lunes, 11 de enero de 2010
Gracias, Mario Vargas Llosa
La lucha contra las mafias
de las drogas debe tener
ideas nuevas y realistas
Muchas gracias, don Mario Vargas Llosa, porque su artículo aparecido en varios periódicos del mundo el domingo (El Comercio de Lima, El País de España y otros) ha contribuido no solo a enriquecer el debate sobre las drogas sino a consolidar la idea que algunos ciudadanos teníamos sobre esa desigual contienda.
Mario Vargas Llosa, en una nueva batalla
Un pequeño grupo disperso de peruanos, entre ellos, quien escribe estas palabras, apoya la liberación (despenalización) del cultivo y uso de la hoja de coca.
Yo fui más allá y en parte de mi novela El señor de los temblores, puse en boca del “Rey Quintino I de Arequipa”, la elaboración de un proyecto de ley que reclamaba la legalización del consumo de la hoja de coca y del consumo de la droga y que el Estado se hiciera cargo de la fabricación y comercialización de la cocaína porque podría controlar su distribución.
El loco Quintino preparó un proyecto de ley, que en la novela se describe en parte así:
“Al leer el artículo tercero levantó la voz para acentuarlo porque, dijo, es quizá el más importante del proyecto ya que disponía que solo los mayores de edad estaban facultados a comprar cocaína o algún otro derivado para su uso en las farmacias privadas o dependientes del ministerio de Salud y que cualquier infracción a esa norma, y sobre todo la venta indiscriminada a menores de edad, sería severamente penada con no menos de veinticinco años de prisión sin derecho a libertad condicional, ni provisional, ni a beneficios penitenciarios, es decir, tendrán que cumplir su condena desde el primero hasta el último día que señale su sentencia y, además, sufrir la confiscación absoluta y definitiva de todos los bienes que hubieran podido conseguir con dinero limpio o sucio en cualquier época de su vida.
“El estado, decía el artículo cuarto, era el único encargado de la fabricación de cocaína y en tal sentido comunicaría a la comunidad internacional que vendería a precios que un arancel establecería, ese producto en polvo, líquido y en granos tanto para fines de uso personal como para utilización farmacéutica y medicinal y que en consecuencia entraba en coordinación con los países productores a fin de emprender una acción conjunta dentro de los términos que sus leyes respectivas lo acordaran bajo un mismo patrón de protección a la humanidad.
Esa era la ficción ensayada en la novela cuya impresión en Arequipa debe concluir en las próximas semanas, luego de lo cual se programará su presentación.
Es muy bueno para los efectos de esta guerra de los estados contra el narcotráfico, que alguien como Vargas Llosa, uno de los más altos representantes de la literatura actual, autor además de extraordinarios comentarios sobre el bienestar de la humanidad y de la estabilidad de la democracia en los países que la tienen, muchas de cuyas instituciones se hallan harto corrompidas por la influencia y poder de las mafias, haya comenzado a intervenir en este asunto.
Que recuerde, voces aisladas en Lima, Cusco y Arequipa, algunos personajes de la intelectualidad peruana, tuvieron la valentía de enfrentarse a un estado y una sociedad que solo veían en la fracasada y duradera represión del narcotráfíco la solución del problema que nunca avanzaba.
Felipe Calderón, presidente de México, en sangrienta lucha
El apoyo insuficiente de los Estados Unidos que no se condice con la enorme proporción de su consumo de drogas, ha contribuido a la creación de un poderoso y subterráneo imperio económico con tentáculos en muchos países del mundo y según ha señalado el autor de La guerra del fin del mundo, “es absurdo declarar una guerra que los cárteles de la droga ya ganaron”.
“… no importa cuántos capos y forajidos caigan muertos o presos ni cuántos alijos de cocaína se capturen, la situación solo empeorará. A los narcos caídos los reemplazarán otros, más jóvenes, más poderosos, mejor armados, más numerosos, que mantendrán operativa una industria que no ha hecho más que extenderse por el mundo desde hace décadas, sin que los reveses que recibe la hieran de manera significativa”, añade.
Así pues, cuando se hacía el silencio de quienes pensaban diferente que los regímenes pegados a la letra que componía la política antidrogas norteamericana, llega la caballería con Vargas Llosa a la cabeza.
“En febrero del 2009, una Comisión sobre Drogas y Democracia creada por tres ex presidentes, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, propuso la descriminalización de la marihuana y una política que privilegie la prevención sobre la represión. Estos son indicios alentadores”, escribió también ayer Vargas Llosa.
Así, pues, es edificante comprobar que la búsqueda de otras alternativas en la guerra de la sociedad contra las mafias y su eliminación por la vía de leyes novedosas y realistas puede construir y ofrecer un futuro mejor para esta martirizada humanidad.
Luis Eduardo Podestá.
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