viernes, 1 de mayo de 2009

Hablemos, Presidente, del celibato sacerdotal



Sacerdotes con pareja
hay y ha habido en
todas partes del mundo


Don Fernando Lugo, presidente del Paraguay, no es el primero ni será el último cura que haya tenido hijos en la clandestinidad. Aquí en el Perú tampoco somos vírgenes de tales acontecimientos, pero por un sentido de prudencia (e hipocresía) los mantenemos en secreto.

Las bromas, fuera y dentro del Paraguay han abundado. En la reciente edición de la revista Caretas el lector Thomas Saldías, cuenta que conoció en Trujillo, a un cura al que sus presuntos hijos le decían tío, asunto sobre el cual el populorum inventó una rima que decía: “No es lo lo mismo zapatilla que zapa tu tía”. Saldías pone su cuota personal: “Ahora, con respecto al ex obispo Lugo, podríamos decir que no es lo mismo cucarachero que un cura cach…” Pide disculpas por la grosería.

Los periódicos y la blogósfera nos han traído en las últimas semanas abundante material sobre el presidente paraguayo, en serio y en broma.

Pero fuera las bromas. El celibato eclesiástico es una cosa seria, tan seria que por no practicarlo, fueron expulsados de la Iglesia, numerosos sacerdotes que decidieron colgar los hábitos luego de decidirse solos contra el mundo, vivir su propia vida en pareja.

Fue un presunto pariente de la familia Podestá, Monseñor Jerónimo Podestá, “el primer obispo en el mundo que reconoció haber estado enamorado”, refiere un artículo difundido por El Argentino.com (1 de mayo de 2009) bajo la firma de Diego Rojas y Bruno Lázaro. Los periodistas añaden que don Jerónimo Podestá “Durante los sesenta fue una de las cabezas del ala progresista de la Iglesia y a su diócesis de Avellaneda comenzaron a llegar curas obreros y futuros dirigentes del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo”.

Prosiguen: “En 1966 conoció a Clelia Luro, madre de seis hijas fruto de su matrimonio con un sobrino del hacendado Robustiano Patrón Costas. Pronto, se incorporó al obispado como secretaria y se volvieron inseparables. En 1967 –el mismo año en que Pablo VI promulgó su encíclica sobre el asunto– decidieron vivir juntos como pareja y, cuando el caso salió a la luz, intentó explicarle personalmente la situación al papa Pablo VI, pero no lo logró, ya que el Pontífice no aceptó recibir también a Clelia. Podestá fue suspendido en el ejercicio sacerdotal y debió renunciar a la diócesis. En 1974, amenazado por la Triple A, marchó al exilio junto a su pareja. Fue el presidente de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados y sus Esposas hasta su muerte en el año 2000”.

Los primeros párrafos del artículo de El Argentino.com son muy significativos:




“Por primera vez, un grupo de sacerdotes argentinos se pronuncia. Son curas católicos que se animan a reclamar el derecho a formar familia. El caso Lugo destapó la polémica: ¿servir a Dios es incompatible con la sexualidad?

“Son tiempos de deliberación y debate en el interior de la Iglesia Católica. Tiempos en los que surgen dudas y se hacen evidentes los esfuerzos para brindar respuestas, tiempos en los que toda reunión en la que se encuentran sacerdotes, monjas y laicos gira alrededor de una pregunta: ¿debe mantenerse vigente el celibato obligatorio si se desea servir a Dios? El clima de discusión se abrió cuando salió a la luz un hecho inquietante: el presidente paraguayo Fernando Lugo –obispo que fue dispensado de la tarea eclesiástica para asumir el cargo de primer mandatario– reconoció a un niño de dos años como su propio hijo. Dos mujeres más afirman que fueron embarazadas por él cuando todavía ejercía el sacerdocio. La sospecha acerca del incumplimiento de una regla que muchos consideran obsoleta se puso sobre el tapete. Y la necesidad de permitir un ejercicio natural de la sexualidad en el clero volvió a ser discutida. Son temas que siempre regresan. Pero por primera vez un grupo de sacerdotes argentinos decidió expresar de manera abierta el reclamo para que el celibato sea una opción y no un mandato, para que los curas que así lo deseen puedan casarse, formar familias y tener hijos, y que esto no sea un impedimento para ejercer su vocación. Son los religiosos que decidieron poner la cara, sus nombres y sus apellidos para abrir un debate que involucra a una porción mayoritaria de la sociedad y que pueblan con sus testimonios esta nota.

