El original de Los heraldos negros
hablaba de “almohadas de
oro que funde un sol maligno”
“Son esos rudos golpes las explosiones súbitas
de algunas almohadas de oro que funde un sol maligno”,
se leía en el texto original de Los heraldos negros, versos que fueron modificados por
“Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema”.
Así puede confirmarse de la lectura de César Vallejo – Textos rescatados, de Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi, que traen las dos versiones de aquel inmortal poema de Vallejo que comienza con “Hay golpes en la vida tan fuertes… Yo no sé”.
Pues bien, las modernas versiones que nosotros conocimos y nos enseñaron incluyen una corrección, sin duda la definitiva, en cuya tercera estrofa se lee… y se leerá eternamente
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Bueno, lo que los autores de aquel libro encontraron fue una versión (ver la reproducción xilográfica) que dice
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el destino traiciona
Son esos rudos golpes las explosiones súbitas
de algunas almohadas de oro que funde un sol maligno
Felizmente, la versión definitiva y que es la que personalmente no cambiaría por ninguna otra, queda así
Monumento a César Vallejo en el centro de Lima
Los heraldos negros
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé
Con la venia de los académicos, me permito comentar que me parece bien, pero muy bien, que Vallejo efectuara la referida variación que nos legó para siempre un poema recio, eterno.
NOTA - En los textos de los poemas se ha conservado la ortografía encontrada
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