El misterio de la selva se abraza
con la modernidad del siglo
Un colorido gigante en medio de la pista, que blande un martillo en la mano derecha y un machete en la izquierda le da la bienvenida al visitante que llega a sofocarse bajo los cotidianos 30-33 grados centígrados de la ciudad selvática de Pucallpa, la ciudad de la tierra colorada.
El gigante marca el límite entre los suburbios, que es también el límite entre la lluvia y la sequía, según los pucallpinos conocedores de los detalles de su ciudad.
Cuando llueve aquí, no llueve allá, dicen dispuestos a jurarlo por todos los duendes de la selva.
Y así lo comprobamos cuando una nube gris amenazadora decidió irse más allá y descargó una lluvia torrencial en los predios del aeropuerto y sus cercanías, mientras en la ciudad, que la esperábamos se reabrió el cielo azul para mostrarnos un horizonte de brillantes nubes blancas y su calor de 33 grados.
Ciudad sin taxis
Pucallpa es la ciudad sin taxis. Los automóviles que uno ve están dedicados al servicio colectivo desde el centro hacia los distintos barrios periféricos y viceversa. Y más escasos aún son los automóviles particulares.
En el aeropuerto, los mototaxistas le ofrecen el servicio por cinco soles que se rebajan a cuatro cuando el conductor ve la indiferencia del viajero. El recién llegado tiene que someterse a ese transporte, extraño en casi todos los aeropuertos de las ciudades del Perú.
Más allá, en la ciudad, ellos invaden todos los carriles de las calles y se cruzan en medio del ruido de pitos policiales, bocinas y motores con peatones y los escasos automóviles particulares y colectivos.
Será por eso que los pobladores, hombres y mujeres prefieren desplazarse por su cuenta en vehículo propio y se compran una motocicleta, lo cual permite ver lindas chicas en shorts o minis, con blusas escuetas, desplazarse diestramente entre el desordenado tránsito de la segunda ciudad de la selva peruana.
Cebiches de paiche y de doncella
Es también la acogedora ciudad de los cebiches de paiche y doncella, blancos y sabrosos peces de los ríos que los pescadores pucallpinos atrapan con facilidad en la tranquila corriente del Ucayali.
Es asimismo, la ciudad de las parrilladas que combinan en un solo plato los asados de venado, majaz y sajino, con el tacacho que a su vez es una mezcla de plátano machacado con chicharroncitos de cerdo, que es una delicia para todos los paladares.
El sajino es una suerte de puerco del monte y el majaz un roedor gigante cuya carne es blanca y sabrosa, sobre todo cuando está aderezada con los menjunjes inventados primero por los nativos y luego adornados con las especias criollas de los actuales pobladores de Pucallpa.
Entre un río y una laguna
Pucallpa, con una población de unos 200 mil habitantes, se ha convertido en la más activa ciudad de la selva nororiental, después de Iquitos. Está a 154 metros de altura sobre el nivel del mar, entre las orillas del río Ucayali y las riberas de la laguna de Yarinacocha, el principal atractivo turístico.
Sobre el Ucayali, está de Pucallpa su puerto, el segundo de la Amazonia peruana después del de Iquitos. Por allí, en barcazas pero también en camiones que utilizan las trochas y la carretera Jorge Basadre, salen diariamente cientos de troncos de árboles centenarios.
El escritor Fernando Vilchez Santisteban dice: “Por donde se mire (en Pucallpa) hay extensas hectáreas de bosques. Los árboles madereros son la principal industria de Pucallpa. Lamentablemente, la tala descontrolada pone en peligro el orden natural. Es frecuente ver bosques talados, forados enormes en medio de árboles amenazados por la deforestación. También es común ver por las carreteras, camiones que circulan cargados con bloques enormes de troncos de árboles, cuya antigüedad puede sobrepasar los cien años. Árboles de caoba, cedro y otras especies se dirigen al mercado ilegal de madera nacional e internacional. La deforestación es un grave problema que no parece tener solución. La ineficacia y el poco control de las autoridades hace que la selva de Ucayali sea el objetivo ideal de las mafias madereras. A estos males se añade las grandes pérdidas de bosques que el boom del caucho trajo consigo en décadas pasadas”.
Los madereros legales, han convertido a Pucallpa en la capital peruana de la industria maderera pero al lado de ella, florece con impunidad la tala y extracción ilegal de las finas maderas pucallpinas que han hecho evidente el riesgo de la deforestación de que habla el amigo Vílchez.
Los otros frutos
Sin embargo, Pucallpa tiene mucho más y lo ofrece generosamente a quien quiera recoger sus frutos y gozarlos.
Allí están por ejemplo, los plátanos, siempre sabrosos y nutritivos si se comen frescos o asados, y la yuca que acompaña todos los platos desde las sopas hasta las parrilladas y que se puede disfrutar hasta sin ninguna compañía.
Además nos regala las frutas -casi todas se pueden encontrar en muchas ciudades del país y del exterior- como las piñas, los mangos, los cocos, la aguajina, la cocona, la carambola, el camucamu, y otros cientos más, que dan origen a jugos con diversas cualidades que van desde el simple refresco hasta su aplicación en usos medicinales y afrodisíacos, ejemplo de los cuales son el chuchuhuasi conocido como RC –usted ya sabe por qué–, el siete raíces, el masato y muchísimos màs.
La lluvia no siempre cae donde amenaza el cielo
Y además, si quiere introducirse en sueños esotéricos, nada más fácil que medio vaso de ayahuasca, eso sí, asistido por un maestro o brujo shipibo que en determinado momento lo arranque de su sueño alucinógeno y lo devuelva a la cruda realidad de una resaca como jamás existió.
En fin, Pucallpa es aún la tierra de las casas sin paredes en los sectores periféricos y las comunidades nativas, es la tierra abierta a la amistad, la comida y las bebidas exóticas y es también la landa misteriosa que oculta mucho de lo que los naturales nos pueden enseñar.
3 comentarios:
DON LUCHO:
ya extrañaba la buena lectura de su blog; he copiado sus ultimos posts para disfrutarlos con calma a la hora en que estoy ya entre sábanas esta noche (los leo via una pequeña y vieja laptop que ahora uso como ayuda electrónica de lectura).
Lo que he visto muy por encima de Pucallpa me recuerda ese periodismo testimonial que lamentablemente se ha perdido en los diarios hoy, y que cultivamos con pasión los que estuvimos en los 60s y 70s, cuando los editores aún nos permitían largos testimonios literarios en los que ejercitábamos nuestras habilidades. Que pena por los muchachos de estos tiempos, pero felizmente aún se pueden leer cosas tan bellas como las que Ud. describe para placer propio y de sus amigos, que creo es el mayor de los placeres... aparte claro está del líquido elemento que no puede beberse ni menos de 3 ni más de 33.
Saludos
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