“¿Qué mejor prueba de que estamos a favor del celibato optativo que un cura embarazado?”, bromea Eduardo de la Serna mientras acaricia sonriente la panza de Luis Farinello, que no se amilana y sugiere el uso del photoshop para disimularla y provoca la risa de sus colegas en la fe. Cinco sacerdotes de los tantos que promueven la aprobación del celibato voluntario se reunieron con Veintitrés para expresar un punto de vista que levanta polémica. “Jesús no mencionó al celibato y de hecho entre sus doce apóstoles había solteros y casados. Pedro, sobre quien se erigió la Iglesia, tenía esposa –afirma Farinello–. El celibato es un don, un carisma, nadie puede estar en contra de una consagración tan formidable. Pero creo que debería ser optativo para los sacerdotes que quieran formar familia.”

“De la Serna coincide: “Sostengo esta posición porque creo que el celibato es una cosa muy buena. Es un signo, pero si no significa algo, pierde su función. Y para que signifique, no debe ser impuesto. El problema radica en que, para la Iglesia, el sexo sigue siendo casi una mala palabra”. Para Daniel Echeverría “la sexualidad es una realidad en la que se ejerce control y dominio. La Iglesia no está exenta de estas formas de manipulación. El celibato obligatorio puede ser instrumento de control de las personas”.

“La seriedad con la que estos presbíteros dan cuenta de sus posiciones es la contracara del boom mediático que inició el caso Lugo. La tendencia al cuestionamiento al celibato que se incuba tanto en el clero como entre la feligresía católica ocupó los escaparates de la prensa del corazón, los programas de chimentos y la burla fácil, aunque efectiva. “Lugo tiene corazón, pero no usó el condón”, repite el estribillo de un hit cumbiero y ya aparecieron remeras con leyendas como “No soy hijo de Lugo” o “Hijos míos: Lugo”. Pero la cuestión es mucho más dramática. A lo largo del tiempo el problema del ejercicio de la sexualidad decidió el destino de muchas personas y también el de su Iglesia.

“Cuando un cura se enamora se produce un vacío muy grande”, dice Farinello. “Yo me enamoré a los treinta años y sé que no es fácil cumplir con esa fidelidad que impone la Iglesia. Conozco el caso de un cura que, para alejarse del amor que sentía por una mujer, empezó a tomar, movido por una angustia muy grande. Y continúa haciéndolo”. La experiencia del amor, una de las formas en que se manifiesta el sentido de la humanidad, es una posibilidad que pocas personas no atraviesan jamás.

“Todos hemos pasado por situaciones de enamoramiento, es normal”, anota Aníbal Filippini, “y esa situación se percibe como una privación tal como mucha gente que vive en la calle y que no tiene acceso a un montón de cosas”.

“Cuando sucede algo así, te planteás con lágrimas en los ojos cuál es la decisión que vas a tomar al respecto”, agrega Ignacio Blanco.

“Todos alguna vez estuvimos enamorados y es muy difícil de llevar. El celibato es un sacrificio muy grande”, sostiene Rodolfo Taboada.

“A todos nos pasó, yo pude resolverlo hablando sobre esto con otros compañeros. Nunca fui más allá del enamoramiento”, cuenta Félix Gibbs.

El caso peruano

El Perú no es ajeno a estas vicisitudes y me viene a la memoria el sonado caso, en la década de los 60s cuando el sacerdote de la orden de Maryknoll, Daniel McLelland, decidió colgar los hábitos y casarse. Por supuesto, eso le costó su expulsión de la iglesia.

Cuando lo conocí, McLelland era un respetado sacerdote que hacía siempre gala de buen humor y de su destreza para contar chistes, lo cual lo convertía en un hombre muy simpático. Había trabajado con su orden en decenas de obras sociales en Puno donde se ganó el respeto y el cariño de la comunidad. Fue en Lima, en aquellos años, cuando decidió tomar la decisión que cambió su vida.

Hay, sin embargo, decenas de otros casos, de los cuales se habla a sotto vocce, porque no es muy edificante hablar de los pecados (si lo son) de los curas y del fruto de ellos, a quienes se les dice despectivamente “hijos de cura”.

El caso del mandatario del Paraguay debe servir para levantar el gran debate que creo ya se inició, sobre el celibato eclesiástico que intenta castrar a hombres de buena fe, que podrían vivir una vida ejemplar como lo hacen los sacerdotes o pastores de otras religiones que llevan una vida familiar normal.







(Foto de El Argentino.com)

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL FORNICADOR Y DELINCUENTE SEXUAL FERNANDO LUGO

Una escabrosa historia de encubrimiento a un farsante acabó en gran parte este lunes de pascuas, cuando el obispo Fernando Lugo reconoció públicamente ante las cámaras de Televisión haber tenido relaciones con una jovencita de 16 años, Viviana Carrillo, en tiempos en que se desempeñaba como Obispo de San Pedro, y abrió en Paraguay el debate que ya estaba instalado en otras latitudes: el de los escándalos aberrantes que de un tiempo atrás sacuden a la iglesia católica.
No está demás mencionar que la Iglesia Católica protege a estos delincuentes para defender su propia imagen en lugar de denunciarlos y expulsarlos para defender al resto de ciudadanos. La mayoría de los casos de pedofilia se han intentado resolver internamente, trasladando a los curas pederastas a otras parroquias y hablando con las familias para evitar las denuncias. Lejos está Paraguay de ser un caso aislado en Sudamérica.
Un grave escándalo, de características y dimensiones similares al que estalló hace tres años en Estados Unidos, se instaló recientemente en los altares de la Iglesia Católica de Brasil.. Entre ellos figura el sacerdote Félix Barbosa Carreiro, quien hace unas semanas fue detenido tras ser sorprendido en una orgía de droga y sexo con 4 adolescentes, y que acusó a “otros 12 padres” de incurrir en prácticas similares. Otro caso es del padre Alfieri Eduardo Bompani, de 45 años, quien grababa videos y escribía un diario donde daba cuenta de sus acciones.

El más repulsivo es el caso es el del padre Tarcisio Spricigo, que abusó de varios menores antes de ser arrestado por haber violado un pequeño de sólo cinco años de edad. En los documentos y pruebsa del proceso contra el cura ha sido incluido un diario, que es una especie de “manual de pedofilia”, que incluye consejos como “jamás tener una relación con niños ricos”. El libro de Spricigo, que fue descubierto por casualidad por una monja que lo llevó a la Policía brasileña, también contiene “diez reglas para actuar y quedar impunes”.

“Llueven niños seguros y confiables que son sensuales y que mantienen un total secreto, que sienten la falta del padre y viven sólo con la madre (…) Soy un seductor, seguro y calmo. Basta aplicar las reglas y el chico caerá en mis manos y seremos felices para siempre”, anotó el religioso en su escalofriante“manual”.
La lista de casos de depravados y criminales ocultos bajo las sotanas se antoja interminable: En Chile, el religioso Jaime Low Cabeza, fue detenido por presunto estupro y abuso sexual contra menores. Los abusos que supuestamente afectaron a cinco menores -todos varonesde entre 15 y 17 años- se habrían concretado cuando el religioso se desempeñaba en la pastoral juvenil de la parroquia.

En 2001, el religioso salesiano Carlos Larraín fue acusado de abusos contra una menor de nueve años en la época en que se desempeñaba como director del Colegio María Auxiliadora (entre 1997 y 1999). En abril de 2004, el sacerdote Víctor Hugo Carrera fue detenido en el Aeropuerto Internacional de Santiago, luego de permanecer tres años como prófugo de la justicia, pues fue acusado de abuso sexual contra un menor en 1999 en Punta Arenas.
Mientras en Paraguay el obispo Fernando Lugo reconoció haber cometido estupro siendo obispo, y niños sordomudos denunciaron haber sido violados por curas en Verona, en México denuncian que existen logias protegen a estos criminales.

El cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera y el arzobispo de Los Angeles, Roger Mahony, habrían encubierto a un sacerdote mexicano acusado de varios casos de abuso sexual contra menores monaguillos bajo el paraguas de esta suerte de Odessa de pedófilos.
La deportación por parte de las autoridades de la Santa Iglesia de Roma, con destino a Paraguay, de varios sacerdotes católicos acusados de haber abusado sexualmente de menores en todas las latitudes del orbe, aumenta las sospechas en cuanto al encubrimiento brindado a estos criminales. No hace mucho que en un ambiente caldeado laicos organizados y fieles católicos del Alto Paraná, a trescientos kilómetros de la capital del pais, denunciaron que en su comunidad se habían refugiado en un seminario los padres Carlos Urrutigoity y Eric Ensey, acusados de abuso sexual en Estados Unidos. Es demasiado casual que estos criminales se hayan refugiado en el Paraguay poco después del triunfo electoral del obispo Fernando Lugo, que se produjo en ancas de algunas de las más reaccionarias fuerzas atávicas de este Paraguay surrealista: el pensamiento mágico, la tradición autoritaria y el machismo con el cual fue denigrada un candidata mujer.
Para concluir esta descripción del Paraguay, podríamos tomar prestadas palabras publicadas en la Jornada de Oriente con la firma de Anamaría Ashwel, y sólo cambiar la palabra México por Paraguay: “una oscurantista alianza masculina, mayormente de políticos y sacerdotes, han regresado el tiempo de México al Virreinato: han legislado para quitarle el derecho a la mujer sobre su cuerpo. Sacerdotes supuestamente célibes, abiertamente misóginos, muchos pedófilos y desconocedores absolutos de la condición fisiológica y social de las mujeres —y encima vestidos con faldas largas— representando valores culturales que para las mujeres caducaron con el Virreinato, apuntalaron el voto de políticos que decidió que las mujeres sólo tienen el derecho a estar preñadas.”

EXTORSIÓN EN LA SACRISTÍA

Pero el obispo no sólo cometía sus delitos sexuales mientras preparaba los sermones, también era chantajeado con otros secretos de sacristía.

El obispo de Concepción, Zacarías Ortiz, conmocionó hoy a la opinión pública revelando que el dirigente campesino Elvio Benítez y José “Pakova” Ledesma extorsionaban al clérigo-presidente en base al conocimiento de sus perversiones, de allí la forma milagrosa en que obtenían de Lugo todas las concesiones y privilegios en el gobierno.

Según el obispo, el dirigente y el gobernador tenían entre “la espada y la pared” al presidente, aprovechando que manejaban la información. Recordó que Fernando Lugo fue obispo de San Pedro y por su trabajo de años en esa región conoce muy bien a Elvio Benítez y José Ledesma. Ver:

http://www.abc.com.py/2009-04-15/articulos/512779/aseguran-que-campesino-y-gobernador-chantajeaban-a-lugo

La revelación explicaría la extraordinaria influencia de ciertos grupos en el gobierno del obispo, entre otros Tekojojá y Pmas, que sin grandes méritos- el PMas ni siquiera logró un representante en diputados- obtienen una desproporcionada participación en el gobierno del obispo.

Tiempo atrás el referente principal del Pmas, Camilo Soares, fue acusado de ser el organizador de orgías del obispo en una mansión en una isla sobre el río. Su grupo, sin representación parlamentaria, controla tantas secretarías de estado como el Partido Liberal, con un tercio del más de centenar de bancas con que cuenta el Congreso bicameral de Paraguay.
Otro caso curioso es el del secretario privado del presidente, Miguel Angel López Perito, cuya renuncia “indeclinable” fue revocada cuando el clérigo-presidente aceptó que haría todo lo que su asistente –a quien adjudicó el título ficticio de “jefe de gabinete” le ordenaba.
Otros hechos que se explicarían con la revelación del obispo Ortiz son las facilidades con que se autoadjudican dinero público algunos amigos del clérigo-presidente. “Los amigos de Lugo toman por asalto las arcas públicas” graficó la situación el titular de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), Héctor Cristaldo, advirtiendo que los recursos se manejan discrecionalmente. Fernando Lugo estuvo a punto de dejar de lado 31 programas del Ministerio de Agricultura para entregar una ofrenda de 8 millones de dólares a sus extorsionadores, y sólo revió su posición cuando fue amenazado con un juicio político y la destitución.
El obispo Fernando Lugo ganó las elecciones paraguayas con gran respaldo del embajador norteamericano James Cason, el 20 de abril de 2008. Lo curioso de todo es que la prensa mediática insiste en incluirlo en la lista de presidentes “izquierdistas” de Sudamérica, aunque la realidad de los hechos digan otra cosa.

Para su campaña proselitista contó con la invalorable ayuda de la prensa vinculada a la SIP, National Endowment for Democracy y empresarios vinculados al Plan Cóndor y la Secta Moon.

A poco de asumir, firmó acuerdos en materia represiva con Alvaro Uribe, y ordenó un operativo militar en el norte del PARAGUAY que implicó torturas y ejecuciones extra-judiciales de campesinos. La represión obedeció al clamor de oligarcas ganaderos en la zona en conflicto, varios de ellos brasileños que se apropiaron de tierras sujetas a reforma agraria.

Recientemente agasajó a la SIP, y en su discurso condenó las políticas comunicaciones de Cuba y Venezuela. Las revelaciones de Ortiz y el escándalo por estupro desatado en plena semana santa, con una confesión posterior como regalo de Pascuas, plantean la angustiosa interrogante de cuántos otros secretos de sacristía son esgrimidos por otros influyentes personajes del entorno palaciego de Fernando Lugo.

¿LO SANCIONARÁ LA IGLESIA CATÓLICA?

La confesión del obispo Fernando Lugo de haber cometido estupro lo hace candidato a engrosar esta lista publicada por Pepe Sánchez.

Sirva recordar sucintamente algunos casos notables que han protagonizado diferentes prelados durante la última década:


-- Alphonsus Penney, arzobispo de la diócesis de San Juan de Terranova (Canadá), dimitió, en julio de 1990, por haber encubierto decenas de delitos sexuales cometidos contra unos 50 menores por más de una veintena de sacerdotes de su diócesis.

-- Hubert Patrick O'Connor, obispo de Prince George (Canadá), en febrero de 1991, fue formalmente acusado por la Policía de haber violado a varias mujeres y de cometer asaltos obscenos contra varias otras.

-- Eamon Casey, obispo de Dublín (Irlanda), dimitió, en mayo de 1992, tras conocerse que era padre de un adolescente y que de los fondos de la diócesis había pagado a la madre, en 1990, unos doce millones de pesetas "para gastos".

-- Rudolf Bär, obispo de Rotterdan (Holanda), fue forzado a presentar su dimisión, en marzo de 1993, tras ser acusado de "homosexual".

-- Hansjoerg Vogel, obispo de Basilea (Suiza), dimitió de su cargo, en junio de 1995, debido a que estaba esperando un hijo de su amante.

-- Roderick Wright, obispo de la diócesis de Argyll y las Islas (Escocia), dimitió, en septiembre de 1996, tras haber protagonizado una ruidosa fuga con una atractiva feligresa.

-- Hans Hermann Gröer, cardenal y arzobispo de Viena (Austria) y presidente de la Conferencia Episcopal austriaca, fue forzado a dimitir de todos su cargos, en abril de 1998, tras ser acusado, en 1995, de cometer una diversidad de delitos sexuales contra menores, por una decena de antiguos seminaristas de los que fue confesor (ver Caso 6).

-- John Aloysius Ward, arzobispo de Cardiff (Irlanda), fue sustituido al frente de su diócesis, por el Vaticano, en diciembre de 2000, por la presión social desencadenada por haber encubierto a dos curas pedófilos de su diócesis que acabaron encarcelados, aunque la causa oficial para dejar su puesto fue la convalecencia de una trombosis.

-- Pierre Pican, obispo de la diócesis francesa de Bayeux Lisieux, fue condenado, en septiembre de 2001, a tres meses de prisión por haber encubierto a un sacerdote pederasta (ver Caso 4).

-- Anthony J. O'Connell, obispo de Palm Beach (Florida), dimitió en marzo de 2002 tras admitir haber abusado de dos seminaristas; con uno de ellos, a finales de la década de los setenta, se había metido en la cama, desnudo, cuando el joven acudió a él para pedirle consejo pastoral. O'Connell reconoció que su diócesis pagó a su víctima, en 1976, la suma de 125.000 dólares para ocultar los hechos (que incluían los tocamientos de O'Connell y los abusos sexuales de otros dos sacerdotes). "Ninguna de las personas que me nombró para este cargo lo sabía. Aunque siempre supe que estaba en mi pasado, no lo reconocí", dijo el obispo.

-- J. Keith Symons, el obispo anterior de Palm Beach al que O'Connell tuvo que sustituir en 1999, también debió dimitir tras verse obligado a admitir que había abusado de cinco monaguillos durante las décadas de los años 1950 y 1960.

-- Julius Paetz, arzobispo de Poznan (Polonia), renunció al cargo, en marzo de 2002, tras haber sido acusado de cometer abusos sexuales sobre decenas de seminaristas (ver Caso 8).

-- Brendan Comiskey, obispo de la diócesis irlandesa de Ferns, dimitió en abril de 2002, al hacerse público que encubrió los delitos sexuales que uno de sus sacerdotes cometió sobre varios menores (ver Caso 5).

