de los periodistas caídos en
cumplimiento de su misión
Altos dirigentes de la Federación de Periodistas del Perú (FPP) y de la Asociación de Reporteros Gráficos del Perú (ARGP) rindieron una vez más, como lo hacen desde hace 27 años, un sentido homenaje a los ocho periodistas que murieron en el cumplimiento de su misión, asesinados, en la lejana aldea de Uchuraccay, Ayacucho.
Bernardino Rodríguez y Óscar Medrano colocan las ofrendas
Ofrendas florales y oraciones fueron depositadas ayer lunes ante el mausoleo a los Mártires de Uchuraccay”, en un homenaje durante el cual, Bernardino Rodríguez Carpio, presidente de la FPP y Óscar Medrano, presidente de la ARGP, pronunciaron palabras de homenaje y recordaron el suceso.
Rodríguez pidió paz social, pero no impunidad para los autores de la masacre. Pidió sean declarados héroes civiles los caídos en Uchuraccay porque perdieron la vida desafiando el peligro para transmitir al pueblo la verdad.
El presidente de la FPP en su oración fúnebre
Por su parte, Medrano recordó que luego de ellos, muchos otros crímenes de periodistas fueron cometidos en esas horas de violencia demencial. Reclamó una nueva investigación y se establezcan responsables, “lo que no significa que se manchen instituciones”.
Familiares de las víctimas acompañaron a los dirigentes de la FPP y de la ARGP, en el homenaje desarrollado en el cementerio “El Angel” y desde allí reclamaron una vez más saber la verdad y establecer responsables.
La aldea de Uchuraccay en 1983
En la víspera de la conmemoración del trágico aniversario de su trágica muerte cuando buscaban conocer la verdad sobre los enfrentamientos entre tropas del ejércitos y subversivos terroristas, en las alturas de Ayacucho, la FPP emitió un siguiente manifiesto en el que recuerda la tragedia y declara que “Hay heridas que jamás cierran”.
El documento expresa que en esta fecha “la Federación de Periodistas del Perú recuerda con dolor lo ocurrido con un puñado de dignos colegas y declara la necesidad de crear las condiciones propicias para la afirmación de la paz social de todos los peruanos”.
El rescate de los caídos
Añade que “la magnitud de tan alevoso crimen puso en el mapa del mundo el nombre de un ignoto pueblo ubicado en las alturas del Perú y desde entonces los periodistas comenzamos a morir de indignación y pena” y que “transcurren los años y seguimos muriendo, poco a poco, porque hay heridas que jamás cierran”.
Luego reflexiona: “Pero la indignación y la pena serán infecundas si no surge a tiempo una reacción capaz de canalizar positivamente las reservas morales del periodismo peruano hacia un plano de concertación orientado hacia la paz interna”.
“No puede haber olvido ni perdón, pero sí es necesario procurar un punto de equilibrio político que permita acelerar el desarrollo económico y social del país”. declara.
Recuerda que “nuestros hermanos sacrificados horrendamente en Uchuraccay no fueron los únicos mártires del periodismo peruano, ni tampoco los últimos; pero la ofrenda de vidas de todos ellos dejó lecciones para hoy y marcó el rumbo para el futuro. A su paso, ellos dejaron estela y señalaron metas por alcanzar; pero ahora nos corresponde identificar las vías para lograr los mejores objetivos”.
“No podemos vivir anclados en el pasado sin asumir el riesgo de desviarnos de los grandes retos que impone la paz social, hacia la cual sólo se puede transitar con serenidad y grandeza”, añade el documento.
“En un país que aun afronta terrorismo, Uchuraccay, más que un mal recuerdo, debe ser un gran faro de orientación y una lección para evitar que se reinvente”, concluye.
El documento está suscrito por Bernardino Rodríguez, presidente y César Martín Barreda, secretario de Defensa Profesional.