos pueden proveer a las fuerzas del orden empeñadas en la lucha.
Milton Friedman, lo predijo décadas atrás
La legalización de las drogas debe enfocarse desde puntos de vista reales y actuales. Hay que examinar la historia del último medio siglo, los fracasos en la erradicación de cocales, las muertes de inocentes, la corrupción de individuos e instituciones, el maltrato a los menores y jóvenes, en los cuales las mafias han enfocado su principal objetivo para mantener una clientela permanente con vistas a futuro.
Algo más. Los estados, es decir, los gobiernos, que poseen los elementos necesarios en fuerzas armadas, controles económicos y servicios en todo el territorio de sus respectivas naciones, deben asumir su responsabilidad soberana y liberarse de pacaterías.
Hay que legalizar la droga, controlar su distribución y aplicar severísima sanciones penales a quienes, individuos o asociaciones delictivas, promuevan y ejerzan la venta de drogas a los menores, en colegios o donde los encuentren.
Que los adultos hagan de sus narices lo que quieran. En determinado momento, el estado se ocupará de su salud para curarles la adicción, cosa que actualmente se practica, pero por de pronto, ¡hay que hacerle caso a Vargas Llosa!
(Luis Eduardo Podestá)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario