Pocos escrúpulos para
pactar con el enemigo
Conmovedoras (para los compañeros) y evocadoras para los demás, han sido las declaraciones en una reciente e inusitada conferencia de prensa, del veterano líder histórico del Apra, don Armando Villanueva, quien insta a una reprogramación, rediseño, remodelación, reconstrucción de su partido, con miras a las elecciones del 2011, que podrían abrir las puertas a aquella ilusión del desaparecido Huaytita, ministro del primer Garcíazo: “El Apra estará cincuenta años en el poder”.
Justamente las declaraciones de don Armando se producen días antes de que en Palacio de Gobierno se concediera la Orden del Sol al vecino don Juan Cipriani Thorne por sus diez años de cardenalato, Bodas de Hojalata sacerdotales, quien aspira, una vez más, a la presidencia de la Conferencia Episcopal Peruana.
Díganme si eso no huele a típica maniobra aprista, para buscar el perdón de Dios y de los hombres para algunos ex ministros en investigación y tener cubiertos los flancos más humanos que divinos.
Como por casualidad también, el congresista Raffo, conspicuo representante del fujimorismo, menciona la presunción de inocencia, con respecto de la investigación que se seguía, acerca de la conducta de destacados miembros del Apra, entre ellos a su ex primer ministro, Jorge de Castillo.
Díganme si esto no huele a otra maniobra política de manos extendidas bajo la mesa.
Ilusiones y deseos
Pero sigamos con el asunto que nos trajo. Una cosa son las ilusiones y los buenos deseos y otra la realidad, don Armando. ¿Con quiénes se haría esa remodelación? ¿Con los nuevos aliados del corrupto fujimontesinismo? ¿Con los desorbitados humalas?
Nada sería de extrañar si recordamos los escasos escrúpulos del Apra al escoger como aliados a sus peores enemigos, don Armando. Usted debe tenerlos presentes.
Recordemos que el Apra se alineó con sus perseguidores y hoy está en una alianza subterránea con los miembros del gobierno más corrupto de la historia del Perú.
Acuérdese, líder histórico, de la alianza con Manuel Prado, representante de la peor derecha que llegó a la presidencia con sus votos y del triste final de aquel convenio.
Acuérdese de la convivencia con Manuel Odría, quien declaró indigno de la ciudadanía peruana a su máximo líder, don Víctor Raúl Haya de la Torre y que persiguió a sus militantes con saña a través de su ministro de Gobierno, el nunca bien recordado Alejandro Esparza Zañartu.
Acuérdese de la convivencia con Manuel Odría, quien declaró indigno de la ciudadanía peruana a su máximo líder, don Víctor Raúl Haya de la Torre y que persiguió a sus militantes con saña a través de su ministro de Gobierno, el nunca bien recordado Alejandro Esparza Zañartu.
Acuérdese del Congreso aprista en el coliseo Gran Chimú de Trujillo, donde “por aclamación” un joven emergente líder llamado Alan García Pérez, exclamó a grandes gritos, sin haber sido elegido “gracias, compañeros por confiar por mí”, mientras los Townsend y los Prialé, los mismos Armandos y otros compañeros, se miraban atónitos por la audacia de tal maniobra tras la cual, como por arte de magia, el hombre se convirtió en candidato y ganó la presidencia de tan triste recordación.
Acuérdese de aquella sesión en el aula magna, cuando cientos de jóvenes compañeros recibieron al ya entonces presidente de todos los peruanos con gritos de “no a los amigos, sí a los apristas”, en franca alusión a los doce apóstoles que gobernaban entonces en detrimento de la doctrina partidaria y en reclamo a una cuota de burocracia para los desocupados apristas.
Acuérdese de las elecciones del 90 que le dieron la victoria a Fujimori porque ustedes hicieron campaña y votaron, como siempre, por consigna, por un japonés que se quedó diez años en una dictadura que los persiguió y hasta quiso asesinar al hoy presidente de todos los peruanos, porque no se debía elegir a un intelectual de prestigio como Mario Vargas Llosa, “porque los apristas jamás votaremos por alguien de la derecha”.
Acuérdese que el plato se repitió el 95 cuando el candidato opositor era el dignísimo don Javier Pérez de Cuéllar.
Y vea, finalmente, este contubernio solapado entre sus compañeros y los miembros de la mafia fujimontesinista, que no permite una tarea de limpieza a fondo que nos reconcilie a todos los peruanos con la moral, la ética, la vergüenza política, que nos sirva para reconquistar el respeto por nosotros mismos y nos pongamos todos a construir el futuro que merecen nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Habría que hacer mucha memoria de todas las veces en que ha habido venta de platos de lentejas y que, sin duda, usted, veterano líder histórico, fue testigo de todo aquello y lo dejó pasar y recién hoy, a los ochenta años de aprista, trata de moderniza lo arcaico y moralizar lo inmoralizable como lo vemos a diario en el Congreso y en las esferas del poder que hoy ostentan.
Por eso y muchas cosas más, ¿como reconquistar la confianza del Perú, don Armando?
Sin embargo y por esos deseos, si son buenos, ¡palmas apristas, don Armando!
1 comentario:
Que buen recuento de la histórica participación política del más histórico de los partidos políticos del Perú ... Su historia debería titularse "Cómo sobrevivir a los embates de la historia - acomodándose como sea - y no morir en el intento" ... ¿palmas compañeros?
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