La princesa real Mette-Marit inaugura
el Museo Hamsun en las afueras de
Hamaroey, pueblo natal del poeta
La princesa real Mette-Marit de Noruega presidió la solemne ceremonia de inauguración del Centro Hamsun, el acto de mayor solemnidad que marcó la culminación de las celebraciones por el 150º aniversario del nacimiento del laureado novelista Knut Hamsun, al mediodía del reciente 4 de agosto.
Al acto inaugural de lo que ya es el museo que recordará y guardará una gran cantidad de obras de Hamsun, concurrieron más de 5,000 personas, según despachos de agencias noticiosas. Entre los invitados se encontraba el arquitecto Steven Holl, ganador del Premio Nacional de Arquitectura Progresiva en 1996 por el diseño del museo.
El Centro Hamsun en las afueras de Hamaroey
El Centro Hamsun se encuentra ubicado a 320 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, en las afueras de la localidad de Hamaroey, el pueblo donde el escritor nació hace siglo y medio.
El edificio importó una inversión de 23 millones de dólares que fueron destinados en 2007 para la obra que sufrió un retraso de varios meses, debido a la ola de críticas que despertó la programación de los homenajes.
Construcción se alza entre los bosques
Los actos no se ensombrecieron por la campaña mundial que libraron organizaciones judías, que criticaron severamente al gobierno de Noruega por las celebraciones que rendían homenaje al escritor que nunca negó sus simpatías por el nazismo, su anglofobia y su anticomunismo.
El idilio entre el pueblo de Noruega y su escritor nacional, se quebró en 1935, cuando Hamsun, ganador del Premio Nóbel de Literatura en 1920, expresó en público sus simpatías por Hitler, convicción que conservó durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
Su terca convicción política le acarreó una acusación por traición a la patria al final de la guerra. Fue recluido en un hospital siquiátrico cuyo médico jefe pretendió hacerlo aparecer como senil y víctima de deficiencias mentales a sus 86 años de edad. Su esposa Marie fue condenada a tres años de prisión, a pesar de que rechazaba la posición política de su esposo.
Lo que Hamsun quería era ser sometido a juicio. “¡No estoy senil, al menos no lo estaba cuando entré a este manicomio!”, proclamó a gritos en el hospital.
Logró que los tribunales lo juzgaran pero, apunta el escritor Juan Forn, en un reciente relato sobre Hamsun, “la sentencia le importa poco: incluso se queda dormido mientras la leen”.
Con su esposa Marie en 1930
Forn prosigue: “Para él, el juicio terminó en cuanto hizo su descargo (sin intentar en ningún momento defenderse: lo único que le importaba era que se escuchara su versión de los hechos). Desposeído de sus bienes por el gobierno noruego, repudiado hasta por los niños de su aldea (y él repudiando a Marie, a quien se niega a recibir cuando ella sale de la cárcel), Hamsun decide inesperadamente volver a escribir”.
Hamsun quien llevaba ya unos 20 años sin escribir, redactó lo que su editor calificó como “una obra maestra”, luego de leer Por los senderos donde la hierba crece. El editor fue a ver a Marie porque no quería enfrentarse con el irascible autor para decirle que ninguna de sus obras sería publicada sino después de su muerte.
Marie, en respuesta, tuvo una reacción inesperada: “¡Entonces no se publicará nunca, porque él no va a morirse! Ya ha hablado con Dios del asunto”, exclamó.
La nueva obra se publicó en 1949 entre una tormenta de críticas a favor y en contra. Knut Hamsun tenía ya 90 años y según Forn, a él solo le importaba lo que diría su esposa Marie acerca de su reciente libro.
Acompañado por toda su familia
“Le envía un ejemplar. Le hace saber que la quiere de nuevo a su lado. A esa altura de su vida, a Marie le interesa una sola cosa: descansar. ‘Todos los años que estuve a su lado no pude dormir, porque papá hablaba a gritos con Dios toda la noche’, le confiesa a uno de sus hijos antes de volver a vivir con su marido”, recuerda Forn.
Tres años después, Hamsun murió una noche de febrero. Tenía 93 años.
Después de una película sobre Hamsun, del sueco Jan Troell, de amplia difusión en Noruega y en todos los países de Europa, la opinión de los noruegos fue ablandándose. Hasta entonces ninguna calle ni plaza llevaba su nombre ni se le había erigido un monumento y sus libros comenzaron a editarse tímidamente. Hoy se venden por millares.
Las celebraciones por el sesquicentenario del nacimiento del gran escritor noruego, finalmente, parecen haberlo reconciliado con su pueblo, pues una enemistad y un repudio como el que sufrió a causa de sus convicciones políticas, no podía durar eternamente.
1 comentario:
Hola, ¿podría enviarme el relato de Juan Forn del que habla en el artículo o facilitarme una dirección en la que pueda leerlo? Mi correo es juan@addoor.net
Publicar un comentario