-- Franziskus Eisenbach, obispo auxiliar de la diócesis alemana de Maguncia, renunció a su cargo, en abril de 2002, a consecuencia de la denuncia presentada por la catedrática Anne Bäumer-Schleinkofer, en septiembre de 2000, acusando al prelado por abuso sexual y daños corporales. Fue la primera vez que la justicia alemana investigó a un obispo y, aunque el proceso fue sobreseído por el tribunal de Coblenza, en noviembre de 2001, por falta de pruebas, el obispado tuvo que reconocer que entre la denunciante y el obispo hubo "contacto corporal", quedando sin aclarar todo un trasfondo de otras posibles relaciones sexuales.

-- Rembert Weakland, arzobispo de Milwaukee, solicitó al Vaticano, en mayo de 2002, que aceptase su jubilación anticipada tras saltar a la luz que compensó con 450.000 dólares a un ex amante adulto que le acusaba de violación.

-- James Williams, obispo de Louisville (Kentucky), renunció en junio de 2002 tras ser acusado por uno de sus antiguos monaguillos, James Bennett, un joven de 33 años, que acusó al obispo Williams de haber abusado sexualmente de él hace 21 años, cuando fue su ayudante en una parroquia; al parecer no fue su única víctima, ya que otras 90 denuncias de otras tantas víctimas incidieron en lo mismo.

-- James McCarthy, obispo auxiliar en la archidiócesis de Nueva York, dimitió de sus cargos en junio 2002 tras reconocer haber mantenido relaciones sexuales con varias mujeres, que en este caso eran todas mayores de edad.

-- George Pell, arzobispo de Sydney, renunció temporalmente a su cargo en agosto de 2002 tras ser acusado de haber abusado sexualmente de un menor de 12 años en 1961. Tres meses antes, en junio de 2002, varios feligreses le habían acusado de encubrir delitos sexuales del clero, cuando fue obispo auxiliar en Melbourne, en 1993, ofreciendo dinero a las víctimas a cambio de silencio.

-- Edgardo Storni, arzobispo de Santa Fe (Argentina), fue procesado judicialmente en agosto de 2002 acusado de haber abusado sexualmente de al menos una cincuentena de jovencitos, todos ellos seminaristas. El Vaticano le investigó por esta misma conducta en 1994, pero silenció su expediente. En el momento de cerrar la edición de este libro, a principios de septiembre de 2002, en el Vaticano se había adoptado la decisión de removerlo de su cargo, pero todavía no la había materializado (ver Caso 9). Nota: Storni fue removido de su cargo en octubre de 2002.

-- Francisco José Cox, ex arzobispo de La Serena (Chile), fue recluido de por vida en un monasterio en noviembre de 2002 por "comportamiento impropio con niños varones". Los abusos sexuales a menores cometidos por este prelado se produjeron a lo largo de muchos años, pero sólo ahora la Iglesia tomó cartas en el asunto. La comunidad a la que pertenece el prelado, la de Shoenstatt, le examinó y le encontró "no apto pasiquicamente para la función pastoral".

-- Bernard Law, arzobispo de Boston (Estados Unidos), fue finalmente "dimitido" en diciembre de 2002, más de un año después de que en su archidiócesis estallasen cientos de casos de delitos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes y encubiertos por el cardenal Law con plena conciencia y voluntad de proteger a los delincuentes con desprecio de sus víctimas (ver Caso 2). De todos los casos conocidos hasta la fecha, este cardenal es el que mayor número de delitos ha encubierto y ha propiciado (buena parte de los sacerdotes que encubrió volvieron a delinquir en numerosas ocasiones, cosa que pudieron hacer gracias a la protección continuada que les facilitó el cardenal). Al igual que sus colegas, prelados delincuentes sexuales por acción (agresores ellos mismos) o por omisión (encubridores y cómplices), Law tampoco ha sido juzgado por un comportamiento delictivo que ha protagonizado durante décadas. Sigue contando con la protección del Papa.


Esta relación, que no pretende ser exhaustiva -son simples casos que figuran en mi archivo-, y que podría ser notablemente ampliada realizando una búsqueda en bases de datos internacionales, comprende una buena representación de las conductas relacionadas con la sexualidad, delictiva o no, protagonizadas por prelados católicos. Sin duda los casos apuntados constituyen una minoría entre el total de prelados, cierto, pero también lo es que éstos son unos pocos casos que han trascendido a la luz pública. Tan sólo con la notas que figuran en mi archivo podría alargar este listado con otros 26 casos parecidos que todavía no han aflorado al conocimiento público, pero no tiene especial interés hacer tal cosa. El total de casos asimilables que existen en todo el mundo, sin duda nos obligaría a ocupar decenas de páginas si pretendiésemos emprender una relación somera de los mismos.